Poéticas andinas - Puno, por Mauro Mamani Macedo



Por: Gonzalo Espino Relucé


Hace algún tiempo comenzamos hablar de poéticas andinas para testimoniar la complejidad de la producción poética en los Andes. Allí donde la palabra es cosmo y sentimiento, al tiempo que supone el impacto de la modernización y los tránsitos de lo indígena – andino sea en su afirmación como andino quechua o aymara o, si se quiere, para dar cuenta del uso de la letra para entablar una comunicación -que por momento parece un soliloquio- con el otro, una letra que no solo es el quechua sino la apropiación del castellano por los andinos.
Así Poéticas andinas, Puno de Mauro Mamani Macedo llega en un momento importante. Llega con una lectura notable del proceso poético que se ha dado en el sur del país. No se detiene en el recuento histórico sino en el proceso y maneras como la poesía ha sido y es realizada en las alturas del Titicaca. Propone una lectura de las más interesantes presentaciones de la poesía puneña del siglo XX, por eso, en sus páginas el autor nos invita percibir las tensiones y sensaciones del lirismo y las aventuras formales que van de la vanguardia poética y los Orkopatas (Gamaliel Churata, Alejandro Peralta; Inocencio Mamani; Carlos Oquendo de Amat y Dante Nava), a la voz india de la poesía de Efraín Miranda, como aquellas que emergieron en los 70 (Omar Aramayo, José Luis Ayala y Gloria Mendoza Borda) o el registro de una de las voces de las penúltima generación de poetas puneños: Boris Espezúa.Poéticas andinas,
Puno se convierte en un referente necesario para comprender la poesía que se produce en Puno, notifica la tradición y la continua renovación de la poesía que se da desde ese espacio de enunciación – sea como espacio real o como lugar de referencia virtual- así como sus relaciones con lo mejor de la tradición ancestral y aquella que nos viene del mundo moderno.

Poéticas andinas, Puno, de Mauro Mamani Macedo, es, sin duda, un libro necesario por ese diálogo entre la intensidad de la pacarina y la aventura –existencial, caótica- moderna de la poesía que se escribe en los andes.

© Gonzalo Espino Relucé.




(*) Mamani Macedo, Mauro. Poéticas andinas/ Puno. Lima: Instituto de Investigaciones Humanísticas IIH/ Facultad de Letras - UNMSM - Pájaro de Fuego Eds; 2009.


La huida mágica en el Valle del Mantaro, Jair Pérez Brañez


La huida mágica en el Valle del Mantaro, Jair Pérez Brañez
Por: Gonzalo Espino Relucé



La reflexión y debate sobre la tradición oral andina tiene en San Marcos, con seguridad a su mayor referente. Así lo confirma la sustentación de la tesis La huida mágica: literatura oral, control social y prácticas matrimoniales en el Valle del Mantaro de Jair Pérez Brañez[1]. Esta investigación examina un tipo de relato oral andino, de amplia difusión en la zona centro del Perú. Se le reconoce como la huida mágica: el núcleo central del relato está dado por un trasgresión aventurada por una pareja que la comunidad no acepta, ante este hecho huyen de la comarca. En ese trance, todo sus alimentos de agotan, uno de ellos retorna. El padre (hermano, pariente, etc.) confunde la incursión del que ha huido con la de un delincuente al que mata y se convierte en condenado. El enamorado, ahora convertido en un ser liminal, retorna con la pareja; esta sospecha de la nueva condición de su acompañante, pide ayuda a los poblanos que le recomiendan y/o entregan algunos objetos que servirán para cambiar de fortuna.


Pérez Brañez propone “que los cuentos de tradición oral del valle del Mantaro conocidos como la huida mágica pueden considerarse como elementos de resistencia cultural que posibilita la memoria y continuidad de prácticas milenarias". Por eso, hurga en el sentido práctico social del relato y advierte que este tipo de narraciones inciden "en el establecimiento de alianzas y pactos sociales entre y al interior de las comunidades, pactos y alianzas que se concretarían con el establecimiento de matrimonios concertados", diferenciándose de la propuesta de Morote Best, quien considera al "incesto como elemento articulador de estos relatos”.

