Casa de Asterión, ContraCorriente y Letra Muerta



y siguen publicando...



La semana pasada, por azar y por la lluvia, estando en Huánuco, y por gentileza del amauta Víctor Condezo Domínguez, participe de la ceremonia de presentación de la revista ContraCorriente.
Quisiera anotar lo que dije: Recordé que Amadeo Illas ese cuentista de fabla y palabra limpia, que aparece en El mundo es ancho y ajeno, no le interesaba lo que los intelectuales veían en sus fabulaciones, sino eso que siempre le había agradado, gustar a la gente y contar de puras ganas. Al mismo tiempo, comenté que en los 70 los escritores del boom comenzaron a preguntrarse sobre la relación entre escritura y la revolución, Julio Cortázar, simplemente había dicho que la mejor revolución es escribir, bien, bien y bien mejor. Y para aguar la noche, me vino a la memoria el Foro de Yenan, las notas sobre el arte y la revolución de Mao Tse Tung que se convirtió en recetario que repetían muchachos que fungían de revolucionarios y que se convirtieron en Comisarios de la Cultura, frente a la gente que hacía poesía y que no comulga con sus ideas, fue así que escribieron en el legendario repertorio bibliográfico, donde funciona Taller de Poesía de San Marcos, "Abajo la poesía pornog(r)áfica". Esto para insistir en la sana necesidad de mejorar en cada edición y cada publicación lo que es nuestra producción literaria.
Veo con simpatía y saludo la publicación de tres revistas. La primera nos llega de Huánuco, y me refiero a la revista literaria Letra muerta (Año V, nº 10, Segunda Época). En ella encontramos colaboraciones del núcleo más importande escritores de Huánuco. Y en este número trabajos de Luis Hernán Monzombite , Samuel Cardich y Andrés Cloud. Trae más.
Casa de Asterion (nº 8, II Epoca), Laberinto cultural, publicado en Huaraz. Es una revista que trae importantes trabajos, en especial, trabajos tanto poético como críticos de Rocío Silva- Santisteban y un interesante ensayo sobre la vanguardia poética de Camilo Fernández C. Aparecen un relato del joven narrador Daniel Gonzales Rosales y poemas de María Isabel Guillén, Axthedmio Mau Guil y Christian Ahumada Heredia, entre otros.
ContraCorriente (Año II, nº3), revista de Literatura y Arte. Publicado en Huánuco el pasado diciembre. Esta revista resulta interesante porque imagina una propuesta de relación entre literatura y sociedad. No me corresponde aún hacer el balance de esta revista. Percibimos inquietud, tensión, iniciativa. Si como suscriben, esperamos que la escritura de los integrantes de este núcleo se convierta en el "punto de quiebre" de la literatura que se produce en la región. Destaco la importante labor de Marlon Maraví y Miguel Vargas.
Sigue siendo un problema el acceso a estas revistas. El circuito de producción editorial sigue siendo fundamentalmente artesanal. Por eso, creemos que la globalización nos ha puesto esta herramienta, la Internet, donde considero deben ponerse en circulación estas revista para acceder desde el espacio virtual. Ganaríamos mucho más en el debate, avanzaríamos más en una escritura que nos hable de la diversidad desde una palabra límpida y fundamentalmente creadora.
Aquí las direcciones electrónicas para establecer los contactos e intercambios:
Casa de Asterion (Huaraz), laberinto cultural. Dirige: Alejandro Mautino Guillén
CorraCorriente (Huánuco), revista de literatura y arte. Dirige: Marlon Maraví Rojas.
Letra Muerta (Huanuco), revista literaria. Dirige: Abel Valentín Hurtado.

César Vallejo, su aventura escolar y andanzas en los andes por Luis Flores




César Vallejo,
su aventura escolar y andanzas
en los andes de Huamachuco
por Luis Flores Prado




Al terminar la Educación Primaria el niño César Vallejo en el Centro Viejo de esta ciudad de Santiago de Chuco, contaba con 12 años de edad, viajó a continuar sus estudios en la ciudad de Huamachuco, capital de provincia de aquel entonces. Se matriculó en el Centenario Colegio San Nicolás, fundado por el ilustre huamachuquino Nicolás Rebaza Cueto, maestro, parlamentario, historiador y magistrado.

