Conocí al poeta cuando frecuentaba el taller de poesía de San Marcos, en 1977 Luego, vinieron otras andanzas, hasta que en el verano siguiente ocurrió esa maravilla que le debemos todos a Efraín Miranda. Me refiero a la publicación de Choza (1978). Recuerdo esa mañana de febrero caminando por la avenida Argentina tras los ejemplares. Fue recibido en la editora Humboldt y le entregaron los primeros volúmenes. Fui de aquellos que leyó con olor a tinta fresca ese prodigio poético. De eso ha pasado tiempo. Nos escribíamos, pero un día las cartas se interrumpieron, no llegaron más. En el aula, en la palabra escrita, entre la gente amiga, era una lectura de permanente descubrimiento; su nombre circulaba como una referencia necesaria entre el lector iniciado, el poeta y el crítico. Pero, ¿quién es Efraín Miranda?
Sin duda su estancia en Arequipa marcó la definición de lo que será en el futuro. La experiencia en el Colegio Independencia fue crucial porque allí hervía poesía como hervía la voz de protesta. Baste recordar que este colegio está asociado a las protesta contra el centralismo y al mismo tiempo espacio de formación de las juventudes del Sur del Perú. El Independencia ofrecía una educación más allá de la mera repetición de los manuales, alentaba una viva devoción por la lectura tal como ocurriría con el poeta: “Leímos lecturas de muchos autores franceses, norteamericanos. En ese tiempo había mucha literatura que se publicaba en Lima y llegaba a Arequipa, así recuerdo la revista SUR también estábamos tras los dominicales de los diarios en donde había poesía de diferentes autores y dábamos nuestros parecer” (Chino-Coque: 43). No le era extraña la poesía moderna y hay que bosquejar su parentela con la poesía de los Orkopata, es decir, con la primera vanguardista del siglo XX que tuvo una importante influencia en la literatura nacional.
Las notas biográficas realizadas han imaginado al poeta aislado en las alturas de Huancané. Pero el poeta se ha resistido y ha ido aclarando. La invención de esta biografía se hace difícil, cuando uno imagina el abrupto traslado a Lima. Este viaje no le depara ni cubre las expectativas, fue un periodo de intensas búsquedas que tenía que ver con su inserción laboral; sin embargo, el encuentro más memorable ocurrirá cuando los poemas que traía el joven poeta fueron leídos por Sebastián Salazar Bondy que ha sido testimoniado a Chino Huanacune y Choque Pacheco:
recuerdo que alguien me dijo que mostrara mis poesías a Salazar Bondy […] Me dijeron que era un hombre asequible. Ya, no. Con esa referencia, tuve alguna vez
la idea de llevarlo, y lo hice, le pareció maravilloso, extraordinario. Nos hicimos amigos, es un hombre muy amable. Posteriormente me indicó que lo visitara en la empresa para conversar sobre mi libro. Dejándome muy sorprendido. No pensé que este grupo de poemas pudiera constituirse en el [poemario]; mas Salazar Bondy me manifestó que sí era un libro. Incluso pensé que debían ser muchos más [poemas] para que fuera un libro. Salazar Bondy comentó de Muerte Cercana que era un libro como pocos, era algo raro, publicando así un artículo para mí. (Chino-Choque 1989: 48-49)
Yo fui con la idea de radicar en Lima, pero no pude conseguir trabajo. Estuve
dos años en Lima buscando trabajo en cualquier parte, en lo que sea, tenía que
madrugar y cuando iba al lugar de la dirección señalada en algún periódico,
entonces llegaba a ese sitio y encontraba cola, y la cola se terminaba muy pronto, porque encontraban al empleado, al oficinista, a la persona que podría desempeñar ese cargo. Eso me desanimó muchísimo y comencé a vivir del aire, a respirar aire.
Llegará entonces, el tiempo en que le proponen nombramiento interino, en un poblado lejano. Efraín Miranda decide, acepta y va al encuentro de la comunidad de Jacha-Huinchoja, se convertirá en comunero. Aprenderá de la comunidad, su nuevo libro será la cultura y la vida en esa comunidad de altura. Allí permanecerá durante 30 años. La Escuela Fiscal nº 893. Jacha-Huinchoja será clave para el destino poético de Miranda porque a su cultura poética clásica y moderna, le vendrá ahora ese sentimiento singular que viene de la vida, del verse rodeado y comprometido con el mundo indígena. Su aprendizaje está en íntima relación con Jacha-Huinchoja. Él no solo es el que educa, Miranda es educado por los niños y niñas de esta comunidad aymara. Saldrá Choza (1978). La misma comunidad con su palabra, con su magia, con su cosmovisión trasunta su discurso poético. El resulado será un libro que tiene la mirada puesta en lo que salen de los bordes de la comarca y se aventura en el espacio urbano, una mirada indígena de la ciudad: Vida (1980). Ana María Portugal ha recogido el testimonio del significado que adquirió la comunidad y Puno para el poeta:
Al estar uno en Puno, tienes que respirar el olor de la tierra, el paisaje comienza entonces a introducirse, el indio, el habitante andino: yo dejo que todas las expresiones del Ande entre dentro de mí, no le cierro las puertas a nadie: al contrario, todo debo recibirlo, cantarlo, percibirlo y cuando me es posible, todo eso debo pensarlo, recordarlo, quererlo, amarlo. Aquí he pisado tierra he encontrado raíces, hojas, aquí me he desarrollado. (Portugal 1966: 12).
Chino Huanacune, Isabel Julia (y) Julia Dolores Choque Pacheco. La poesía de Efraín Miranda Luján. Puno, Universidad Nacional del Altiplano, 1989 (Ts. para optar el título profesional de Licenciada en Ciencias de la Educación).
2 José Gabriel Valdivia (y) Mauricio Medo “Efraín Miranda: La poética del mundo indígena” (Entrevista). Inédito facilitado por Mauro Mamani.
2 comentarios:
Efraín y los valientes.
Efraín Miranda y los valientes es un título que se me viene a la mente porque en cada poema de "Choza" vamos siendo testigos de como desde una cosmovisión andina nos rebelamos contra la cultura occidental a la cual ya somos hibrídos no por mala suerte sino que un choque de civilizaciones entre los Incas y los españoles, las heridas son profundas en las palabras pero con Choza nos volvemos los mosqueteros de la literatura mundial ante la cultura hegemónica de los europeos.
Victor Huamalies Chirito.
Efraín Miranda, 1979, 1980, caminando en la Casona de San Marcos, cercanía al Frente de Escritores de la Literatura, Asamblea, cafecito frente al Palermo, poemas tierradentro, afecto entrañable. Con el "Choza" somos testigos de como desde una idiosincrasia andina nos enfrentamos y resistimos a la cultura dominante, de la que somos hijastros por la invasión hispana. Las brechas son hondas y en los poemas de Choza nos tornamos los rebeldes, los delfines de la literatura latinoamericana frente a la cultura dominante impuesta por los europeos. Coincidimos colega Victor Huamalies Chirito.
Publicar un comentario