En las últimas décadas, aunque principalmente, en la primera de este
siglo, se ha consolidado un núcleo de estudiosos de las literaturas que, en
general, lo hacen desde lo que podríamos denominar epistemologías del Sur. Se
trata un conjunto de intelectuales que desde la universidad alientan estudios
específicos sobre las culturas peruanas, en especial, sobre el mundo andino y
establecen vínculos con los procesos culturales que se vive en América Latina.
Entre ellos, destacan las figuras de Dorian Espezúa, Mauro Mamani, Neker Salazar, Pablo Landeo,
Víctor Flores, Dante Gonzalez, etc. que
a lo largo de este periodo han ido entregando en forma de ensayos y artículos
sus avances. Algunos de ellos como Víctor Flores y Mauro Mamani, han llegado al
libro. Dorian Espezúa Salmón, lo hace con una segunda entrega.
Se trata de un estudio exhaustivo, cuidadoso y
documentada, por momentos irreverente, pero sobre todo polémico. Fórmula
propuestas que permiten distinguir las distancias entre un discurso que aparece
como autorizador –de los cientistas sociales- y el discurso ficcional –el de
Arguedas. Este
trabajo fue, en su matriz expositiva, motivo de su tesis de magíster por la
Universidad de San Marcos. Como tal, a lo largo de Todas las sangres en debate se preocupa por establecer las lecturas que inciden sobre todo en la dimensión de la (re)presentación de la ficcionalidad y los mundos posibles en Todas la sangres; contextualiza la
discusión sobre los predios de la narrativa: en lo que llama pre-textos (La tierra prometida, Primera Mesa
Redonda sobre Literatura Peruana y Sociología y Primer Encuentro de Narradores
Peruanos); para luego seguir la estructura y línea argumental del debate (1965).
Concluye con algo que podríamos denominar el estatuto novelístico o la teoría
de la novela arguediana, que aparece como "Estatuto ficcional del
indigenismo arguediano en Todas las
sangres".
Si como he dicho se trata de un libro
cautivador, lleno de propuesta, aquí resumo algunas claves de lectura que
propone Espezúa, como un programa para nuestro acercamiento a los textos
ficcionales y las relaciones fronterizas (ficción-realidad, etc.):
- Su trabajo lo define como un programa intertextual e interdisciplinario, por eso "deja" "hablar a los participantes en el debate y a los que opinaron sobre la novela y sobre el debate que ella originó"
- Arguye que es "ingenuo sostener que el lenguaje (re)presenta la realidad o la realidad está en el lenguaje"; propone distinguir "narratividad de ficcionalidad".
- Postula "rastrear lo que no está dicho a partir de lo que está dicho" ("El análisis de cada uno de los turnos de palabra correspondiente a la llamada mesa redonda sobre TLS").
- El foco principal será el "problema de la (re)presentación del universo espacio-temporal en la literatura".
- Reafirma un postulado básico de la interpretación: "es imposible cerrar un texto que siempre permanece abierto a múltiples interpretaciones".
- Una lectura que finalmente, puede leerse como "la teoría de la novela arguediana"
Dorian Espezúa Salmón nos recuerda una vez más
que “una novela debe leerse como una novela y no como un documento
antropológico o sociológico en sentido estricto y viceversa”. El aparato crítico con el que trabaja lo ubica en un
horizonte teórico actual y trasdisciplinar. Desestructura lecturas sobre TLS, sobre todo aquellas, de los científicos sociales o críticos literarios, que sugieren que
el autor ha “utilizado el método científico para el reconocimiento de la
realidad peruana y para la escritura de su novela”. Por lo que cuestiona, finalmente,
la noción de documento para una novela,
y establece como estatuto de lectura la opción de discurso ficcional. (“La
novela es un constructo textual y no un estado de cosas que puede existir
independiente de lo textual”). Por lo que, afirma, que “las novelas de Arguedas son
recreaciones, reelaboraciones o (re) presentaciones, entonces sólo podemos
hablar de correspondencias analógicas que pueden tener, como todo texto
elementos testimoniales o autobiográfico.”.
Se trata, pues, de un libro notable. Todas las sangres en debate lo es
porque se ubica dentro del desarrollo de un epísteme que lo suficientemente
capaz de no olvidar su lugar de enunciación y a la vez la contingencia de diálogo, mediación o
batalla contra quiénes hace rato desean convertir la crítica literaria en un
dominio colonizado. Un libro que desdibuja las repeticiones que con ocasión del
centenario de José María Arguedas hemos visto en los circuitos culturales de la
ciudad letrada. Libro, notable, polémico y como siempre, propositivo. Vale.
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