Caída y Solo, dos poemas de Gonzalo Espino leídos en Aula Capulí


Ayer leí en Aula Capulí, iniciativa de Dánilo Sánchez Lihón, que todos los sábados se reúnen para hablar de literatura y cultural, de los andes, y sobre todo de César Vallejo. He aquí dos de los poemas que compartí:



Caída

Caen hojas
una gota de tristeza
con la inmensidad de sus sueños
recuerda que te amó (mejor dicho
que las ama)

ella cruza la otra acera 

caes en la cuenta
hiere la vaca loca de tus sueños

trago cuece la locura de tus pies

exactamente
hoy

ya nada llega a mis mulos

espero

no llega
el tupido olor de tu ternura.




Solo

Un hombre solo se deja ver en el camino
nadie queda ya, apenas se ve su imagen
su sombra no aparece. Solo transita
acaso con la historia de un recuerdo que no alcanza
a distinguir. Alguien lo mira a la distancia
como repasando su contorno para estrecharlo
no alcanza a distinguir el trazo de su alma
ha dejado de verlo, sin sombra sin alma trota
aquel que una vez mordió el rastro de tus sueños.


De mi libro: De ese hombre que dicen


Diómedes Morales Salazar: poeta obrero



Reescribo mi nota. Esta mañana (22.1) asaltaron en casa y se llevaron la  minicomputadora  que me acompañaba en mis trabajos. Olvidé, como un verdadero tonto, que aquí en Roma, Tulape, también hay delincuentes. En fin. Se fueron todos mis escritos, los archivos del valle Chicama y lo todo lo referido a la Antología de la Poesía de La Libertad. Pero tenemos que continuar, ya.

Poeta proletario
La vida del poeta se confunde con su poesía. Pertenece a la estirpe de poetas como Leoncio Bueno, lo asocio a la poesía popular que realizan vates como Teodoro Casaux, Rogelio Gallardo Bocanegra, Antonio Escobar y José Pajuelo Pinedo. Núcleo de rendida vocación realista y cuyo  discurso aparece como protesta, urgidos de la retratar el momento; en ellos, hay una tendencia a las formas populares, que convierten  a la poesía en sabiduría de artesano que hace filigranas con las palabras.
La reflexión del espacio poético liberteño demanda preguntarnos -lo pongo solo a nivel de enunciado-, por ejemplo, qué ocurre cuando los poetas más representativos de la región no necesariamente son nacidos en ella (Marco Antonio Corcuera) o a la inversa, qué sucede con poetas, que nacidos en la región, aparecen con una representación en espacio literario alejado de la región (José Watanabe). En buena cuenta, se trata del epísteme con que leemos la poesía que se produce en el Perú, de allí la pertinencia de imaginar categorías que la expliquen y al mismo tiempo revisar las tensiones centro/ periferia, ciudad letrada / aldea letrada, escritura y voz-escritura, lengua dominante y lengua originaria, entre lengua culta y presencia de forma ancestro-populares, amén de los circuitos de producción de las mismas, etc. Así, retornando, la referencia a un lugar de nacimiento no parece ser un necesario expediente para determinar el desarrollo de la poesía de una región.
Morales Salazar nació en Contumazá (1956) es reconocido como poeta liberteño. Su imagen está más ligada a Trujillo, que a su tierra natal. En alguna oportunidad sus paisanos le han preguntado como así resulta siendo un poeta trujillano.  Uno podría asumir con cierta ligereza que el alma  del poeta trae el humus de su tierra, o que esta se hace de cara a los contextos que vive, el asunto es más complejo de lo que parece (vivencias, cotidianidad, (des)amores, recuerdos, itinerarios, lecturas, interpolaciones, etc.)
De familia modesta, pasó por las aulas de la escuela fiscal de Contumazá, zurdo por convicción. Es señalado por el rayo. Allí empieza descubrir la magia de palabra que cuenta y canta en boca de su madre. Le nace el gusto por la música y las canciones. Y en algún momento descubre que es importante escribir. A los doces años abandona  su pueblo, con su familia baja a Trujillo, van a vivir en los márgenes de la ciudad, al igual que muchos migrantes, estudia en El Porvenir y sabe que será escritor. Pero había que conseguir el pan para la belleza, desde entonces, en la secundaria estudia y trabaja. Se vuelve autodidacta. Nuestro escritor proletario desarrolla diversos trabajos, descubre que una de las formas como podría acceder a la escritura es la lectura, se vuelve ambulante, vende libros y folletos en el tiempo que las librerías entran en crisis.
De Nuevo Amanecer a Greda
Sus inicios literarios están asociados a la existencia de un núcleo de poetas jóvenes que impacta a la ciudad de Trujillo, encabezados de manera especial por Bethoven Medina. La escena le es propicia tanto La Industria, El Satélite como El Norte ofrecen sus espacios a los noveles escritores. Es Eduardo Quiroz uno de los periodista que alienta a toda esta generación.
En julio de 1976 se forma el grupo Nuevo Amanecer, los mueve todavía la idea de hacer poesía, mejor dicho buena poesía: Bethoven Medina, Diómedes Morales, Franco Chico, Manuel Alfaro, posteriormente José Pinedo Pajuelo pertenecen al grupo. Ya para entonces existe el Frente de Escritores de la Libertad. Papel de Viento, aparece como una opción poética que anima Alejandro Benavides.
Si Nuevo Amanecer es una promesa poética, los núcleos que se formarán luego tienen que ver con  la vida política caracterizada por su distanciamiento con el Apra y por su cercanía y militancia en varios casos con la izquierda peruana. En ese contexto se forma el Circulo César Vallejo (1978), aparece como agrupación cerrada, los une la militancia. El carácter cerrado y las crisis de la izquierda, da pie a un nuevo núcleo, que es el que ha perdurado, se trata de Grupo Literario Greda que se funda el 18 de Octubre de 1983, participan de este proyecto Erasmo Alayo Paredes (+), Gustavo Rojas Vela, Teobaldo Sánchez Vásquez, Ángel Gavidia Ruíz, Camilo Gil García, César Sabana Vera, Lizardo Cruzado y Diómedes Morales, todos ellos con una obra importante.
Esta trayectoria nos revela simplemente la ruta de un poeta persistente. Si Nuevo Amanecer aparece ligado a sus inicios y su inserción en el mundo de la literatura trujillana, las siguientes experiencias tiene que ver con su vocación izquierdista y por ello mismo con la manera como percibe la literatura.