Recordemos que este antiguo edificio, los gruesos tapiales, distribuidos alrededor de un patio hundido, de puertas altas, amplias ventanas conventuales. El colegio estaba convaleciente aún de la incursión chilena, pues hicieron en él el Cuartel General enemigo, mobiliario y enseres fueron depredados por la tropa, abandonándola después de la infausta Batalla de Huamachuco, ahora ya el local luce completamente remodelado, perteneció al Convento de los Agustinos, quienes lo edificaron en el mismo lugar del Tambo Real de la época incaica.

César Vallejo fue matriculado el seis de abril de 1905 en el primer año de educación secundaria, como alumno externo, su casa pensión estaba ubicada en la calle Lara Nº 18, según consta en la matricula del colegio, sin embargo, vivió en la calle Puga o llamada también por ese tiempo "Calle del Chorro", por el manantial que fluía al costado de la Nº 2, propiedad de doña Desposorio Galarreta, cuyo sobrino Eleazar Galarreta fue su amigo mas íntimo durante aquella etapa.

El director del Colegio era don Alejandro Galarreta Gutiérrez, cuya administración lidiaba con los atrasos de los pagos de arriendos de las Haciendas El Tulpo, Yamobamba y el Hospital, dejadas por la encomendera Florencia de Mora de Sandoval a los indios pobres de toda la provincia de Huamachuco, con juicios por la perdida de 2336 cabezas de ganado de la hacienda de Yamobamba, las pensiones de sus alumnos eran muy exiguas por la pobreza que de dejaba sentir en toda la provincia, la única renta segura para el colegio era los 20 libras mensuales que consignaba el presupuesto General de la Republica.

El plan de estudios se acababa de reducirse a cuatro años los años de estudio, por lo que tenían mucha clases los alumnos y gran parte no soportaban el trabajo, abandonando algunos cursos cerca de los exámenes. El número total matriculados alcanzaba los 45 alumnos, el primer grado junto con Cesar A Vallejo llegaban a 23 estudiantes. Para el mantenimiento de la disciplina estaba un Inspector y el celador.

Al finalizar sus estudios de primer año obtuvo los siguientes premios: a) Célula honorífica en la clase de Historia Antigua de Oriente; b) Cédula honorífica de Aritmética Demostrada. c) Una de las diez segundas medallas de plata que se otorgaron los alumnos que se habían distinguido por su aplicación y conducta.

En el colegio secundario tenía como condiscípulos a sus paisanos santiaguinos Saul Benites y Genaro Castañeda. De los huamachuquinos José María Galarreta, Federico Abril Acevedo, Nemesio León Guzmán, Miguel Ángel Pacheco, Santiago Gastañadui. Ellos recordaban a César Vallejo como un alumno inquieto que versificaba con facilidad y gustaba discutir sobre temas filosóficos, y, otras veces se mostraba silencioso, pensativo, hermético.

En el segundo año obtuvo medalla de plata en Aprovechamiento y Conducta, premios en Gramática Castellana y el de Historia de la Edad Media. Se matricularon solamente 8 alumnos. El ingreso al colegio era a las 7 de la mañana.

En el tercer año matriculado como alumno libre, rindió examen el 20 de marzo de 1908, de todos los cursos, ante los profesores Alejandro Galarreta, Trinidad H. Peña y el bachiller Alejandro Peña. Abraham C. Vallejo estuvo en una conferencia sobre psicología como alumno replicante a finales de 1908, el tema tratado por su compañero Genaro R. Gastañadui polemizó al momento de definir que el entendimiento y la voluntad eran facultades del alma humana, y que la sensibilidad solo una cualidad. Incluso intervino el director del plantel concluyéndose que la sensibilidad también era una facultad del alma.

