Manifiesto de Cajamarca. Gremio de Escritores del Perú


XI ENCUENTRO NACIONAL DE ESCRITORES DEL PERÚ 
MANUEL JESÚS BAQUERIZO

MANIFIESTO DE CAJAMARCA


Cajamarca, 14-17 de noviembre de 2012


El Gremio de Escritores del Perú, frente que agrupa a los trabajadores del arte y la literatura junto a periodistas, promotores culturales, así como compañeros escritores de Cuba, México y Cataluña, asistentes al XIEncuentro Nacional de Escritores Manuel Jesús Baquerizo, organizado por el GEP y el Gobierno Regional de Cajamarca, manifiesta:

1. Agradecemos al pueblo de Cajamarca, así como a sus autoridades, en la persona de su presidente regional Gregorio Santos, por su compromiso con el desarrollo cultural manifestado en el recibimiento y acogida brindados a los escritores y artistas de todo el país comprometidos con la construcción de una patria libre y democrática.

2. Declaramos nuestro compromiso por rescatar y elevar la conciencia y la identidad de nuestros pueblos, a través del ejercicio del arte y la literatura, cuestión dejada de lado por un Estado carente de políticas culturales y puesto al servicio de los poderes fácticos, conservadores del atraso cultural y social de la patria. En ese sentido siendo una organización de profunda entraña solidaria, hacemos nuestra la lucha del pueblo de Cajamarca en defensa de su patrimonio cultural y natural. Por tal razón denunciamos la agresión delas empresas mineras al pueblo de Cajamarca y hacemos nuestra la consigna ¡Conga no va!

3. Denunciamos la campaña de censura y tergiversación mediática impulsada por las grandes empresas mineras y los sectores más retardatarios de la sociedad, satanizando todo espacio democrático que no coincida con sus intereses económicos, como nuestro XI Encuentro Nacional de Escritores. Campaña que se expresa en una política de Estado represiva y de persecución a ideas y movimientos que apuestan por la transformación social.

4. Precisamos que el GEP es un frenteabierto a todos los trabajadores del arte y la cultura, por lo que no está subordinado a ninguna plataforma política partidaria;y fundamenta su existencia en el desarrollo de un espacio orgánico en donde tienen cabida todas las voces literarias de nuestro país multicultural y plurilingüe.

¡Por el derecho del pueblo a una cultura democrática y nacional!
¡No a la censura, ni a la persecución por las ideas!
¡No al proyecto minero Conga, así como cualquier “conga” en cualquier parte del país!
¡Viva el pueblo de Cajamarca!
¡Viva la unidad del pueblo del peruano!

Cajamarca, 17 de noviembre de 2012

La sencillez irrepetible de la poesía de Manuel Ibáñez Rosazza, por Gonzalo Espino Relucé




(Parte de la conferencia Fronteras, literaturas regionales: la poesía de Manuel Ibáñez Rosazza, en el XI Encuentro Nacional de Escritores Manuel Jesús Baquerizo, organizado por el Gremio de Escritores del Perú, Cajamarca, del 14 al 17 noviembre 2012)