Carné poético
Su producción poética está dispersa en varias ediciones periódicas y plaquetas. Su imagen es la del poeta que ha migrado al cuento y es también estudioso de la literatura  y cultura regional. Ha publicado dos breves poemarios: No intenten sobajarme con quizás (1981)  y Perdurancias (1996). Su poesía es de contenido social; la materia de su palabra se refiere a la coyuntura. Entre su primer libro y el segundo, encontramos una ampliación temática, la abstracción o la palabra amoroso que invade su poesía. Pero en ambos caso, no renuncia a una poesía definida como social, directa, sin artilugios; la claridad y la contundencia parte del estilo que asume su poesía. Una poesía que testimonia su tiempo; social, sí, pero también expresa “las vivencias que uno tiene” y que, en varios momentos, alcanza un tono andino.
La protesta está concebida como ejercicio de representación. El poeta se instala como representante del pueblo. La elección de la palabra poética tiene que ver con estilos populares, de allí la utilización de un recurso léxico que hace suya la claridad. La utilización del verso libre no escapa a un aprendizaje popular (uso del verso medido). Esto se lee en la forma como marca el ritmo en sus versos: “Volveremos otra vez no lo duden/ No es la primera / Ni aun será la última vez” (“Poema”); acompañado por la exploración semántica de la  palabra elegida (“soledad”, “barre(ndero)”, etc.) o la repetición de segmentos de palabras (“La celda es fría dura y triste”).

Un poema: Barrendero
Barrendero del dolor
no barras por barrer.
Si barres barre bien
barrendero del dolor.

El sudor es el principio
del esfuerzo comunal
barrendero del dolor
tienes que apurar

Enfermo y conmovido
descontento por el mal
batallar y batallar
es mi sino hasta curar.