Según su más íntimo compañero Eleazar Galarreta, Vallejo y él solían pasear por los campos aledaños, contemplando los paisajes y observando la vida campesina. Asimismo, frecuentemente compartían las emociones de aventuras juveniles nocheriegas y gustaban acompañar las románticas serenatas de medianoche. Hay la versión que por esta época le decían "Potoso", por que le gustaba tomar la chicha en "poto", el cuenco de calabaza.

Como anécdota cabe recordar la siguiente: una noche del mes de San Francisco, en octubre, se suscitó un lió con uno de los postillones en un velatorio de "Taita Pancho" en una casa de la "Banda de Cumbicus". El postillón se quejó al subprefecto, quien de inmediato envió dos números de policía y puso presos a todos los lieros, entre ellos estaba César A. Vallejo. Y al día siguiente, a las 8 de la mañana, era conducido el grupo de estudiantes santiaguinos al despacho subprefectural, siendo seriamente amonestados.

El cuarto año de media en 1908 al rendir examen obtuvo célula honorífica en la clase de Geología y Mineralogía. En cuatro clases obtuvo la nota diecinueve y en las demás dieciséis y diecisiete. Siendo su apoderado don Basilio Guevara. Tiene ya cumplidos los 16 años y empieza su creación poética. "Florescencia" es uno de ellos, la referencia más directa a Huamachuco está dada en el poema:

Campanas muertas

Tristes campanas muertas sepultadas
en el féretro gris del campanario,
son como almas de bardos, olvidadas
en un trágico sueño solitario.

Abstraídas silentes y enlutadas,
cual sombras de un martirio visionario,
por los rayos del véspero doradas
son lágrimas que llora el campanario.

En los tibios crepúsculos del estío
parece que surgieran suspendidas
del muro en ruina de mi pecho frío,

junto a mi corazón que mudo y yerto,
sangrando el carmesí de sus heridas,
como esos tristes bronces yace muerto!

Vallejo habla aquí del viejo y carcomido campanario, edificado a finales del siglo XVII por los agustinos, en cuyas bases libran al tiempo los sillares incaicos, éste esta ubicado a un costado de la puerta de ingreso al Colegio San Nicolás. César Vallejo en sus tiempos de estudiante secundario disfrutó del Huamachuco beato, de mantilla y voces gamonales. Aquel Huamachuco que a la hora vespertina tañían los viejos bronces del campanario por el Ángelus, y todos haciendo lo que sea y en donde estuvieran, se postraban de rodillas hasta que pase las campanadas.

En 1915 Vallejo, se graduó en la Facultad de Letras de la Universidad Nacional de Trujillo, con la tesis convertida luego en libro con el título de El Romanticismo en la Poesía Castellana, obsequió un ejemplar con una dedicatoria a la biblioteca de su alma mater, el Colegio San Nicolás.

En junio de 1916 en Cultura Infantil publica el poema:

Estival

En una roja tarde de verano
cruzó como una sombra penitente,
el calmoso perfil de un indigente
alargando doquier la débil mano.

Rumorosa de júbilo la gente
veían con desdén al pobre anciano,
era un parque de fiesta, donde en vano
suplicaba el ayuno amargamente!

Luego, desengañada, paso a paso
la trémula visión de la pobreza
perdióse entre las sombras del ocaso.

En la mugrosa túnica que huía
el sol en un milagro de grandeza
lloraba una radiante pedrería.


Quizá sea una referencia a la situación de miseria del campesino peruano, un primer atisbo de su profunda preocupación social, que más tarde lo llevaría a su pleno compromiso con las clases oprimidas.