Nacido en Lima (1940-1990), José Watanabe escribe que Manuel Ibáñez Rosazza “En las escasas cinco décadas que vivió, a través de la poesía y de sus actos cotidianos, estuvo ligados a Trujillo y, de manera especial, a Cajamarca, ciudad en la que vivió desde 1972 y que cautivó su corazón.” (vii).  Pertenece al grupo Trilce, uno de los núcleo más significativo que aparece en la escena cultural en 1958.  Su poesía está caracterizada por la intensidad de una palabra sencilla cuya donaire está en la forma como los sonidos organizan su poética.  Su primer libro  muestra ya una de sus característica que tiene que ver con la consistencia armoniosa de una poesía  hecha de sonidos como el viento; se trata de Cotidiano es el viento (1963). Su poética tiene una característica esencial: su preocupación por lo sencillo y la dimensión de una reflexión existencial presente en toda su poética, que va acompaña por ciertos rasgo de ironía y formalmente con conocimiento de las formas poéticas y la utilización de diferentes versos, que van del verso de arte menos, heptasílabos a versos de arte mayor, como el escurridizo alejandrino, y a los que serán los versículos y verso libre. No es un poeta que se encasilla en una sola forma, prefiere la diversidad de formas. Si nos atenemos a grueso de su obra podríamos hablar de dos momentos que están caracterizados por el locus de enunciación. Y  cuyo ciclo iría de la aventura y consolidación de poéticas de grupo Trilce, a la madurez y sencillez de la palabra en los andes de Cajamarca. La publicación de Poesía reunida si bien se trata de la compilación más completa de su obra poética, no nos permite, por el descuido de sus editores saber exactamente la procedencia de los poemas, sobre todo aquellos que tienen son considerados póstumos, por lo que hoy por, solo enunciamos groso modo lo que nos interesa situar 1) entre 1958 y la publicación de La nueva emoción; y, 2) entre Herramentario y los poemarios publicados y escritos en el locus cajamarquino.
En este primer ciclo encontramos poemas de una sencillez y musicalidad embargante. Aquí lo que interesa, seguramente es la coincidencia, cuando menos en su primer libro, entre el viento y la palabra poética como artefacto sonoro y armonioso.  Pero lo deslumbra de este momento es su poemario La ciudad otra vez (1966), no es exactamente la visión urbana de las luces de neón que fascinaría a los poetas de los 70, es más bien esa ciudad que acorrala y acoraza, y en la que aparece a flor de piel una sensibilidad que da cuenta de cualquier espacio, escena o artefacto de la urbe con sentido íntimo y al mismo tiempo observamos dos elementos propios de la poesía de Ibáñez Rosazza, su tono existencial (“Banca”, “Pieza con vista a la calle”) y su sarcasmo (pienso en “Calle anónima”, “Estatua”). Imagen desencantada de la ciudad, su artificio de orfebre donde no cesa en el experimentalismo en hacer poético, leamos el poema  que lleva el título el libro:
La ciudad otra vez

Esta es la ciudad en donde vio,
esta es la ciudad
en donde vivimos.

A ella se llega
como a un rumor de cosas pasadas y perdidas,
de ella se sale
haciéndola pequeña en la nostalgia.

A  un extremo la casa, la plazuela
a una vuelta de esquina
mi infancia que regresa.

Hay un sitio también
en donde para siempre
reposan nuestros muertos.

Ah, los barrios, los postes, las vidrieras,
los retaurantes ínfimos,
los días,
las bocas,
estos versos,

el sol que sale para todos.

El segundo ciclo de su poesía formalmente caracterizado por la profundización de lo que Watanabe encuentra con realización temprana en Manuel Ibáñez, esto es “La difícil sencillez, en general, se adquiere con los años” (2001: X). Este momento coincide con una suerte de inventario de espacios, colores, olores, sabores que rodean el locus de enunciación, sin que desde esta se obvie una percepción crítica de la situación social o una relectura de la historia, en especial de la situación de conquista.  Herramentario & otros artefactos (1976), Flores de Cajamarca (1986) y Sonetos sobre la mesa (1988) son títulos que ubican y definen la poesía de Ibáñez Rosazza como uno de nuestro grandes poetas. El poema esboza su mejor artefacto poético, la poesía tiene sentido acaso si testimonia la sencillez que rodea al sujeto humano.  No solo son las herramientas, sino flores, aves, lugares, comidas, etc. que el poeta asume como desafío poético, sobre todo, si se trata de un viejo odre como el soneto, del que solo hay palabra poética. Leamos el siguiente texto:

Contraste

En esto de comer o estar ayuno
hay un espectro de espinas a manjares.
Diverso fiambre se va a los paladares
no hay cocina igual, en grado alguno.

Hay ricos platos aypas para unos,
para otros caldos chullas populares.
Pavo al horno o fideos con pesares,
afrecho lambac o banquete oportuno.

Lechón asado o un solo grano oscuro,
una agua sosa o tibia leche blanca,
gordas morcillas o sólo un pan duro.

Tenedor de oro o una cuchara manca,
la angustia en la olla o el pastel seguro.
Para unos, choclos. Y, para otros, panca.


Libro sorprendente, apegado a la sencillez de la vida, las herramientas son las que desfilan en su poesía: El herramentario y otros artefactos (1976).  Si algún rasgos que definen a una herramienta, el poema interpela al lector respecto a usuario y en medio de ello, su relación con situación, que puede ser el ámbito individual o una situación colectiva, por ello social, cuya sencillez, al final, se convierte en caustico. El libro, como ha escrito Bethoven Medida  es preciso en la descripción, nos recuerda que el desfile se organiza de manera alfabética.

Escobilla

Servicial
Sancho
que saca la mancha
al Quijote
en un lugar
que si me acuerdo.

Sobrina de la escoba
nieta del escobillón

escobilla
escotilla
escotina
escofina
escofida
escogida
escondida
escombrera
es coactiva
es cobija
es cohesiva
es cohibida
es colgada
es colectiva
es colmada
es colocada.

