Cantar de Wakachuta y otros cuentos de Niel Palomino Gonzales por Gonzalo Espino
La narrativa andina suele sorprendernos cada día. Este es el caso de Niel Palomino Gonzales (Paccayura, Grau, Apurímac, 1980), Cantar de Wakachuta y otros cuentos (Arequipa: Alettheya 2016), la primera edición circulo el 2010. Poeta, narrador y maestro universitario. Su narrativa resulta la ampliación de los espacios narrativos a los que estamos acostumbrados: los andes de Grau y abigeos. Prefiere los nudos extremos de la existencia, aún cuando resulta el elogio a la figura paterna, en un experiencia desconcertante y con tramos y contextos diversos como el vivido durante la guerra interna ("Cantar de Wakachuta"). Simplemente extraordinario y lacerante. Con "Cantar" viene tres cuentos más, las travesuras de los niños y la iniciación ("Mery y yo, para siempre"); los abigeos y toro de unicornio, bravo como wifalas ("La venganza del Aguacero") o los despojos que ha impuesto la gran empresas mineras ("El guardián de Paccyura"). Y no ofrece, adicionalmente, un fábula, poética, extremadamente punzante, toda las divisiones e injusticias metaforizadas ("Operación hormiga"). Una narrativa, una prosa que se mueve entre un realismo que sorprende por una suerte de poética los límites humanos. Al mismo tiempo, dialoga con la buena tradición del cuento andino: Los Ilegítimos de Hildebrando Pérez Huaranca o Apu Kolkijirka de Macedonio Villafán, sin obviar, claro es la impronta arguediana. Un libro escrito para recordarnos a nuestros fueros del alma espacios que los Andes no es una realidad homogenea sino poblada por la diversidad cultural, aunque la matriz, la percepción sea la andina.
Antología de la poesía quechua contemporánea (texto en proceso) Gonzalo Espino Relucé
0. Asumo, en adelante, una propuesta de mi waykicha
Fredy Roncalla, Hawansuyo, que define
sus trabajos poéticos como textos en procesos, no concluidos, como avances. Lo llama exactamente: work in progress.
1. En enero he concluido la antología de poesía
quechua que venía preparando. Ahora me corresponde escribir los breves textos
críticos que irán acompañaran a mi propuesta. En ese sentido, los textos que
aparecen en adelante serán simplemente proyectos, respuestas a interrogantes,
caminos para un escritura que al final compartiré desde el espacio académico.
2. La poesía en lenguas indígenas alcanzó a fines del
siglo XX su mayor expresión en América Latina. No fue un fenómeno ciertamente
nuevo venía desde mediados del siglo XX,
con investigaciones y monografías pioneras como las realizada otrora por
Ángel María Garibay, Historia de la literatura náhuatl
(1953-1954) y Poesía náhuatl (1964-68);
Miguel León Portilla, Los antiguos mexicanos a través de sus
crónicas y cantares (1961) y Literaturas
indígenas de México (1992), y Visión
de los vencidos (1959) que comparte con Garibay. En el área andina, aparece
José María Arguedas con Canto qechwa (1938)
y Poesía quechua (1965); vendrían
también dos trabajos claves de Jesús Lara, La poesía quechua (1947) y Poesía
popular quechua (1965). Con lo que quiero indicar que las pesquisas e reflexiones
críticas sobre la poesía indígena ha sido un tema presente a lo largo de todo
el siglo XX.
3. Su campo no
solo es el cultural. Tiene implicancias insospechadas. De allí que resulta
inevitable examinar dicho proceso de cara a la historia. Una historia de
despojo, arrinconamiento y descalificación. El quechua asociado al atraso
frente al proceso de modernización del país y la instalación definitiva del
estado nación que terminó por homogenizar y convirtió, primero, al indio en campesino y termino por
convertirse en la principal vertiente de una probable identidad en país no solo
desigual sino diverso culturalmente. No fue un fenómeno, en estricto, solamente
literario, vino acompañado por las continuas luchas de los pueblos originarios contra
el despojo y la defensa de sus territorios, su cultura y su lengua: la vida.
4. Pero
entonces, como reconocemos la literatura quechua, ¿cómo es que podemos
identificar algo que podríamos llamar literatura quechua? O acaso la damos por
sentada y no la discutimos? O, el
agrafismo que se endilga al quechua termina por convertir a esta cultura
exclusivamente oral? ¿Qué implicancias tuvieron los procesos de modernización
para arrinconada cultura quechua? ¿Qué ocurrió con el programa colonial de
castellanización? ¿Y qué sucedió en el siglo XX con el quechua? ¿Cuáles
entonces, serían esos objeto, esas producciones culturales, que identificamos
como poesía y narrativa?. ¿cómo y que características tendrían estas poéticas? ¿Cómo organizar el corpus de
nuestras literaturas, pregunta y demanda hecha por nuestro colega Carlos García
Bedoya? ¿Cómo se correlacionan en términos históricos las tradiciones orales o
las prácticas discursivas quechuas con las escritas, y en ese campo entre
poesía y la narrativa? ¿Qué tipos de relaciones establecen virtuales o reales
entre la literatura hegemónica y la literatura quechua contemporánea?