Barrendero del dolor
un bien es lo bien hecho
y dicho y hecho es la dicha

y por la dicha que queremos
barrendero del dolor
dicho y hecho que lo haremos

“Barrendero” tiene una estructura de anclaje popular, se trata versos de arte menor. La presencia de las vocales fuertes, hace del poema una pieza de juglar que canta; condición que se apoya en la ampliación semántica que encuentro en sus poemas. Si  la palabra “barrendero” inmediatamente remite a un sujeto modesto, esta misma lo localiza en los márgenes de lo laboral y cuya acción notifica limpieza. Situación que reivindica, precisamente como acto de purificación social. Si el poeta artesano, apela a barrendero, lo hace para establecer un juego que tiene que ver con su uso nominal y su posición verbal que enriquece la acción que se comunica como veremos. Asunto se lee por momentos como carnavalesco, de aprendizaje popular –insisto- como ocurre en “bien” y “claro”: “un bien es lo bien hecho / y dicho y hecho es la dicha”. 
Si el poema a nivel de superficie aparece como simple y del dominio popular, el yo poético nos ofrece una lectura que sitúa al dolor y la realidad como opuesta a la realización no solo al yo, sino del colectivo: “y por la dicha que queremos/ barrendero del dolor /dicho y hecho que lo haremos”. Será artesano de la palabra, de una palabra comprometida con el nosotros, con lo colectivo, su ser de la poesía, de la poesía misma, de un obrero de la palabra.

Referencias:
Morales Salazar, Diómedes. Perdurancias. Tujillo: Greda editores, 1996.
Poemas de Diómedes Morales Salazar en

En la foto: Bethoven Medina Sánchez, Alejandro Benavides, José Pinedo Pajuelo, Esteban Quiroz, Gonzalo Espino y Diomedes Morales. En Mixtura, café bar, Trujillo (18-01-2012)

La milagrosa e increíble historia de la Mamita Virgen de la Puerta, por Gonzalo Espino Relucé

La señora Miriam Bazán ha tenido la amabilidad de alcanzarme esta fotografía, la difundo (su primera Comunición y procesión de la Virgencita de la Puerta) y  preciso un asunto en mi nota. Desde Roma-Tulape, son las 16 horas, en el Norte del Perú, en plena fiesta de la Mamita de la Puerta.