La relación entre tradición oral y percepciones comunales, supone en una primera instancia el conocimiento de la memoria y resistencia cultural. El trabajo cuestiona la principal tesis de Morote Best que reducía los relatos de huida mágica a situaciones incestuosas. Pérez Brañez, explica la huida mágica dentro de una estrategia narrativa que obedece a las exigencias comunales; su lectura advierte que las relaciones de pareja no consentidas se convierten en una amenaza para la comunidad puesto que generaría relaciones asimétricas al interior de ella. Así, entonces el relato de huida mágica aparece como memoria de la resistencia cultural que da cuenta de dicha situación.

Esto pone en tensión, la relación comunidad- pareja y al mismo tiempo presupone otra, la de la propia pareja. La sanción deviene del hecho de cometer un infracción a las relaciones de reciprocidad (robar), ruptura que a su vez comporta un doble significado: de un lado, el hecho de alejarse de la comunidad, es decir, abandonar el espacio predilecto de la vida y la cultura y sumirse en un espacio distante, alejado y escondido (cueva, alturas) lo que estaría prefigurando el abandono de la condición runa. De este modo, quedarse sin comunidad, los convierte en wakchakuna. En segundo lugar, el valor de la palabra en el mundo andino, prometerse la palabra es un acto que genera responsabilidades, por el poder y condición sagrada de la misma, allí donde ella es más importante que la letra. La relación establecida por la pareja y mediada por la palabra se convierte en un riesgo para la pareja si se toma nota de lo que acabo de indicar.

Hay que sostener que este tipo de relatos evidentemente, por el componente sancionador – condenación-, corresponden a estructuras que nos llegan con la invasión, más precisamente corresponderían a los primeros eventos de la modernización en el siglo XIX. La presencia de ayudantes tales como el jabón y la aguja así lo evidenciaría. Aunque Manuel Larrú sugiere estudiar ambos elementos como enunciado de género, es decir, quién está habla en estas tradiciones orales. Diría, también, una forma discursiva específica.

El trabajo ofrece un importante compilación. Destaco el recogido por el autor de boca de doña Justina Paucar, relato donde evento y discurso se conjuran para advertir que no se trata solo del texto, sino de la dinámica comunicacional que establece oyente – narradora o narrador – oyente, por lo que Jair Pérez advierte las estrategias que están como marcas del relato oral.

El mérito de esta tesis está, sin duda, en su relectura, que apelando a la memoria encuentra las transformaciones que en la huida mágica se pueden percibir y al mismo tiempo, desde una identificación de la memoria andina, establece que se trata una representación de las relaciones sociales cuando el orden de la comunidad se ve amenazado por una probable asimetría. Jair Pérez establece, a partir de la huida mágica, cómo los relatos de tradición oral se instalan como la memoria de lo que piensan las sociedades andinas.



[1] Pérez Brañez, Jair. La huida mágica: literatura oral, control social y prácticas matrimoniales en el Valle del Mantaro. Lima: Facultad de Letras y Ciencias Humanas – UNMSM, 2009 (Tesis para optar el título de Licenciado en Literatura).
Detalle: Josué Sánchez
(c)gonzalo espino relucé, febrero 2009.

Colección Underwood, narradores



COLECCIÓN UNDERWOOD

CONVOCATORIA



La convocatoria para participar de la Colección Underwood está abierta. Para participar sólo deben enviar sus textos, ya sean crónica, cuento, poesía, ensayo, teatro, etc., al mail de la colección: coleccion.underwood@gmail.com

Acerca de la Colección Underwood

La Colección Underwood es un proyecto editorial que busca promover la obra de escritores jóvenes y difundir el gusto por la escritura creativa, publicando textos inéditos y de distribución gratuita. Junto a estos autores noveles se editan también números especiales de textos inéditos de escritores reconocidos. Los textos son editados en un pequeño formato que no descuida la calidad del diseño, por lo que las carátulas de cada número están ilustradas con motivos artísticos del acervo cultural peruano.El proyecto se inició bajo la dirección del escritor Ricardo Sumalavia, quien construyó con la colección un espacio para la difusión de textos literarios de autores noveles. El 2007 el proyecto tomó un nuevo impulso gracias al auspicio de la Facultad de Estudios Generales Letras de la Pontificia Universidad Católica del Perú y, bajo la supervisión de un joven comité editorial, se renovó el formato y el diseño de la colección. La propuesta editorial actual contempla la publicación de textos inéditos de autores noveles, así como de autores jóvenes y escritores de mayor reconocimiento en el medio, en una serie de seis números anuales.

