La brevedad y la intensidad poética en la poesía de Ángel Gavidia/ Gonzalo Espino
José María Arguedas: el hombre, la obra por Gonzalo Espino Relucé
“Ingresé y nunca fui tratado como serrano en San Marcos. En donde sí me trataron como serrano y con mano dura fue en el Colegio "San Luis Gonzaga" de Ica, pero yo también los traté con mano dura. El Secretario del Colegio, que se apellidaba Bolívar, me dijo cuando vio mi libreta con veintes: "¡estos serranitos!, siempre les ponen veintes en las libretas porque recitan un versito cualquiera: aquí lo voy a ver sacar veintes". Me vio y batí el récord de los veintes en toda la historia de "San Luis Gonzaga", porque era una responsabilidad del serrano hacerlo y lo hice.” (Encuentro)
2. Narrativa
“Yo comencé a escribir cuando leí las primeras narraciones sobre los indios, los describían de una forma tan falsa escritores a quienes yo respeto, de quienes he recibido lecciones, como López Albújar, como Ventura García Calderón. […] En estos relatos estaba tan desfigurado el indio y tan meloso y tonto el paisaje o tan extraño que dije: "No, yo lo tengo que escribir tal cual es, porque yo lo he gozado, yo lo he sufrido" y escribí esos primeros relatos que se publicaron en el pequeño libro que se llama Agua. (Encuentro).
5. No soy una aculturado
Referencias:
Arguedas, José María. Katatay y otros poemas. Huk Hayllikunapas. Lima, Instituto Nacional de Cultura, 1972.
Arguedas, José María y otros: ¿He vivido en vano? Mesa redonda sobre Todas las sangres. Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 1985 (Lima, 23 jun. 1965).
Cornejo Polar, Antonio. La novela peruana. Siete estudios. Lima: Ed. Horizonte, 1977 (Incluye: Los universos narrativos de José María Arguedas).
Espezúa Salmón, Dorian. Científicos sociales versus críticos literarios (Todas las sangres en debate). Tesis para optar el grado académico de magíster en literatura peruana y latinoamericana en la Facultad de Letras y Ciencias Humnas de la UNMSM, 2007.
Lienhard, Martin. Cultura andina y forma novelesca: Zorros y danzantes en la última novela de Arguedas. 2ª. ed. Lima: Horizonte-Tarea, 1990.
Pinilla, Carmen María. Arguedas, conocimiento y vida. Lima: Pontificia Universidad Católica, 1994.
Primer Encuentro de arradores peruanos. Arequipa, 1965. Lima: Casa de la Cultura del Perú, 1969. Primer Encuentro de Narradores Peruanos. 2ª ed. Lima: Latinoamericana Editores, 1986.
Rama, Ángel. Transculturación narrativa en América Latina. México: Siglo Veintiuno Editores, 1987.
Vargas Llosa, Mario. La utopía arcaica. José María Arguedas y las ficciones del indigenismo. México: Fondo de Cultura Económica, 1996.
José María Arguedas: En las tierras del Norte (valle Chicama) por Gonzalo Espino Relucé
La biografía de José María Arguedas ha sido ampliamente estudiada, el propio Arguedas nos legó una autobiografía de sus sufrimientos y nos hace acompañarlo como testigo de su época, en sus momento más trágico de su vida, en su convicción de haber escrito lo que debía legarnos. Pero no se ha estudiado su poesía quechua ni sus viajes por el norte del Perú. El valle Chicama fue escenario de una visita del escritor andahuaylino, lo hizo a propósito del Señor de la Caña, una de las fiestas principales del valle, escribió dos notas etnográficas. Y en su novela, El zorro de arriba y el zorro de abajo (1971), que se publica póstumamente, encontramos referencias a las haciendas azucareras, para ser específico a la otrora hacienda de los Gildemeister –actualmente en manos del Grupo Gloria.
Etnografía
La otra línea es el registro de las danzas y ritos andinos. Estos en general son revisados desde una plataforma crítica que incide en las raíces culturales. Arguedas realiza un estudio sereno y profundo de cada una de las manifestaciones, no aventura información sino que la revista a la luz de la investigaciones de entonces, su propia ascendencia cultural y por cierto el impacto de la cultura hispánica en el espacio andino.