 Los pueblos del valle Chicama tienen sus creencias religiosas bien arraigadas. Tulape-Roma no es una excepción, el calendario religioso empieza  con la fiesta de Virgen de la Puerta, continúa con la fiesta de las Cruces,  en julio con la Virgen del Carmen y en diciembre, la navidad que con sus nacimientos, ahora casi escasos, son las fiestas religiosas que moviliza a toda la población. De hecho cada familia tiene sus propias devociones, hay vírgenes caminantes que pasan la semana en una familia, para luego, pasar a otra; santos y milagreros que alcanzan el corazón de nuestra gente (Señor del Cautivo, Señor de los Milagros), como los hay también las predicaciones protestantes que ahora abundan en la población y algunas tiene un comportamiento chillón pues consideran que la palabra de dios debe hacer escuchar sin respetar la tranquilidad de los otros.    
Dígamoslo ya. En Roma-Tulape hay dos patronas, aunque creo una de ellas ha sido olvidado. La patrona originaria, que es la Virgencita del Carmen y la que, en los años 40 empezó a celebrarse hasta convertirse en fiesta de todo el pueblo, me refiero a la Virgen de la Puerta. Vamos a hablar de ella.
Mamita Virgen de la Puerta
No se sabe exactamente como se inició la devoción de la Virgen de la Puerta, pero es la que se celebra desde el siglo XVII en Otuzco, por estos lados de La Libertad (Perú). Es de la puerta por que según la tradición nos salvó de piratas y filibusteros que querían atacar las tierras de los valles de Trujillo, a ella se le rezó con devoción y no llegaron a las costa de Huanchaco (Feijo).  A Nuestra Señora se la llama también Mamita de la Puerta. Por devoción se acostumbraba untarse la cara de negro, como pidiendo libertad para los negros y los bajaban a la costa, para que los protegiera y les permitiera regresar a su comunidades.
Milagrosa y querida por todos, la Virgen nos ha regalado distintos milagros, personales y colectivos. Así ella ha cuidado a nuestras familias, pero también protegía a los peones que eran raptados para llevarlos a las haciendas como enganchados. También nos defendió en la época de la lucha libertaria cuando nos peleamos con los españoles y luego, cuando los Chile llegaron a estas estos lares.
La virgencita de la calle Lima
En diciembre de pronto aparecía una ramada vistosa que era el signo de la abundancia.  Era un quinto, en  ella se colgaban frutas, alimentos propios del valle,  botellas pisco, cerveza o  anisado, y a veces, billetes de 10 o  20 soles que equivalía aproximadamente al sueldo de un modesto trabajador recibía en todo un mes. Fue en la calle Lima, como anunciando un año bueno, la señora María Paz Paredes, que vivió 107 años, celebraba la fiesta de Virgen de la Puerta. Era una fiesta modesta, familiar, que poco a poco comprometió a devotos y vecinos.  Había cohetes, bandas y comida. La devoción se expresaba en los rezos, novenas y cánticos  o milagros –hechos de plata- que le hacían a la Mamita.  Era una virgencita pequeña, con su pequeño manto y todo. Una fotografía que tenía un marco de plata. La llevaban en procesión  a la Iglesia para que le celebren su misa. La devoción creció tanto que esta se fue convirtiendo en la fiesta del pueblo.  
A fines del 50 la iglesia trajo una nueva imagen y aprovechó la devoción popular, el hecho de ser ya una fiesta del pueblo. La anécdota mundana tiene que ver con las limosnas. Se cuenta que el cura reclamó estas devociones de la Virgencita para la capilla (aquí en Tulape-Roma, no había cura, estos venían de Chocope), así que reclamó la limosna que era para la celebración del siguiente año. El curita confesó que traería una virgen. Así lo hizo. La pequeña Virgen de la Puerta de la  señora Paz dejó de celebrarse porque ella ya estaba muy anciana.
La Mamita del pueblo
Todas las segundas semanas de diciembre, en la década del 60, se celebraba la fiesta de la Virgen de la Puerta. La fiesta era llamativa, las calles se llenaban y la gente participaba de la procesión. Era la fiesta del pueblo, no había que si eras evangélico o no, porque ya era la fiesta del pueblo. Se armaban las ramadas para la comida, a la Virgen se la ponía en su ramada al costado de la piscina, frente a lo que, por entonces, se llamaba plaza Atahualpa. La gente ya se noticiaba, se preparaban. Los devotos, por barrios o familias, se comprometían a poner una banda típica, a traer una banda de músicos, a poner su botija de chicha o comida para los visitantes. No era como en Chiclín donde recogían a los borrachitos.  Venía la gente de todos los alrededores. Era más fácil llegar al valle que ir a Otuzco, ambas igual de milagreras.  Las danzas típicas acompañaban a la procesión en la avenida principal, los viejitos nos tenía a la raya para que puedan danzar, pero los danzante se lucían mejor cuando ellos hacían la adoración. Los negritos de Otuzco, los diablos de Chiclín, las pallas, los gitanos, los indios (apaches, claro) se destacaban.  Una de las danzas más llamativas era la Muerte del inca Atahualpa, porque recordaba a la Virgen que la bendijera en sus reclamos, en su pedido de aumento al patrón.
La fiesta era la feria del valle. La más importante de diciembre, había juegos artificiales y juego para niños. Era una feria, venían los venderos de chucherías y sortilegios, y claro los bolsillos modestos se agujereaban rápido. Pero se celebraba.  La gente venía y se divertía. Había dos bailes, uno social y otro popular. Estos bailes congregaba a toda la gente según era su condición de costeño, mayordomo o empleado; la popular iban todos.  
La fiesta ahora bajo la responsabilidad de la  Hermandad era alentada por la construcción de la Plaza de Toros.  Esto hizo que la fiesta también tuviera otro carácter. La corrida de toros era un atractivo para toda la región. La fiesta de la Virgen de la Puerta de  Roma-Tulape- le hacía la competencia a la de Otuzco que era recocida oficialmente.  Así que esto trajo cola. Todo indica que el arzobispado prohibió la fiesta local y que solo se podía hacer en enero. Hay que recordar que la capilla no tenía cura, el padrecito carmelita venía de Chocope.
El arzobispado de Trujillo tuvo que intervenir y prohibió la fiesta.  Desde entonces, solo se podía realizar en el mes de enero. No en diciembre, el 14, sino en Enero, por eso, aquí en Roma Tulape se celebra en el mes de enero.