Equipo editorial

Fundador: Ricardo Sumalavia
Responsable: Julio Del Valle.
Dirección editorial: Mateo Millones, Joel Anicama, Antonio Tuya
Coordinación administrativa: Estrella Guerra
Comité editorial: Joel Anicama, Julio del Valle, Estrella Guerra, Mateo Millones, Fidel Tubino, Antonio Tuya
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Solidaridad en la convivencia

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Lo raro es ser un escritor raro

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Cosas que deja la gente cuando se va

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A quien debemos temer

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Madureira Sabe

César Manuel Jumpa
Los pingüinos del desierto iluminado

Carlos Calderón Fajardo
Playas

Montserrat Álvarez
Panzer plastic


Gabriel Meseth
Tan hermoso como ella

Gino Luque
Desencuentros

Siu Kam Wen
Excursión a Huampaní (edición conmemorativa y bilingüe)

Mario Montalbetti
El lenguaje es un revólver para dos

Efraín Bedoya
Ojalá pase algo que nos borre de pronto

Sobre poesía quechua, un texto importante de Juan Zevallos






Sobre poesía quechua, un texto importante de Juan Zevallos
por Gonzalo Espino Relucé


En mi entrega anterior aludí al ensayo de Ulises J. Zevallos Aguilar, que aparece con el título “Gestión cultural en los Andes, Literatura quechua hoy” en (Lhymen nº 5, pp. 7-22). Propone, como dije, un renacimiento de la poesía quechua y supone adicionalmente el abandono de la "máscara", el seudónimo (Noriega) por el uso de la identidad civil y añade, una suerte de gestión cultural, y hice incapie en la necesidad de examinar el esquema productivo que parece ser de uso de iniciados. Me explico:
1. Una vez publicado el libro, ¿cómo circula? En que circuito se instala este texto o más bien, se puede confirmar, una vez más el localismo de estas experiencias editoriales que impiden finalmente que el artefacto cultural circule y llegue a diversas esferas del mundo cultural y social. Todos sabemos que este tipo de literatura nos llega porque de alguna manera nos hemos convertido en algo así como iniciados. El asunto no es exclusivo de los y las escritores quechuas, lo es de todo el proceso de las literaturas peruanas donde la producción de materiales queda circunscrita a una lectoría regional. Cito dos casos importantes: el de la Biblioteca Campesina en Cajamarca y el reciente lanzamiento de los Cuadernos de la Cultura Popular, en Huancayo. Agreguemos que se trata de iniciativas donde no hay concurrencia de un capital que permita fortalecer una industrial editorial.
2. Tal producción si bien se comporta como capital cultural, no logra ni convierte a nuestros escritores es escritores modernos, que vivan de lo que escriben. Son intelectuales que ha labrado su prestigio en el dominio de una lengua y una cultura, el quechua. El capital cultural que exhiben es su condición indígenas quechuas. Es correcto, por ello, reconocer su alta especialización.
3. Si compartimos la tesis de que la literatura quechua del siglo xx se ha posicionado de la poesía, tendremos sí que discutir la propuesta de Zevallos, que por cierto comparte con Noriega, en que esta se inicia con José María Arguedas. Pensamos, que el asunto no es así. Postulamos que el canon poético nos remite al Andrés Alencastre, Kilku Waraka, que en los años 40 participa de una antología que circula en Cuzco. Además, es oportuno, recordar, la larga tradición quechua escrita, que sin duda se remonta al viejo fray Domingo de San Tomás cuando escribió su plática
Llapa runacopac conasca/Plática para todos los indios (1560) y toda la producción del teatro quechua del siglo xix.
4. Si bien la poesía quechua tiene un fuerte arraigo oral, esta no debería ser descalificada porque aquella representaría imitaciones (“De esta manera estos recitales vendría hacer karaoke en quechua”). Esto no descalifica la difusión de la poesía quechua. Hay que recordar que una de los formatos de difusión de Haylli de Arguedas es exactamente a viva voz. Aun más, los formatod de difusión resultan complejos como ocurre con Alida Castañeda Guerra y la "transcreación" de Walter Bustamante, del libro Kayani, astilla de luz/ Qayani, kanchay quilpa (Ayacucho: Ed. Altazor, 2008) o Gloria Dávila, Kantos del ishpingo (Lima: Manoalzada, 2007) a propósito de sus perfomances y recitales.
5. De otro lado, el acceso a la universidad y los cambios operados en estos últimos años, no deben confundir al ocioso lector con las batallas simbólicas por la representación. Si para inicios de los 70 identificarse como indio era una osadía, para fines de siglo ya no lo es, aun cuando socialmente existan remanentes racistas. Así entonces, la conquista de la escuela y la andinización de las ciudades en el Perú, dieron un techo inclusivo para la aparición de poetas que no necesitan discutir su condición indígena, sino simplemente hacer lo que mejor hacen: escribir buena poesía en quechua. Así ni el cultismo ni el vanguardismo están lejos de ser parte de la prácticas escriturales de los quechuas modernos (Calvo crítica a Dida Aguirre porque occidentaliza la poesía al optar por formas vanguardistas, ignorando el soporte ancestral y oral que está presente en su taki)
6. Dos palabras finales. Ciertamente se trata de la modernización de la poesía qeuchua. No son quechuas que leen solo su mundo, leen otras tradiciones, las que se apropian, recrean o reinventan en sus trazos escriturales sin renunciar a su cosmovisión. Así lo encontramos en Tunupa (Lima: Ed. El Santo Oficio, 2202). De otro lado, es esta tendencia al bilinguismo que en los últimos tiempos se ha hecho una característica central de la publicación entre los poetas quechuas: Willian Hurtado de Mendoza, Dida Aguirre y Odi Gonzales. En el caso de Odi Gonzales, aparece como un programa que cuestiona la aparente condición insular de la poesía quechua, propone un texto trilingue: en la lengua del ayllu quechua, la de los otros, español; y las de más allá, el inglés.