Años después, en 1920, cuando su hermano Néstor Vallejo trabaja como Juez de Primera Instancia en Huamachuco, Vallejo visita la tierra de sus primeros escarceos literarios. Antiguos amigos y compañeros de estudios, ahora ya profesores de su misma alma mater, el colegio San Nicolás le rodean, encabezados por Santiago Gastañadui, le alcanzan el primer número de Fiat Lux, que acababan de editar, César los recibió con efusión, exclamando: "Así debe ser la juventud, dinámica; hay que cometer aunque sea un crimen, antes que permanecer estacionarios". Los alumnos de tercer año de secundaria del Colegio San Nicolás daban una velada y acordaron invitar a César Vallejo, como un medio de obtener mayores fondos. Ananías Márquez Cerdán fue uno de los que le hicieron la invitación y quedaron que a las 9 de la noche debería estar en el lugar de la velada. Llegó la hora y Vallejo no llegaba, la gente reclamaba su plata pues no veían al poeta. Salieron a buscarlo y por fin lo encontraron en la casa de doña Margarita Larraondo, a donde le habían invitado a comer. Estaba completamente ebrio, sin embargo le dieron dos tazas de café y lo llevaron cargado a la función, en el proscenio Ananías sostenía un brazo y otro estudiante el otro brazo, lo sentaron en una silla, el se quito el sombrero, se bajo los cabellos completamente y pronunció: "Trotando, trotando en mi potro alazán, con la melena desgreñada, semejante choza nómada perdida en el desierto, retorno a esta Atenas de los Andes. Si Santiago de Chuco me dio la materia bruta, el bloque amorfo, Huamachuco pulimentó aquel bloque y hizo de él una obra de arte". Estos mismos estudiantes los llevaron a dormir a la casa de la señorita Maria Luisa Larraondo que era amiga de poeta, ubicada en la calle Lara, donde estaba en pensión cuando era estudiante del San Nicolás.

La referencia a "Trotando, trotando" se refiere a la distancia que separaba por camino de herradura Santiago de Chuco a San José de Porcón, era cuatro horas a caballo, de San José de Porcón a Coñachugo una hora y treinta minutos y de Coñachugo a Huamachuco cuatro horas, sumando cerca de 10 horas de cabalgadura.

La influencia de Huamachuco en Vallejo era tal que una de las dramáticas circunstancias de su vida de emigrado en París, en un parque y ante una bella mujer que lo acompañaba, Vallejo, patético y reiterativo, nombró a la ciudad de su añoranza: "Huamachuco... Huamachuco... Huamachuco". La dama le solicito que le explique el significado de la misteriosa palabra, y el poeta, colocando en la mano femenina una moneda, le contestó: "Es una deuda que tengo que pagar".


Huamachuco, 15 de marzo del 2006




Bibliografía:

ESPEJO ASTURRIZAGA, Juan. César Vallejo: Itinerario del Hombre 1892 – 1923. Lima: SEGLUSA EDITORES, 1989
GALARRETA GONZALES, Julio. César Vallejo: Poeta, Narrador, Dramaturgo, Ensayista. Lima: Universidad Nacional Federico Villarreal, 1992.
VALLEJO, César. Obras completas. Edición de Ricardo Gonzales Viagil. Lima, Banco de Crédito, 1991 (Biblioteca Clásicos del Perú).
VIGO, Mario. La comunicación social en la provincia de Sánchez Carrión. Trujillo, Proyecto de Desarrollo Integrado, 1979.
Archivo de la Biblioteca del Colegio Nacional San Nicolás
Versiones orales de: Alejandro Ortiz Galarreta (Nieto de Eleazar Galarreta, íntimo en Huamachuco de César Vallejo)


Nota: El texto corresponde a la segunda parte de la conferencia de Luis Flores en Chiquián, 17º Encuentro de Escritores y Poetas de Ancash, Perú, inicialmente lo publicó en su blog con el título de "Trotando trotando... Retorno a esta atenas de los Andes Huamachuco en César Vallejo". "Campanas muertas", fue publicado en La reforma (Trujillo, 13 de noviembre 1915) y "Estival" en Cultura Infantil nº 23 (Trujillo, junio 1916). GE.






AZUL@RTE
Revista literaria virtual

Tras los pasos de Luis Pardo por Ricardo Virhuez


El año se inicia con el encuentro ancashino. Allí compartiremos algunas de nuestras reflexiones con colegas de varios lares del país. Reproduzco el texto de Ricardo Virhuez.