Confidente
de los lustrabotas,
valorosa y valiosa
siempre llena de cerdas,
escombros,
escorias
escozores
y olvidos.

Ensuciándonos
nosotros
la cáscara
por quítame estas pajas,
guardándonos
de polvo
se convierte en polvo
todos los días.

Sin pelos
en la lengua
limpia
al impío.


Artífice y poeta. No solo dice y hay una sensibilidad poética que nos envuelve. Hay distinguir en su poesía el uso de formas retóricas y clásicas que aparecen remozadas y nuevas, y en los casos que aparece como versos libres, no es un incidente sino la feliz comunión entre forma y expresión. Esto sin duda hace que su poesía sea atractiva. Desde sus primeros libros hasta los poemas que se publicaron como póstumos, vemos el uso del verso breve que capta y contiene la emoción como pintura emotiva y el uso versículo como dominio poético del discurso:

¿DE QUÉ PARAJE HABÍA LLEGADO A CONFUNDIR SU ROSTRO
CON EL MAR, LOS MÉDANOS Y EL VIGOR DE LOS PELÍCANOS?
¿Por qué  caminos sus brazos trajeron tierra fértil metales, hilados, semillas, carrizos, turquesas, cuyes, jarras?

Y  si salió de este sitio,
¿de qué ausente volcán obtuvo el fuego de su mirada,
el poder de sus dedos, la lumbre de sus aretes y collares?
¿Cómo su pecho contuvo el mar en abrazo de molusco?
[…]

Canto entonces la nueva emoción que debe sentir
el hombre de mi región y de todo el mundo, por último,
cuando por sobre la historia ansiando ser más hombre,
Se despierta con vida cada mañana. 
                              (La nueva emoción, 1974)

Una poesía caracterizada por el dominio del verso, con transparencia, claridad y capaz de conectar desde la ternura con los grandes tema universales de la poesía.  Poeta entonces, de Cajamarca, de La Libertad, del Norte, del mundo.

Referencias:
Ibáñez Rosazza, Manuel. El herramentario & otros artefactos. Trujillo: Papel de Viento Editores, 2009 (Pequeña Biblioteca de Literatura Regional, vol. 13).
------. Poesía reunida.  Prólogo de José Watanabe. Lima: Antares editores, 2001
Watanabe, José. “Vida y poesía de Manuel Ibáñez Rosazza” en Poesía reunida, Manuel Ibáñez Rosazza. Lima: Antares editores, 2001; pp. VI-XXIV.

NO AL TRASLADO: CASA DE LA LITERATURA PERUANA

Foto: POR LA CULTURA, POR LA LITERATURA
NO AL DESALOJO DE LA CASA DE LA LITERATURA

La Casa de la Literatura se ha convertido en uno de los espacios más dinámicos e inclusivo de los que son las literaturas peruanas.  En los tres años de funcionamiento han transitado no solo escritores y críticos renombrados, sino que ha servido para promover a los nuevos actores del quehacer literario.  Para Perú es un punto de encuentro y a nivel internacional ha sido reconocida como una de las mejores experiencias de gestión cultural. Allí se han realizado actividades altamente calificadas como de difusión masiva.  Pienso en el sin número de eventos realizados como los encuentros de poesía, en los eventos académicos realizados por la Academia Peruana de la Lengua  o la  Facultad de Letras o las efectuadas  por iniciativas indígenas. En fin, una casa acogedora, que ahora  es apetecida por burócratas y olvidan que en este país  lo que más necesitamos es crear una sensibilidad capaz de hacernos más dignos. Sensibilidad e imaginario que sin duda lo  facilita la cultura y las literaturas No al desalojo, señor Presidente usted tiene la palabra.
POR LA CULTURA, POR LA LITERATURA
NO AL DESALOJO DE LA CASA DE LA LITERATURA

La Casa de la Literatura se ha convertido en uno de los espacios más dinámicos e inclusivo de los que son las literaturas peruanas. En los tres años de funcionam
iento han transitado no solo escritores y críticos renombrados, sino que ha servido para promover a los nuevos actores del quehacer literario. Para Perú es un punto de encuentro y a nivel internacional ha sido reconocida como una de las mejores experiencias de gestión cultural. Allí se han realizado actividades altamente calificadas como de difusión masiva. Pienso en el sin número de eventos realizados como los encuentros de poesía, en los eventos académicos realizados por la Academia Peruana de la Lengua o la Facultad de Letras o las efectuadas por iniciativas indígenas. En fin, una casa acogedora, que ahora es apetecida por burócratas y olvidan que en este país lo que más necesitamos es crear una sensibilidad capaz de hacernos más dignos. Sensibilidad e imaginario que sin duda lo facilita la cultura y las literaturas No al desalojo, señor Presidente usted tiene la palabra.