© Gonzalo Espino Relucé

Lhymen, llega poniendo agenda a la Academia

Lhymen, llega poniendo agenda a la Academia

Por: Gonzalo Espino Relucé


Las revistas literarias siempre fueron una aventura exactamente porque tienen mucho de iconoclasta o mucho de reiteración o las más de las veces, para suplir, espacios que no siempre resultan atractivos para publicar lo que uno crea y piensa o, simplemente, porque aquello que producimos, no entra en el formato de las elegancias de la lengua y del “dedito meñique”, esas formas ortodoxas del buen comportar en una sociedad que se nueve entre conservadores y liberales. Así entonces, las revistas resultaban simplemente instancias, momentos previos, estados de ánimos, que finalmente podrían ser interesantes pues han costado más de un dolor de cabeza para la reconstrucción de período como hicimos con 30 años de poesía peruana.

Lhymen tiene de la aventura como la invención científica. Su interés resulta de la insatisfacción con lo que se dice y hace en la modestísima comunidad científica de literatura al tiempo de una reflexión académica sostenida que se grafica con los años que han pasado. Cinco números en un periodo similar dan simplemente cuenta de la inteligencia y audacia de un grupo que ha puesto hace rato una agenda que los circuitos académicos no dejan de reconocer (piense en Rosa Cuchillo, en la literatura de la violencia, etc.). Por ello podemos decir, que es una revista que se ha convertido en una plataforma que da cuenta de lo que hoy se está producción culturalmente y acaso de aquello que será la agenda del debate. Asunto adicionalmente, acompañado por lo que llamaremos goce del artefacto impreso, es decir, las cualidades editoriales del impreso llamado Lhymen

Es una revista que ocupa ya un lugar calificado en el medio intelectual, lo que significa que es un referente para las investigaciones, para el estudio, etc. De suerte que es una revista que cumple la exigencia de las llamadas revistas indexada, esa comadre que circula en los circuitos académico y que aparece como una exigencia del sistema internacional, pues según estas, se hace urgente que la producción local se inserte en el circuito mundial, asunto del nada despreciable y que con seguridad, Lhymen lo podría cumplir. En todo caso, sí existe una demanda moderna que en nada se contrapone con el impreso, la idea de la accesibilidad del objeto impreso respecto a su conversión de objeto virtual que sugerimos se emprenda.

