La señora Miriam Bazán ha tenido la amabilidad de alcanzarme esta fotografía, la difundo (su primera Comunición y procesión de la Virgencita de la Puerta) y preciso un asunto en mi nota. Desde Roma-Tulape, son las 16 horas, en el Norte del Perú, en plena fiesta de la Mamita de la Puerta.
Los pueblos del valle
Chicama tienen sus creencias religiosas bien arraigadas. Tulape-Roma no es una
excepción, el calendario religioso empieza con la fiesta de Virgen de la Puerta, continúa
con la fiesta de las Cruces, en julio
con la Virgen del Carmen y en diciembre, la navidad que con sus nacimientos,
ahora casi escasos, son las fiestas religiosas que moviliza a toda la
población. De hecho cada familia tiene sus propias devociones, hay vírgenes
caminantes que pasan la semana en una familia, para luego, pasar a otra; santos
y milagreros que alcanzan el corazón de nuestra gente (Señor del Cautivo, Señor
de los Milagros), como los hay también las predicaciones protestantes que ahora
abundan en la población y algunas tiene un comportamiento chillón pues
consideran que la palabra de dios debe hacer escuchar sin respetar la
tranquilidad de los otros.
Dígamoslo ya.
En Roma-Tulape hay dos patronas, aunque creo una de ellas ha sido olvidado. La
patrona originaria, que es la Virgencita del Carmen y la que, en los años 40
empezó a celebrarse hasta convertirse en fiesta de todo el pueblo, me refiero a
la Virgen de la Puerta. Vamos a hablar de ella.
Mamita Virgen de la Puerta
No se sabe
exactamente como se inició la devoción de la Virgen de la Puerta, pero es la que se celebra desde el siglo XVII
en Otuzco, por estos lados de La Libertad (Perú). Es de la puerta por que según
la tradición nos salvó de piratas y filibusteros que querían atacar las tierras
de los valles de Trujillo, a ella se le rezó con devoción y no llegaron a las
costa de Huanchaco (Feijo). A Nuestra Señora
se la llama también Mamita de la Puerta.
Por devoción se acostumbraba untarse la cara de negro, como pidiendo libertad para
los negros y los bajaban a la costa, para que los protegiera y les permitiera
regresar a su comunidades.
Milagrosa y
querida por todos, la Virgen nos ha regalado distintos milagros, personales y
colectivos. Así ella ha cuidado a nuestras familias, pero también protegía a
los peones que eran raptados para llevarlos a las haciendas como enganchados. También nos defendió en la
época de la lucha libertaria cuando nos peleamos con los españoles y luego,
cuando los Chile llegaron a estas estos lares.
La virgencita de la calle Lima
En diciembre de
pronto aparecía una ramada vistosa que era el signo de la abundancia. Era un quinto,
en ella se colgaban frutas, alimentos
propios del valle, botellas pisco, cerveza
o anisado, y a veces, billetes de 10
o 20 soles que equivalía aproximadamente
al sueldo de un modesto trabajador recibía en todo un mes. Fue en la calle
Lima, como anunciando un año bueno, la señora María Paz Paredes, que vivió 107 años, celebraba la fiesta de
Virgen de la Puerta. Era una fiesta modesta, familiar, que poco a poco
comprometió a devotos y vecinos. Había
cohetes, bandas y comida. La devoción se expresaba en los rezos, novenas y cánticos
o milagros –hechos de plata- que le
hacían a la Mamita. Era una virgencita
pequeña, con su pequeño manto y todo. Una fotografía que tenía un marco de plata. La llevaban en procesión a la Iglesia para que le celebren su misa. La
devoción creció tanto que esta se fue convirtiendo en la fiesta del pueblo.
A fines del 50 la
iglesia trajo una nueva imagen y aprovechó la devoción popular, el hecho de ser
ya una fiesta del pueblo. La anécdota mundana tiene que ver con las limosnas.
Se cuenta que el cura reclamó estas devociones de la Virgencita para la capilla
(aquí en Tulape-Roma, no había cura, estos venían de Chocope), así que reclamó la
limosna que era para la celebración del siguiente año. El curita confesó que
traería una virgen. Así lo hizo. La pequeña Virgen de la Puerta de la señora Paz dejó de celebrarse porque ella ya
estaba muy anciana.
La Mamita del pueblo
Todas las segundas
semanas de diciembre, en la década del 60, se celebraba la fiesta de la Virgen
de la Puerta. La fiesta era llamativa, las calles se llenaban y la gente
participaba de la procesión. Era la fiesta del pueblo, no había que si eras
evangélico o no, porque ya era la fiesta del pueblo. Se armaban las ramadas
para la comida, a la Virgen se la ponía en su ramada al costado de la piscina,
frente a lo que, por entonces, se llamaba plaza Atahualpa. La gente ya se
noticiaba, se preparaban. Los devotos, por barrios o familias, se comprometían
a poner una banda típica, a traer una banda de músicos, a poner su botija de
chicha o comida para los visitantes. No era como en Chiclín donde recogían a los
borrachitos. Venía la gente de todos los
alrededores. Era más fácil llegar al valle que ir a Otuzco, ambas igual de
milagreras. Las danzas típicas acompañaban
a la procesión en la avenida principal, los viejitos nos tenía a la raya para
que puedan danzar, pero los danzante se lucían mejor cuando ellos hacían la
adoración. Los negritos de Otuzco, los diablos de Chiclín, las pallas, los
gitanos, los indios (apaches, claro) se destacaban. Una de las danzas más llamativas era la Muerte
del inca Atahualpa, porque recordaba a la Virgen que la bendijera en sus reclamos,
en su pedido de aumento al patrón.