5. Afirmo que la literatura quechua la entendemos en
su larga historia. Esto es no empieza como se pretende todavía hacer crear con
la llegada de una tecnología como la escritura alfabética. No. Esta tiene, como
lo tienen todos los pueblos, vieja data. Acompaña a la condición humana de
cualquier comunidad. Y es la palabra la que expresa, la que en su manifestación
alcanza a expresar aquello lo singulariza sea como poesía o como narrativas
breves o extensas. Existe mucho antes. Allí donde se pierde la memoria, y es la
palabra la que ha permitido su continuidad en términos de recreación e
invención, de diálogo con los ancestros y de presencia continua de nuestro
tiempo. De esta suerte podemos en líneas
generales hablar de una literatura oral quechua que circula, que acompaña sentires, fiestas y rituales y que se ejecuta en los espacios comunales o allí donde los
runas están. Es ciertamente inagotable: será irrepetible, será nuevo aunque siempre dialogante con los ancestros. La otra, claro está aparece con la
domesticación colonial del quechua (Noriega) y el rapto de la escritura.
Hablamos entonces de registros que aparecen de un tipo de escritura en el marco
colonial y republicano y otra que se refiere básicamente a los procesos que vive
el país y que se refiere al registro y creación discursiva desde la escritura.
6. Hablamos de poesía quechua escrita en el sentido de
ser una poética que tiene dos componentes centrales: uno de orden tradicional y el otro de orden transcultural. El primero alude marcas que no solo son cosmovisionales
sino formales. Así la poesía quechua deja traducir una manera de comprender el
mundo y su relación con la gente, los otros (naturaleza, cosas) y los dioses,
pero a su vez las formas como en la tradición quechua se encuentran formulaciones
que invoca un conjunto de símbolo y armazones poético. Por ejemplo, la
presencia de símbolos como urpi, wamani, wayra, atuq, que suponen un conjunto de relaciones o
se leen en clave andina cada vez que aparecen el poema; la invocación a la dioses
tutelares o la dispersión respecto al sujeto con quien se dialoga, una amante
que invoca a la amada, lo hace a partir del símbolo de la paloma -urpi- no habla
directamente a ella, lo hace a través de otro mecanismo formal: habla de “ella” a la urpi y así lo expresa. Esta misma forma alcanza otros valores que
son más cosmovisionales, pienso en concepto como wakcha o wamani, que hace
precisamente de la poesía quechua una poesía
de los sentidos y del ritmo. No
de la rima ni de la cuenta del verso. Así el lexema wakcha no solo es una palabra con una fuerte carga semántica, sino que invoca diversas situaciones en el contexto andina del poema. Esta a su vez
tiene que ver con el dominio de verso que se oraliza antes de pasar a la escritura y se
emparenta en términos de sentido como las maneras como se incide en el sentido
poético: se apela a la sucesión de dos lexema o versos que dan lugar a un contenido que se intensifica, a esto llamaos groso
modo, dístico semántico y paralelismo semántico.
7. La viene dije de orden transcultural. La
cultura que aprendemos en este lado del mundo. Una escuela que enseña desde
occidente y cuyos rasgos culturales lo hemos aprendido suficientemente desde la
básica a la universidad. Así, la cuenta del verso en castellano no es nada
despreciable si empieza a revisar la forma como se han construido algunos
poemas (Ranulfo Fuentes). No hay una sola forma, las formas
son diferente. Este aprendizaje del verso tradicional, hispano viene acompañado
por las lecturas de la poesía de occidente y de sus experimentos vanguardista
que a la mayoría de poetas no le es ajeno. De allí la importancia del espacio (Carlos
Huamán López, Odi Gonzalez), la grafía, la fotografía (Odi Gonzalez) y el libro
objeto (Kilko W’araka, Ugo Carrillo). En el mismo sentido las formas poéticas contemporáneas
en el que la parodia y se puede asociar con toda la poesía moderna de occidente. El otro gran tema es como reinterpreta su
contemporaneidad como despojo o como cambio traumático, esto es su vínculo con
la realidad que ha vivido el país, especialmente, la guerra interna
(1980-2000).
(Continuará)
(Continuará)