Me temo que me estoy extendiendo en una presentación en la que debo cuando menos, al ocioso lector, indicar que trae este número. De suerte que voy a permitir hacer una cala en artículo de Ulises J. Zevallos Aguilar, que aparece con el título “Gestión cultural en los Andes, Literatura quechua hoy”. El artículo propone una interesante hipótesis de trabajo: el renacimiento de la literatura quechua, “el renacimiento se puede rastrear en la organización de recitales de poesía, concursos de literatura y publicación de libros de literatura y traducciones al quechua” (:7) Para ello revisa lo que ha ocurrido en el Perú con las publicaciones que acusa como parte de las iniciativa gubernamental y privada (ONG, principalmente). Ciertamente, llama la atención en el caso de la Villarreal la forma como se ningunea el esfuerzo por crear una Biblioteca Cultura Quechua Contemporánea como esfuerzo único de Abelardo Oquendo (“quien, ha pedido de la Universidad Nacional Federico Villarreal, ha creado la Biblioteca”) sin que se repare en la valla burocrática ni en los esfuerzos político-culturales que concurrieron a tal decisión para alcanzar tal logro. Pone, Juan Zevallos atención a la poesía, género en que se ha desarrollado la literatura quechua contemporánea (:14) Lo asocia además a una condición moderna, que aquello que accedieron a la escritura, por lo menos en las dos últimas décadas, no han tenido necesidad de usar la máscara, cuestión sugerida por Noriega, sino identidades perfectamente asible, de suerte que Eduardo Ninmango, Dida Aguirre e Isaac Huamán se ubicarían en la dimensión de los quechuas pero con apego regional (reivindican “su identidad regional que una identidad étnica”; :15) y los dos últimos representantes, de la poesía quechua peruana Ch’aska Anka Ninawaman (Ch’askakachay, 2004) y Odi Gonzales (Tunupa, 2002) cuya identidad se levanta sobre “un esencialismo lingüístico y estratégico para marcar su identidad indígena”; :17). Y lo asocia luego a un pregunta, que nos parece, interesante para el debate público sobre la producción quechua: “¿De que forma la literatura quechua viva está involucrada o forma parte de un nuevo movimiento social indígena en el Perú? (:12) Luego examinará las dos entregas anunciadas en este presentación.

Hay, sinembargo, que advertir los límites de este tipo de propuesta, sobre todo cuando encontramos categorías que advierte de olvidados, me refiero a idea de “gestión cultural” que obvia uno central, el de la circulación del producción del artefacto cultural . Dicho olvido oculta, esconde, un asunto central: la precariedad del sistema de producción en general de la literatura peruana, y segundo, este mismo ocultamiento esconde la condición provinciana de dicha producción. Me explico:

1. Una vez publicado el libro, ¿cómo circula? En que circuito se instala este texto o más bien, se puede confirmar, una vez más el localismo de estas experiencias editoriales que impiden finalmente que el artefacto cultural circule y llegue a diversas esferas del mundo cultural y social. Todos sabemos que este tipo de literatura nos llega porque de alguna manera nos hemos convertido en algo si como iniciados. El asunto no es exclusivo de los y las escritores quechuas, lo es de todo el proceso de las literaturas peruanas donde la producción de materiales queda circunscrita a una lectoría regional (sobre el que volveré en la siguiente entrega).

Este número resulta de sumo interes para la comunidad andina ya que aparece las compilaciones del maestro Joaquín Ferrer Broncano, Jara Puklla en la palabra un destacado novelista y estudioso de la literatura quechua, me refiero a MarcosYauri Montero, “Rondas líricas en los Andes”; los resultados de investigaciones de tesis altamente calificadas y de un exquisito manejo del aparato teórico, me refiero Jorge Terán, “¿Desde dónde hablar? A propósito de la negociaciones en y por el espacio de la palabra”; Edith Pérez Orozco, “Categorías andinas. La comunicación interrumpida y la búsqueda del yananti en Rosa Cuchillo de Oscar Colchado Lucio”; y “Figuración de lo metafísico: una lectura del poema ‘Cronica de Boecio’ de Juan Ojeda”. Y por cierto, no puedo dejar de inquietarme por las ideas que ofrece José Morales Saravia “Poéticas emergentes en la poesía peruana” y los oportunos aportes teórico de Dorián Espezúa, “¿Qué hacemos con teórico que no hacen teoría?”

Haylli, kilqasta Lhymenpa, waykikuna. Haylli.

Gonzalo Espino
Santa Rosa, junio 2008.

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