La tercera línea fue la recopilación de los relatos y canciones andinas. Uno de los primeros trabajos está signado precisamente por su preocupación por recopilar los cantos quechuas, que dieron lugar a Canto Kechwa (1938) que luego se ampliará a los relatos quechuas, por lo que se vinculará con el Jorge A. Lira y JMB Farfán. Uno de los trabajos ampliamente conocidos son los relatos que se trabajaron con maestros/as de las escuelas y sus alumnos/as, trabajo realizado con Francisco Izquierdo Ríos, se trata de Mito, leyendas y cuentos del Perú (1947). Y finalmente, un trabajo sobre el que se tiene pocas noticias, me refiero a “la recopilación de la literatura oral quechua” que había aceptado la editorial Einaudi de Turín, para publicar “un volumen de 600 páginas de mitos y narraciones quechua” (1), todo esto comprometido con la universidad Agraria.
En todos los casos, debo anotar, no solo hay el ánimo de registrar, documentar, sino observar que estaba ocurriendo con el Perú indio, es decir, que nuevos fenómenos estaban ocurriendo en la cultura quechua tal como ocurría con otros brillantes intelectuales en el sur del Perú (Efraín Morote Blest, v.g.)
Casa Grande
Las haciendas del norte del Perú aparecen registradas como lo eran lugares. Emporios de la explotación de los indios y poblanos del norte. Espacios donde las mayores discriminaciones y donde los indios, los serranos estaban confinados a vivir en la ranchería. Casa Grande será comparada con Chimbote, como espacio y como lugar de explotación y de semiservidumbre en El zorro de arriba y el zorro de abajo (1). Aparece cuando don Ángel empieza escuchar sones familiares y empieza a cavilar y más exactamente, está vinculado a un huayno sobre Casa Grande, que el narrador reelabora:
-Siga, siga, siga la rueda, siga la rueda… Chimbote es el puerto… el puerto pesquero más grande… más grande… más grande del universo… y Casa Grande y Casa Grande… que está aquí cerca… a cien, a cien kilómetros… es el ingenio azucarero… el ingenio azucarero…más grande del mundo… toda estadística, toda estadística… así lo prueba…Quien no lo sabe, quien no lo dice… es pobrecito., es pobrecito….
más grande del mundo
más grande del mundo
Chimbote, Casa Grande,
siga, don Diego, siga don Diego.
La chimenea de Casa Grande
lleva su humo hasta los ríos
hasta los ríos del amazonas
porque Casa Grande…
Casa Grande comienza en el Pacífico
traga la costa, traga los andes
tiene puerto propio ¡ay, Chicama!
Tiene presidente ¡el gerente! ¡lagarto!
llega a la selva, friega a los chunchos,
como yo Braschi, como yo Braschi
[…]
“Los hombrecitos de Casa Grande
ya están formando para marchar
todos los días desde las cuatro
van al campo a trabajar.”
“¡Pobres hombres!”
En la conversación aparece como un dato estadístico. Pero en la canción esboza esa otra realidad la barriada pobre recuerda al campamento de pobres. Las similitudes no se dejan esperar, aparecen como equivalente, los Bancheros y Gildemeister, la pesca y el azúcar. Empresa que abarca un amplio territorio, de costa a sierra, de sierra a Selva, se escribe en la letra, una chimenea imponente como el propio dueño, allí donde la jornadas eran excesiva, eran de explotación, por eso la calificación llama la atención. Dos emporios que exhibe como los mayores productores, pero al mismo tiempo como los mayores explotadores. Lugares de “Pobres hombres!”.
El Señor de la Caña
lo ven todo sólo como un motivo de evocación porque la mayoría de sus conjuntos típicos, bailando en apiñada marcha sobre el polvo fino, propio de los viejos valles costeros, constituyen un espectáculo exótico, una caravana advenediza y sin arraigo, un poco extraña incluso para los mismo indios, que contribuyeron a formularla y de cuyos pueblos de origen fueron copiados o traídos la mayoría de los conjuntos: porque al haber cambiado de ambiente y de indumentaria y en su propio modo de vivir, esos indios cambiaron lo suficiente como para ver un poco azorados esa forma genuinas, las más tangibles en que se muestra la íntima entraña del ser indio, del alma nativa de la que fueron arrancados para ingresar a esta otra multitud de personas, a ese otro torrente igual gris y más grande, aunque acaso más seco de espíritu , y en ese sentido , más pobre. (2)
En general, el dato etnográfico que levanta se acomoda lo que era la fiesta para entonces. Arguedas está imaginando la hacienda serrana y no la hacienda del norte, con otras características, además, enclave. Cuando describe cree ver lo que ocurre en la hacienda, en la representación que hacen los visitantes y poblanos en la fiesta. Interpreta los cambios, constata el escenario de explotación en que se desarrolla esta fiesta, pero no alcanza a mirar los propios cambios como parte de una nueva percepción que aparece. No incorpora lo que existía ya en las colectividades del valle Chicama, una tradición de danzas, bailarines y creadores vernáculos y una población que se venía apropiando de ese espacio en las peores condiciones y que comenzaba a hacerlo suyo. El sesgo quechua sureño prevalece, hace a un lado lo que desde la población costeña, moche se iban imponiendo. Si el narrador alcanza a mirar el escenario de pobreza en los 40, para los 60, en El Zorro…, la ficción llega a constatar las similitudes de ambos espacios como modernos emporios de explotación. Pero no alcanza a distinguir los nuevos cambios que venían operando en la producción cultural del valle Chicama, no logra percibirlo, su modelo sigue siendo el del sur.