gonzalo espino relucé

Ulises y Takaynamo en altamar de Bethoven Medina Sánchez, por Gonzalo Espino


Ulises y Takaynamo en altamar de Bethoven Medina (Cajamarca: UPAGO 2012) es un libro atrevido y casi irreverente. La aventura poética a la que nos invita es casi impensable: la apropiación del mito de Odiseo para traerlo a los lares del mundo  y  darnos una universalidad merecida. Cierto. Pero quien es el poeta Bethoven Medina.
Empecemos  hacer evidente un problema que la crítica contemporánea aún no asume. Cuando hablamos de literatura en el Perú, no podemos seguir hablando de  la literatura peruana sino de las literaturas peruanas. Esto tiene serias implicancias pues pondera los diversos escenarios que la actividad literaria tiene en el país. No se trata solo y exclusivamente de la literatura que se produce en Lima ni las consagraciones que las mediáticas ni las escasas estadísticas que se hacen de las ventas del libro de creación, sino hay que volver sobre los procesos y los sistemas literarios y ubicarlas dentro de lo que reconocemos como lugares de conflicto y pugna por la representación en los espacios simbólicos. No solo es el asunto del canon.
De esta suerte habría que advertir los circuitos y sistema de literaturas regionales que, en los últimos 30 años, vienen dando cuenta de un momento importante en la configuración de nuestras literaturas.  Se trata de producciones localizadas y que no necesariamente están dialogando con el centro, pues su centro es la región.  Cierto. Esto trae un nuevo problema como trabajar las relaciones entre literatura regional y literatura nacional,  sistemas literarios como quechua o aymara respecto al sistema literatura en español, etc.  Lo que interesa aquí es remarcar como se vienen produciendo proceso cuyos referentes apuntan a otros circuitos y cuya representación están siempre en la escena. Este es el caso de la poesía de Bethoven Medina Sánchez que resulta uno de los poetas, si no el mayor representante de la poesía de los 80, en el norte del Perú y del país, si Trujillo lo ve crecer como poeta, se afinca luego en Cajamarca.  Ambas ciudades lo asumen como su poeta, pero esta misma representación se hace extensiva a todo lo que podríamos llamar en líneas generales el Norte del Perú -no como región política- si no como trazo cultural.  A ello hay que agregar un ruta cultural que permite el desarrollo de la poesía en el Norte, me estoy refiriendo principalmente a la movilidad social de los creadores a ciudades como Guayaquil y  Bogotá como lugares de diálogo poético.
Dicho esto, debemos anotar que la poesía de Medina Sánchez está caracterizada por un continuo perfeccionamiento de su palabra.  La ternura se ve afectada por las miserias humanas y más recientemente por los problemas que vive el mundo actual y en esta ocasión, hay un dialogo que trama su universalidad.  Si su coloquialismo se colma muchas veces de imágenes sorprendentes que mimetizan su anclaje prosaico, esto lo lleva a un uso preferente del verso libre. El trabajo laborioso de orfebre de nuestro poeta lo lleva a experimentar diversas formas que llevan a dísticos, aunque hay en toda su poesía un uso paralelo de verso extenso y el verso breve. Todo con tono crítico. Así lo denuncia sus poemario Volumen de Vida, Y ante niegues su luces y su reciente
Ulises y Takaynamo en altamar resulta una atrevida aventura, un desafío. La voz poética apela a una historia que hizo leyenda y fue inscrita en la letra con el nombre del aeda Homero. El poeta imagina a Ulises por los lares del mundo moche, como viajero que llega a estas tierras y por momentos dialoga con el héroe local: Takaynamo.  Es una lectura en segunda instancia a pesar que se retracte la historia del héroe llegado por los mares.
Si el poeta hace el elogio al mar y a su héroes (Ulises, Takaynamo), este es un homenaje al hombre sencillo de los mares. Pero para hacerlo, asume que su voz tiene que transformarse, y posesionar de tres tonos que le permitan la interlocución entre los héroes y la voz del yo poético. Este último se instala como una suerte de locutor que media entre la historia de la travesía de Odiseo y la que secunda el hombre que vino por los mares a Huanchaco.  Estas voces hacen un concierto polífono.  La voz de Takaynamo es evidente, declarativa, aunque renovada y hasta asombrada de su propia travesía: “Aparecí sobre las olas” (20), más adelante:
Ahora, superados los siglos,
Yo, Takaynamo simbolizado por el hombre común/ sobrevivo en la estirpe de pescadores
y, majestuoso,
navego al mar
en mi brioso caballito de totora.
(21: Takaynamo).
El poemario se divide en cinco secciones “Ulises y Takaynamo en altamar”; “Frente al mar”, “A la mar”; “Entusiasmados en el navío” y “Descubrir el cielo en el mar”, las misma que develan la travesía de Ulises y que al mismo tiempo se disputa con el canto homérico, al recrear la travesía de Odiseo y como parte de esa disputa está el mito de Takaynamo que por momento aparece con nitidez y deja de ser una voz que acompaña al Ulises.  El poeta, asume que no todos conocen la historia del norte, entonces, redefine su propuesta poética y aparece como pórtico un paratexto y poema que actúan como marco. El primero explica lo que llama cultura chimú y al héroe Takaynamo: “Vino del mar y habita entre nosotros. Estos poemas obedecen a su valoración en el tiempo”; la segunda es la cantata para ambos: “El hombre, desde el origen / consideró al mar fuente de vida” (16), para al finalizar expresar: “Ulises o Takaynamo, con cualquier apellido, / es hombre común y actual // Esta cantata es para ellos, / para los hombres con pies en tierra/ y que vence en altamar”  (16).  A esto debe agregarse que la estructura del libro está precedida por epígrafe que hacen alusión al mar, al héroe, las estrellas y la vida misma, van en notas de Fraz Grillparzer, Thomas Eliot, Salvatore Quasimodo, Willian Wordsworh,  Willian Shakespeare y Víctor Hugo. A lo que debemos agregar la predilección del poeta por lo clásico, en este caso, por remedar sus títulos en latín.
Pero el paratexto más importante es la fotografía que Cristóbal Campana ofreció al poeta de los frisos de Chan Chan, estas fotografía resumen un detalle, es el detalle de la travesía de Takaynamo que registra el mito.  Hay hasta tres elementos que podríamos rescatar: el primero se trata la pareja originaria, pero su actitud no es la fiera, sino la sonrisa, la de celebración de la alegría. La segunda, es la idea de movimiento y travesía que está presente en el friso, esto como parte de la comprensión de la vida como continuidad dinámica; y tercero, el mundo emergen desde el mar, por eso se ve tres referentes, la del centro, que implica la presencia de la divinidad misma, y los dos cuadrante referidos al mundo marino en que se habita.  Es posible que este tenga en la extensión de friso otra dimensión indicada como movimiento y complementariedad,  que tiene que ver con la estaciones, en la fotografía solo se deja ver un movimiento y no el movimiento a la inversa. En todo caso, quería anotar este hecho porque el registro de la memoria de este friso resulta singular y es lo que el poeta finalmente canta como apego a la memoria, pero la legibilidad apela a un referente clásico que se apropia para poetizar a Takaynamo.
Ulises y Takaynamo en altamar afirma con magia extraordinaria su legado poético. Todo el poemario está hecho de palabras que tienen ritmo, es una cantata. La musicalidad de sus versos es lo que advierte rápidamente. Luego, un manejo libre de distintas formas versales, adecuadamente labradas, para dar ese sentido de contemporaneidad que se les suele reclamar a los poetas que no viven en Lima. Si el poeta recorren las instancia homérica, por ejemplo, la invocación a los dioses: “Con otro alfabeto vengo  desde lejos/ Existencial es mi son. // Insto a cantar nuevas albas, / a optar por el ascenso.” (24); que más tarde se traduce en incursiones cotidianas como “¿Veis a la cabrilla arrodillada/ y al lenguado asustado?” (62; también en Sostenidos), cuya realización formal entrecruza la historia conocida y un conceptismo  inevitable, hasta su tono existencial: “El hombre / es tronco viviente/ ante la tormenta” (76) hasta el elogio terrenal y divino, de la belleza y la vida, en nombre de la heroína identificada (Penélope) y la otra, la del mito (La princesa Chimú)
Un libro, como dije atrevido, anclado en el mito clásico, de los himnos homérico, al mito modesto, local, que se universaliza en virtud de la poesía, de la travesía del mar, que al final, como dice la voz del poeta, es el canto al hombre sencillo, pone a la poesía de Bethoven Medina entre más representativa del Perú.