Tras los pasos de Luis Pardo
Por: Ricardo Virhuez Villafane

En 1909 murió Luis Pardo Novoa, el famoso bandolero ancashino que robaba a los ricos para asistir a los pobres, y cuya vida despertó pasiones encontradas, odio, admiración, libros y películas en los primeros años del agitado siglo pasado. Esta noticia por sí misma no tendría ninguna importancia, de no ser porque la figura justiciera de este ser de carne y hueso ha pasado a los terrenos de la más desaforada leyenda dentro de la cultura popular peruana, casi al modo del famoso Robin Hood anglosajón. .Acaso podamos comprender mejor la vida insufrible de Luis Pardo si constatamos que su abuelo, natural de Huaraz y homónimo suyo, fue un hombre áspero y aventurero, de decisiones rápidas y dos veces alcalde de Chiquián, distrito donde más tarde nacería el legendario bandido. También el padre de Luis Pardo fue otro aventurero feroz, hombre rico que participó en las montoneras caceristas en su lucha contra Piérola, se autonombró gobernador de Cajatambo y murió baleado durante un enfrentamiento con un cura terrateniente, a quien logró matar a balazos.

Luis Pardo nació en Chiquián el 19 de agosto de 1874 y fue el primero de cinco hermanos. Desde que quedó huérfano a los once años, su vida se convirtió en un acto de rebeldía permanente. A los veinte años se enroló en las huestes montoneras de los caceristas y descendió por las serranías de Ancash. Al llegar a Barranca, en 1899, su destacamento tuvo un sangriento combate con los soldados gobiernistas de Piérola, quienes los derrotaron y tomaron prisioneros. Luis Pardo fue uno de ellos. El parte de combate lo calificó de "Capitán de húsares" y fue llevado a cumplir prisión en una cárcel de Lima. Salió poco tiempo después, gracias a los amigos e influencias de su abuelo, y regresó a Chiquián sin caballos, fusiles ni gloria.

Luis Pardo se había casado joven, pero el matrimonio no le satisfacía. Se enamoró de una muchacha a quien sin miramiento alguno raptó e hizo suya. Más tarde agredió a un par de mujeres que le recriminaron por su conducta disipada y padeció la primera denuncia que lo obligaría a huir lejos de su pueblo. Pero Luis Pardo parecía condenado a las bellas artes de la expropiación. . Atacó a un acaudalado terrateniente, quien lo denunció ante la gendarmería. Durante una fiesta, mientras toreaba y enamoraba displicentemente, los gendarmes lo tomaron preso. Pero esa misma noche el futuro bandolero huyó por el techo excesivamente modesto para él y se ganó la merecida fama de no aguantarle las pulgas a ninguna prisión, porque siempre, desde entonces, logró escapar de todas las cárceles adonde llegó a parar.

Los años posteriores sólo fueron un conjunto de hechos que han perdido ya su carácter rigurosamente histórico. Luis Pardo, siempre solo, pocas veces acompañado por amigos de confianza, atacó las propiedades de los poderosos de las sierras ancashinas, huanuqueñas y liberteñas, y lo que se llevaba en bienes lo repartía entre la gente humilde y más necesitada.Pero no lo hacía en silencio. Se rodeaba de una atmósfera especial que volvía el acto dadivoso en todo un acontecimiento. Hombres y mujeres pobres empezaron a amarlo y a pronunciar su nombre con respeto.

Su fama de bandolero justiciero iba pareja a su otra fama de mujeriego y conquistador. Al pueblo adonde llegaba armaba fiestas y borracheras fenomenales, y se daba el lujo de elegir a las muchachas de su preferencia sin que éstas opusieran resistencia. No comprenderíamos las inexactas, numerosas y hasta inverosímiles hazañas de Luis Pardo sin la intervención fabuladora de los mismos gamonales, quienes enrostraban al bandolero todos los delitos cometidos en la región, aunque ello lo convirtiese en una persona ubicua e intemporal.