La fiesta silenciada
La celebración de la fiesta  virgencita se vio afectada en dos oportunidades. La primera cuando los buenos curas de teología de la liberación llegaron a inicio de los 70, a la ahora Parroquia Nuestra Señora del Carmen.  Cuando estos llegaron decidieron que vírgenes y santos de la pequeña iglesia fueran retirados y guardados. Todos los altares que tenía la iglesia fueron depositados y olvidados.  Pero en el alma popular, en el pueblo la devoción continuaba.  La fiesta dejó de celebrarse.  En esas circunstancias, la familia Marquina retomó la celebración de la fiesta de la Mamita. Otra vez la calle Lima se convirtió en escenario de la fiesta y como no quería prestarle la virgen,  mandaron hacer otra Virgen de la Puerta, esta vez de madera (esta virgencita movía su mano). Fue así que nuevamente se celébrala fiesta. Esto, ocurrió hasta que después, nuevamente se volvió a celebrar.
La segunda vez, hasta la policía intervino. Esta vez los parroquianos de Roma Tulape se quedaron sin cura, esto fue durante tres años. En plena crisis de la empresarial, a la parroquia le quitaron lo que se llamaba la residencia parroquial.  Pero en la hermandad  también hubo problemas, debido a un desacuerdo que se produjo cuando se eligió a la directiva.  Entre los hermanos, se fueron de mano, no tuvieron consideración con sus vecinos, y entonces, tuvieron que tomar la Iglesia y se celebró la fiesta de la Virgen. Claro que después, fueron a parar a la policía. En la PIP, el comandante les pregunto: ¿Por qué están acá? –Por ser católicos. –Váyanse nomás que ese es asunto de la Mamita.   
Devociones
La fiesta de la Virgen de la Puerta se sigue celebrando. Hay mucho entusiasmo y devoción. Lo cierto es que sigue siendo considerada como la fiesta del pueblo. Hay todo tipo de actividades, la más llamativa es el concurso de bandas típicas.  Mis padres, mi familia participan de esta fiesta. Lo hago como todos mis paisanos que llegan a vacacionar por estos días de diversos partes del mundo o como aquellos que  desde lejos envían sus apoyos para que las bandas se realicen como dios manda.
No quiero terminar esta nota sin compartir con ustedes lo que me dijo la señora Miriam Bazán. "No tengo palabras para decirle, la Virgen es todo para mí. Es mi luz, ella me ayuda después de Dios. Es la madre que nos bendice con tanto amor. Ella siempre nos está cuidando. Nos está tendiendo su mano, cubriéndonos con su manto."
Postdata
Si es cierto que en desde la época de la hacienda había paisanos pleiteros estos parecen ahora concentrarse entre los tupas y los chicagos, que no respetan los resultados del jurado. Esta madrugada ganó el barrio Tupac Amaru que presentó una danza sobre los esclavos. Creo, sin embargo, que estuvo mejor la representación sobre la marinera. Otro tanto tiene la empresa Casa Grande que quiso cobrar por la realización de la kermes y la exhibición de caballo de paso, olvidando que se trataba de la fiesta del pueblo. En fin, este sábado y domingo estaré en la fiesta del pueblo. Acompañaré a la Mamita, a la Virgencita de la Puerta, con su banda y luego iré a bailar. No sé si iré a la misa para mi madre no me jale la oreja.  

Agradecimientos:
Francisco Espino, Natividad Relucé, mis padres  y mi hermana Victoria, que motivaron esta nota.  A don Adolfo Sánchez (Santiago de Chuco, 1938) y a doña Miriam Bazán (Ascope,  1944) que viven en el pueblo desde muy pequeños.

