Sobreviviente

Escribo.  No sé qué cosas.  Como aparte, mi cuarto.  Empiezo a dejar los dolores del cuerpo. Depresión. Mi perro está atento a mis movimientos. He llegado al día catorce. Y esta mañana el moche se despertó; “quieres estar un rato conmigo”. Lloro está vez de alegría, ya sé que no me va pasar nada. Todavía me agito, canso y duermo, paracetamol, duermo, ligera fiebre aparece, y se va. Mi sueño retorna al cuartel de caña de azúcar que están quemando. Las iguanas me sacan, me llevan a la huaca Faña. El Zorro rojo los ha dirigido, allí estoy, cenizo y colorado. Mi cabello largo está hecho trizas, horrible, quebradizo. Tengo varias peladas. Me corto mi vieja melena. La gente del pueblo se ha pasado la voz, hay un muertito en la Faña. No estoy muerto, siento, escucho, huelo. Vienen, me llevan acongojados. Dicen, “Era buenito.  Y cómo se había enamorado de la Marquina”. De verdad creen que he muerto. Y cierto, he muerto.  Soy un sobreviviente.

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