Referencias:
Arguedas, José María.
http://www.elperroylarana.gob.ve/phocadownload/elzorrodearribayelzorrodeabajo.pdf
(2) Indios, mestizos y señores. Comp. Sybila Arredondo de Arguedas de Lima: Ed. Horizonte, 1989.
http://fentasecen.blogspot.com/2010_04_18_archive.html
http://fiestachiclin.blogspot.com/2009/04/fiesta-de-chiclin.html
© Gonzalo Espino Relucé
Tulape, febrero 2011
Antonio Escobar: su poesía, sus décimas por Gonzalo Espino
Antonio Escobar Mendívez (Boca de Río, Perú, 1944) escribe como siente. Sus versos tienen de llamara, de rebeldía. Le irrita la pobreza, le fastidia la ausencia de solidaridad y se enerva con los actos de injusticia. Para hablar de su poesía tal vez sea necesario recordar que se trata de un creador autodidacta, un hombre que hizo al mundo enfrentando por todas la restricciones y afrontó con orgullo sus estudios. Su estirpe popular, lo llevó a una estancia en Lima, aunque allá nunca desarrolló actividad poética.
En la escuela ya comenzaron sus actividades poéticas, aunque a decir verdad, como todos los jóvenes intelectuales, escriben en los diarios locales. Seguramente en las aulas de Pacasmayo el que se juntaran dos sensibilidades poética abono más a su desarrollo, me refiero a su amistad con Elqui Burgos, y en la que jugó un papel importante el entonces profesor Eduardo González Viaña. Es recién en los 70 que se registra su primera publicación: La miseria y el hambre (1970). Lejos de la canonía literaria de Trujillo, en Gudalupe se fue gestando un proyecto poético con rasgos propios: en primer lugar una vocación por dar cuenta la producción del valle de Jequetepeque, luego una intensa voluntad por afirmar sin parricidios las poética de entonces y al mismo tiempo la construcción de una red –social, como ahora decimos- que permitía la comunicación de los poeta a través de la revista Runakay.
Hablar de la poesía Antonio Escobar es también introducirnos al mundo de Runakay, ese ensayo de promoción cultural animado desde los márgenes costeños. De este asunto no me voy a ocupar hoy, lo dejamos para otro entrega. Ahora me interesa su poesía que la identificó como un proceso permanente por hacer que esa palabra que dice –con bronca- sea, sin renunciar al sentido, un arte poético de tono llano y musical. Encontramos tres líneas de trabajo poético por la forma: una que está referida básicamente a su signo testimonial, en general, calificada como poesía social, de denuncia; la segunda tiene que ver con la elaboración de un tipo de poesía que en los ochenta comenzaba a revelarse como un espacio de referencia otra, me refiero al sencillez del verso que comunica con inflexión didáctica, se trata de su poesía para niños. Una tercera, son sus décimas, en la que tiene una habilidad para la improvisación y la perfección de un verso tradicional que necesita de la sutileza, la palabra en la boca y la oportunidad para sacarle lo que llaman inspiración.
Las décimas de Antonio Escobar
Noemí Arana escribe que Antonio Escobar “practica la décima cuya expresión popular le permite llegar más al pueblo”, y no deja de tener razón precisamente porque la décima es un género abarcador y de raigambre en el norte, cuya centro está en Saña, cuya entraña popular la comparte con la copla cajamarquina que llega a la costa de La Libertad. La academia ha discutido con extremada ligereza las décimas de Escobar y no ha estudiado su aporte al género tal como hubiéramos esperado de Santa Cruz Urquizo (2009).