En la foto. Bajada de la Virgen de la Puerta y procesión. Don Adolfo Sánchez y doña Miriam Bazán.

La poesía coloquial de Carlos Sánchez Vega por Gonzalo Espino Relucé



Alguna vez el poeta Demetrio Quiroz-Malca  escribió que su poesía tiene raíz humana, “nativa y universal”, es decir, situó el hacer poético como el permanente desafío desde un aquí localizado y una estructura que se abre a los trazos de lectores totales. Este es el tono de Carlos Sánchez Vega, poeta de adhesión local, aunque de escritura e intensidad universal. Para hablar del poeta, haré una breve presentación de su obra.

Poeta narrador
En los últimos tiempos Carlos Sánchez Vega ha sido reconocido básicamente como narrador. Esa es la imagen que sus editores han difundido y que más o menos ha quedado. Nacido en Cartavio (1944), desde donde escribe y transita por el mundo; su producción narrativa tiene viejo linaje en una revista que publicó en la década del 70, me refiero  a Surco, en su época de estudiante ánimo la revista Literatura que deja constancia de los cambios que se estaban produciendo en la escena cultural y literaria de Trujillo. Son cinco libros los que ha publicado: dos poemarios, dos libros de cuentos y una novela breve.  Como narrador maneja exactamente la condensación del exigente cuento (La excursión y otros relatos, 1975). Así, incluso lo hace para los relatos que suscribe y recrea, pero que provienen de los ancestros moches y han pervivido a lo largo del tiempo, me refiero a Entre duendes y luciérnagas (1999). Mi amigo Sultán (2003) es una novela breve, una historia de aventuras, tierna y espectacular,  entre la vida feliz y su opaca estancia en la ciudad, una suerte de perro migrante, una novela cuyo éxito se debe a la forma como está escrita. Sus relatos acusan la maestría de una historia elegida y el suspenso que bien sabe aprovechar en la estructura de sus poemas.

Poesía de Carlos Sánchez Vega
Seguramente una de las características de la poesía liberteña sea su apego a lo social. Casi toda la poesía  del siglo XX y lo que va de este siglo, en el caso de la poesía liberteña, se asocia al registro de la sociedad,  donde lo lírico se confunda con lo épico.  Rasgo que a la vez se asocia con otro asunto, su claridad y su apego al verso directo.  Pero la poética de lo social tiene diversos matices: se confunde con la necesidad de registrar los avatares sociales como protestas, contentamientos o disidencias y la palabra que ha supuesto diversas maneras de posicionamiento del yo poético. Hay los que hablan desde fuera y asumen la condición de demiurgos o los que,  desde adentro inventa la poesía de su tiempo, y entre ellos elaboraciones intermedias que sugieren un fuerte contenido social.
Carlos Sánchez Vegas es tributario de esa tradición. Su poesía se caracteriza porque aspira a ser testimonio de su época, si el rasgo es el testimonio, habría que preguntarnos entonces, como es su palabra poética. Empecemos por definirla como una poesía fresca y directa, clara y llana, cuya tendencia es tomar aspectos centrales de la vida cotidiana que revelan la  pobreza, la situación de explotación, la alienación y un esperanzador tono  que aparece como la utopía cercana. Los registros superficiales aluden a eventos sociales, pero calan en su profundidad pues habla desde un nosotros –donde el yo no se anula- que reclama su condición humana, de allí su contienda por la equidad social y el sueño de una vida poblada de ternura.  
La fuerza de los días (1976) , su primer libro, tiene de tránsito y renovación porque domina y sabe de los avatares poéticos que le preceden, y de renovación porque su sitio privilegiado no es del sujeto lírico externo, sino de aquel que habla desde y, se va distanciando del “uso correcto” del castellano, hispánico en realidad  (utilización de presente indicativo, “Sabéis”; del imperativo-afirmativo, “Sabed”, del gusto trujillano).  Su palabra se universaliza y apenas deja huellas de su lugar de enunciación: “Los sauces/palidecen/ de / tristeza. / Las palanas/ se oxidan/ de cólera/ y / la alforjas/ se quedan anémicas” (“Canto  crepuscular de los habitante telúricos”).
Es con Fuera del paraíso (1981) que alcanza una voz propia y se emparenta con la poesía coloquial latinoamericana. Se trata de una de las voces más audaces, pretexta para hacer escarnio de las situaciones sociales que afronta, el sarcasmo y la parodia aparecen como una huella definitoria de su poesía.  Su tono coloquial alcanza en su palabra musicalidad y ritmo, cuyos contornos generales serán dos maneras de hacer poesía, aquella en las que aparece en primera lectura el registro coloquial (1) y aquella donde el registro coloquial (2) está supeditado a la voz lírica. Estas dos formas articulan la poesía del libro de 1981. Fuera del paraíso como tal ofrece una estructura inclusiva; está organizado en cuatro estancias: Ella;  Él; Nosotros; y  Ella, él, nosotros.  Lo paródico captura asuntos banales que invaden la escena cotidiana de las mujer en común, aspiraciones no siempre consumadas como síntoma de las frustraciones entre los varones y la de un nosotros que se apunta para revelarse como colectivo, y como si esto fuera insuficiente,  hace explícito la condición de género en la idea de nosotros, como una suerte de personalización de los sujetos.  El “Colofón” se anota como una extensión utópica del poema. Debe advertirse también que a partir de la segunda edición incluye varios poemas de su libro de 1976.
El registro coloquial (1) asume un programa que tiene dos estancias enunciativa, la primera en la que se plantea la situación y la segunda en la que se descalifica o hace escarnio (“Murió con una angustia de veinte años/ sentado en un balcón”)  –acaso en ello una viejo aprendizaje andino de la copla cajamarquina. Si esa es la tendencia principal, hay otra serie de poemas que desde lo coloquial (2)  alcanza intensidad poética.