Hasta que apareció la figura regordeta de un singular y oscuro mayor, Toro Mazote. Desde Lima se le había encargado la dirección represiva contra Luis Pardo. Pronto los resultados se convirtieron en macabras evidencias. . Toro Mazote y sus gendarmes prepararon una red de información cuyos métodos priorizaban la tortura, el asesinato selectivo y la coacción sicológica brutal contra quienes consideraba amigos, conocidos y familiares del bandolero.Pero no fue Toro Mazote y su sangriento grupo los que atraparon a Luis Pardo. El bandolero, huyendo hacia la costa, pasó por Cajacay y Raquia y se detuvo en compañía de un amigo apellidado Gamarra. Era el 5 de enero de 1909. Un gamonal lo vio, dio aviso a las autoridades, soliviantó al pueblo y fue esa multitud de enfervorizados campesinos pobres, embriagados con el aguardiente de los poderosos, la que rodeó a Luis Pardo y lo acosó en una gruta sobre el río Tingo, puente de Chaplián, en el distrito de Marca (frente al actual distrito de Antonio Raymondi-Raquia).

Sin municiones, herido y sabiéndose perdido, Luis Pardo y su amigo se arrojaron a las torrentosas aguas del río. Una pedrada de un campesino le impactó en la cabeza. Y mientras las aguas lo arrastraban, siete balas se le incrustaron en el cuerpo.Los enojados pobladores recogieron río abajo los cadáveres y los llevaron al pueblo. Allí, ante la presencia de la muerte, los ánimos se calmaron. Un alférez recién llegado vio los cuerpos exánimes, sacó el revólver y disparó contra el pecho y la cabeza de Luis Pardo. Los mismos pobladores que antes lo atacaron defendieron ahora su cadáver. Estaban armados y por eso las autoridades retrocedieron ante el intento de deshonrar a los muertos.

Toro Mazote arribó enojado por no haber sido de la partida, pero se dio el lujo de castigar y apalear a quienes derramaban una lágrima por el bandolero, prohibiendo su sepultura para escarmiento. Sin embargo, los amigos y familiares de Luis Pardo desacataron la orden y lo sepultaron en un acto de dolor y rebeldía que nadie se atrevió a interrumpir.El nombre de Luis Pardo alcanzó un inusual estatus legendario. Surgieron los poemas, huainos, mulizas, pasacalles, chuscadas y valses en honor del bandolero que robaba a los ricos y defendía a los pobres. Su figura se rodeó de un aura de romanticismo lo suficientemente profundo como para permitir su ingreso en el arte y la literatura.

El puente de Chaplián se llama ahora "Puente Luis Pardo", lo mismo que algunas calles de Lima y provincias y diversas asociaciones campesinas y culturales. Su perseguidor, Toro Mazote, siguió viviendo de la tortura, las muertes y violaciones. Pronto le llegó la sífilis. Se internó en un hospital donde sufrió el desprecio de todo el mundo. Murió recién con una dosis de morfina que un médico asqueado se atrevió a suministrarle. . Luis Pardo, ahora, no sólo es motivo para la literatura y las artes. También nos hace pensar sobre la legitimidad de sus expropiaciones. También, lamentablemente, sobre la irónica suerte de los héroes muertos a manos de quienes amó y defendió a costa de su propia vida.Pese a los años transcurridos y a la muerte, Luis Pardo sigue siendo un héroe de nuestro tiempo. No un héroe oficial, ese que los gobiernos inventan en honor de corruptos y militares, sino un héroe sumergido en lo más profundo de la conciencia popular, lugar donde descansa a pesar del tiempo y a pesar de los olvidos. Murió en Marca.

Hace poco visité el lugar donde murió Luis Pardo. Se encuentra en Marca, en el caserío de Colina. En la parte inferior de este poblado, a orillas del río que divide Marca con el distrito de Antonio Raymondi, existen abrigos rocosos, pero la cueva donde se escondió Luis Pardo ha desaparecido con la construcción del actual puente de cemento. Desde esos abrigos pedregosos Luis Pardo se arrojó al río. En la actualidad, el puente "Luis Pardo" nos muestra todo el paisaje. En enero de 2009 será el centenario de la muerte de Luis Pardo. Ojalá las autoridades de Chiquián (donde nació Luis Pardo) y de Marca (donde murió) por lo menos coloquen una señalización recordando el lugar de su muerte, acaso un busto en su memoria o un ramo de flores que el tiempo marchitará. . .

Tomado:

http://virhuez-7.blogspot.com/2008/06/tras-los-pasos-de-luis-pardo.html