La fiesta era
la feria del valle. La más importante de diciembre, había juegos artificiales y
juego para niños. Era una feria, venían los venderos de chucherías y sortilegios,
y claro los bolsillos modestos se agujereaban rápido. Pero se celebraba. La gente venía y se divertía. Había dos
bailes, uno social y otro popular. Estos bailes congregaba a toda la gente
según era su condición de costeño, mayordomo o empleado; la popular iban todos.
La fiesta ahora
bajo la responsabilidad de la Hermandad
era alentada por la construcción de la Plaza de Toros. Esto hizo que la fiesta también tuviera otro
carácter. La corrida de toros era un atractivo para toda la región. La fiesta
de la Virgen de la Puerta de
Roma-Tulape- le hacía la competencia a la de Otuzco que era recocida
oficialmente. Así que esto trajo cola.
Todo indica que el arzobispado prohibió la fiesta local y que solo se podía
hacer en enero. Hay que recordar que la capilla no tenía cura, el padrecito carmelita
venía de Chocope.
El arzobispado
de Trujillo tuvo que intervenir y prohibió la fiesta. Desde entonces, solo se podía realizar en el
mes de enero. No en diciembre, el 14, sino en Enero, por eso, aquí en Roma
Tulape se celebra en el mes de enero.
La fiesta silenciada
La celebración
de la fiesta virgencita se vio afectada
en dos oportunidades. La primera cuando los buenos curas de teología de la liberación
llegaron a inicio de los 70, a la ahora Parroquia Nuestra Señora del Carmen. Cuando estos llegaron decidieron que vírgenes
y santos de la pequeña iglesia fueran retirados y guardados. Todos los altares
que tenía la iglesia fueron depositados y olvidados. Pero en el alma popular, en el pueblo la
devoción continuaba. La fiesta dejó de
celebrarse. En esas circunstancias, la
familia Marquina retomó la celebración de la fiesta de la Mamita. Otra vez la
calle Lima se convirtió en escenario de la fiesta y como no quería prestarle la
virgen, mandaron hacer otra Virgen de la
Puerta, esta vez de madera (esta virgencita movía su mano). Fue así que nuevamente se celébrala fiesta. Esto, ocurrió hasta que después, nuevamente
se volvió a celebrar.
La segunda vez,
hasta la policía intervino. Esta vez los parroquianos de Roma Tulape se
quedaron sin cura, esto fue durante tres años. En plena crisis de la
empresarial, a la parroquia le quitaron lo que se llamaba la residencia
parroquial. Pero en la hermandad también hubo problemas, debido a un
desacuerdo que se produjo cuando se eligió a la directiva. Entre los hermanos, se fueron de mano, no
tuvieron consideración con sus vecinos, y entonces, tuvieron que tomar la
Iglesia y se celebró la fiesta de la Virgen. Claro que después, fueron a parar
a la policía. En la PIP, el comandante les pregunto: ¿Por qué están acá? –Por
ser católicos. –Váyanse nomás que ese es asunto de la Mamita.
Devociones
La fiesta de la
Virgen de la Puerta se sigue celebrando. Hay mucho entusiasmo y devoción. Lo
cierto es que sigue siendo considerada como la fiesta del pueblo. Hay todo tipo
de actividades, la más llamativa es el concurso de bandas típicas. Mis padres, mi familia participan de esta
fiesta. Lo hago como todos mis paisanos que llegan a vacacionar por estos días
de diversos partes del mundo o como aquellos que desde lejos envían sus apoyos para que las
bandas se realicen como dios manda.
No quiero terminar
esta nota sin compartir con ustedes lo que me dijo la señora Miriam Bazán. "No
tengo palabras para decirle, la Virgen es todo para mí. Es mi luz, ella me
ayuda después de Dios. Es la madre que nos bendice con tanto amor. Ella siempre
nos está cuidando. Nos está tendiendo su mano, cubriéndonos con su manto."
Postdata
Si es cierto
que en desde la época de la hacienda había paisanos pleiteros estos parecen
ahora concentrarse entre los tupas y los chicagos, que no respetan los
resultados del jurado. Esta madrugada ganó el barrio Tupac Amaru que presentó
una danza sobre los esclavos. Creo, sin embargo, que estuvo mejor la
representación sobre la marinera. Otro tanto tiene la empresa Casa Grande que quiso
cobrar por la realización de la kermes y la exhibición de caballo de paso,
olvidando que se trataba de la fiesta del pueblo. En fin, este sábado y domingo
estaré en la fiesta del pueblo. Acompañaré a la Mamita, a la Virgencita de la
Puerta, con su banda y luego iré a bailar. No sé si iré a la misa para mi madre
no me jale la oreja.
Agradecimientos:
Francisco
Espino, Natividad Relucé, mis padres y
mi hermana Victoria, que motivaron esta nota.
A don Adolfo Sánchez (Santiago de Chuco, 1938) y a doña Miriam Bazán
(Ascope, 1944) que viven en el pueblo
desde muy pequeños.
En la foto. Bajada de la Virgen de la Puerta y procesión. Don Adolfo Sánchez y doña Miriam Bazán.