Poema: Criterio compartido”

Tenías razón Arturo uno puede doblarse
por el peso de la contienda cotidiana
salir con furia a trazar el descontento
en plazas y mercados vivir con la sombra
del insomnio sobre la almohada y no saborear
el amor que despierta cantando por la mañana
tenías razón Arturo uno puede romper
el silencio sumiso de las estaciones
tirando piedras desde una barricada de mayo
o incendiando carros con el verano en medio
de la calle y no descubrir que los golpes
vienen de arriba hacia abajo como una lluvia
agitada por el viento tenías razón Arturo
la vida es una competencia cotidiana
donde la mejor defensa es el ataque.

Aparece en Fuera del paraíso, en el tercer cuaderno, Nosotros, el yo poético acusa un interlocutor  (Arturo) que pretexta la situación que se vive. Si el retrato es de un sujeto que descifra los avatares sociales, deja entrever como este otro, abandona su espacio personal, donde el rastro del yo casi se pierde.  La ausencia de puntuación exige del lector que acompañe a fluir lírico del poema, esto lo consigue a través de la anáfora, esto es la repetición de un fragmento frasal (“tenías razón Arturo”) y cuyo efecto será la contundencia poética. Insuficiente si no se repara el trabajo de orfebre, entre el lenguaje cotidiano y como este lenguaje transparenta imágenes y metáforas (“el silencio sumiso de las estaciones”).

Coda
La poesía sigue siendo, esa representación paciente –a veces entusiasta- de las utopías que trasgredieron nuestras propias creencias. La de Carlos Sánchez Vegas es una poesía que en el balance de la poesía del 70 no ha sido incluida por los estudiosos académicos, marginalidad que le da un sello especial: de una poesía que continuará vigente. Una poesía que se gusta y que reclama su lugar en la poesía peruana, y que llega contenida y desbordante a pesar del tiempo. Una poesía que sigue diciendo y recordando la escena social y nos reitera, desde su plasma lírico, nuestra condición humana.

Referencias:
Sánchez Vega, Carlos. (1981) Fuera del paraíso. 2ª ed. Lima: Lluvia Editores, 1996.
-----. La fuerza de los días. Trujillo: Edigraf, 1976.