Una de sus mejores producciones sin duda lo constituyen sus décimas que están pobladas de colores y matices cotidianos, modestos héroes y personajes poblerinos, poemas de ocasión y arranques de protestas. En la génesis de un domino casi perfecto de la décima están sus primeros poemas, broncos, duros, pero divinamente directos y sin tapujos. En 1992 publicó Remanso de amor, año más tarde, el 2003, Jequetepeque y Al compás de la espinela, y el lector avisado puede revisar sus versos en el blog: http://runakayediciones.blogspot.com/
Remanso de amor es sin duda su mejor logro. Es un librito que tiene el encanto de hacernos encontrar con lo cotidiano, el juego entre serio y burlón, sigue la trayectoria de la tradición decimista de Saña, y de la vigencia de los núcleos, en el que a un pie forzado el poeta se lanza a construir. El poemario está compuesto en dos parte, la primera es más solemne, la segunda, es todo lo contrario, se apega a lo cotidiano y a la tradición. Alrededor de los 36 poemas que incluye el libro uno termina con idea de haber asistido a una tertulia y la competencia de contrapunto con brillo.
El tono solemne tiene que ver con los rasgos épicos que por momentos alcanza en el grupo de 6 poemas que incluye en la primera parte. La memoria de la historia se duele: “Guadalupe: Remanso de amor”, el poeta pide permiso a la virgen para hablar del pueblo, y ese pueblo es historia y vida cotidiana, es de tiempos tristes del pasado (“la maldad como en desfile / dejó la muerte regada) y del tiempo actual (“A veces nos da coraje/ ver calles abandonas; / pero nunca hacemos nada / para cambiarles de traje”), un verdadero himno a Guadalupe.
En la segunda parte el arte poético saca brillo de la costumbre y los personajes del pueblo. Es un yo que registra y testimonia, en verso contados. La gracia está no solo en las pinceladas que nos entrega sino también en los dobles sentido que alcanza a elaborar o la musicalidad que nos recuerda formas locales como el tondero y la marina o el tuntunar de la caja. Y, como suelen hacer los trovadores, él mismo se incluye en el poema: “Yo nací en Jequetepeque/ pueblo adornado de dicha/ con claro, guitarra y chicha / tierra hermosa: no es que peque.”, que más adelante se convertirá en “Nací a la orilla del mar/ allá en la Boca del Rio, / con olor a rocío / t sabor al calamar /…/ soy cholo de nacimiento” (1).
El virtuosismo de estas décimas se pueden ver en todo el libro, pero tal vez donde mejor se concentran estas hazañas y dobles sentidos sean el poemas “Que rica la carne e’nuca” (2) y “¡Zas que le daba le daba!”. Revisaré el primero que relaciona potajes y cuerpo femenino, asunto que estructura la sensualidad. En las cuatro décimas que incluye esta espinela de pie forzado se estructura como redondillas (a bb aa cc dd c), cuyos rimemas (Valérie Beaudouin), es decir la forma mínima de la rima, son: -ío (3), -icha(2), -uca (6), -ino (2), -ones (3), -oto (2), -er (7), -ana (3), -ante (3), -oca (2), -adre (2), -ía (2), -liz (2) e -icia (2). En el rimario -o sylva de consonantes-, predominan las graves y está compuesto por las siguiente palabras: mío (2), confío; chicha, salchicha; e'nuca (2), Antuca/ yuca (3); divino/ camino; emociones, canciones/limones; alboroto/poroto; mujer (3), hacer (2), ser, envolver; palangana; porcelana; picante/ adelante; provoca / loca; compadre, madre; alegría/ sonría; feliz / desliz; delicia/ caricia. Las mismas que recuerdan un repertorio festivo. Escobar se da licencia en el rimema -uca que efecto se confunde con –oca, de esta suerte la rima lo resuelve con cuidado, porque la propia escritura indica simulación, apela a las comillas en “la loca” que rimará con el pie forzado que termina en “yuca”.
Si bien el decimista nos propone un momento en una chichería o una reunión de amigos, el dinamismo que impone los versos permite que la sensualidad quede relegada a un aparente segundo plano. Así, luego de enunciar el pie forzado que advierte del sentido popular (“carne e´nuca”), la décima empieza:
De dos en dos amor mío
ven trayéndome la chicha,
con picante de salchicha
Se desean los potajes, pero estos no solo están asociado en el léxico popular a lo que dice sino a lo que se desea: “ricura”, “zamba Antuca”, “yuca” y “carne e’nuca”. Lo aparente es el potaje, el movimiento festivo, pero al tiempo esconde el deseo sensual. Hay que admitir que se trata básicamente de lo que podría ofrecerse en una fiesta de domingo o lo que se pide en una fonda, de allí el tono costumbrista. Si a la “carne e’nuca” le agregamos chicha, cabaya, limones, canciones, jarana, marinera, la sensualidad que se encierra se desborda:
Marinera con porfía
estremece nuestro ser
y mi brazo al envolver
tu cuerpo es una delicia
deleitándome en caricia
POR MANOS DE UNA MUJER.
