Hawansuyo, Fredy Roncalla
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De esta suerte, el lenguaje es primero, las tecnologías o registros de la memoria deviene en utilitarias. El problema viene cuando esta, se instala como la forma civilizada – desde el ego de europeo- acusación que se hace a los indios americanos – “no tienen escritura”- entonces, no son nuestros iguales. Pero estos indios, estos amerindios, exhibían otras codificaciones que ni españoles ni portugueses lograron entender, y si lo advertían, lo consignaban como objetos idolátricos.Fr. Ramón Pané, el primero que registra las costumbres, ritos y dioses de los indios taínos, siente que su escritura no puede capturar lo que los amerindios le informan, su propio trazo se vuelve complejo y encierra en su escritura la invención y la traición de la letra que se deja atrapar por las formas como los hombres taínos comprendían su mundo y sus dioses (Pienso, por ejemplo, en la analogía que construye del mundo con el pensamiento cristiano de la existencia del Cielo, ya elaborada por Colón: “Hoy en día los traigo que siempre están de propósito que vengo del cielo, por mucha conversación que hayan habido conmigo; y éstos eran los primeros a pronunciarlo adonde yo llegaba, y los otros andaban corriendo de casa en casa y a las villas cercanas con voces altas: venid, venid a ver la gente del cielo”). Pané escribe “El gran Señor que dicen morar en el cielo" (1), es como digo, una inscripción que inventa y aliena lo que observa, pero al mismo tiempo no deja de traducir las formas del pensamiento, como espejo, que tenían los indios taínos.
Analogía discutible pues se trataría de héroes culturales que migran, que van y continúan su destino hacia otras tierras como ocurre en la cultura nahua, pienso la derrota de Quetzocoalt, el dios-civilizador. Pero al mismo tiempo habrá que reparar en esos registros de la derrota que impone el trazo de la escritura de Pane: un cemí anuncia que vendrá hombres vestidos y que traerán hambre y que ya no gobernarán:
“Y afirman que estando en ellos Guaynacapa supo de la entrada de los españoles en su tierra, en tiempo que estaba don Francisco Pizarro en la costa con el navío en que venía él y sus trece compañeros, que fueron los primeros descubridores del Perú; y aun que dijo que después de sus días había de mandar el reino gente extraña y semejante a la que venía en el navío.”