Los versos se suceden con la agilidad de decidor de décimas, por ello su tono costumbrista, sensual y jaranero alcanza su el sabor de la buena tradición de rimadores norteños.
Una notita casi al pie
El carácter descriptivo de las décimas no nos deja ver el espesor de la sensibilidad de la voz que habla en el poema. Es una voz que se posiciona casi siempre para hablar del otro y cuando lo hace casi siempre es para el retrato. Asunto que me lleva a postular la idea de una literatura de tono popular que tiene en la décima uno de sus componentes para poesía liberteña.
Bibliografía básica:
Escobar Mendívez, Antonio. Poemas para todos los días. Recitemos juntos. Semán (Guadalupe): Runakay Ediciones, 2007.
------. Presencia Inmaculada. Guadalupe: Runakay Ediciones, 2004.
------. Jequetepeque. Aurora de la Historia. Décimas. Jequetepeque (Perú): Runakay, 2003.
------. Al compás de la espinela. Décimas de pie forzado. Jequetepeque (Perú): Runakay, 2003.
------. Remanso de amor. Décimas. Guadalupe (Perú): Runakay Ediciones, 1992.
-------. Memoria de los días. Semán: Nuestra Señora de Guadalupe, 1975.
Referencias:
(1) Al compás de la espinela.
(2) La alforja de Chuque: http://gonzaloespino.blogspot.com/2011/02/antonio-escobar-que-rica-la-carne-e.html
(3) Antonio Escobar: http://runakayediciones.blogspot.com/ y Taller de poesía San Marcos:
http://tallerdepoesiasm.blogspot.com/2011/02/antonio-escobar-mi-amada-la-sardina.html
© Gonzalo Espino Relucé
Febrero 2011
Antonio Escobar, "Qué rica la carne e' nuca" y "La miseria y el hambre"
QUÉ RICA LA CARNE E' NUCA
CUANDO LA SABEN HACER
ADEREZADA CON YUCA,
POR MANOS DE UNA MUJER.
ven trayéndome la chicha,
con picante de salchicha
porque en tus manos confío.
¡Ay que ricura Dios mío!
si llega la zamba Antuca
y prepara con su yuca
carne de sabor divino
p'a decirle en el camino
¡QUÉ RICA LA CARNE E'NUCA!
Volarán las emociones
en medio del alboroto
y deleitará el poroto
junto con lindas canciones,
la cabaya con limones
y el sabor de una mujer;
potajes en la jarana
con un brindis palangana
¡CUANDO LA SABEN HACER!
Guiso con ají picante
en platos de porcelana,
trina canción ondulante.
El baile sigue adelante,
después la causa provoca,
alguien que se hace "la loca"
dice: "¡Más causa compadre!"
¡Qué sabrosa por mi madre!
ADEREZA CON YUCA!
Zapatea la alegría
en cada pecho feliz,
si alguien comete un desliz
que la reunión sonría.
Marinera con porfía
estremece nuestro ser
y mi brazo al envolver
tu cuerpo es una delicia
deleitándome en caricia
POR MANOS DE UNA MUJER.
De Remanso de amor (1992).
rabiosos
han entado
a mi casa
la miseria
y el hambre
tomados
de la mano
La miseria
con su rostro
amarillo
y con su boca
grande
está sonriendo
tiene el rostro
color
de alma de ricos
agudos
como espadas
son garfios
carniceros
a mi mesa
y no se mueven
al verlos
ha sentido miedo
Mis hermanitos
han corrido
a esconderse
les hemos dicho
que por favor
se vayan
no se han
movido
de mi mesa
yo he cogido
un manojo de versos
y les he golpeado
el rostro
y la espalda
puesto furiosos
y por fin
ha salido
de mi casa
Se han ido
de la mano
llorando
compungidos
y sin volver
el rostro
para vernos
ha sonreído
y mi madre
me besa
emocionada
la alegría
a mi casa
porque se han
ido
la miseria
y el hambre.