Hildebrando Pérez Grande, Rosa tú.






Hildebrando Pérez Grande



ROSA TÚ


                                         Vuelve a su alma, a su peligro eterno.
                                                                     Martín Adán



Se hacían llamar Soldados de Cuerpos libres. Trataron

De humillar tu alma incandescente. Y te lanzaron

Al canal Landwehr, por donde el Spree corre sin prisa, no lejos

Del puente Cornelio donde ahora crecen rosas como banderolas.

 Horas después, la misma suerte corrió Liebknecht, el fiel

Camarada. Y no descansaron hasta dar muerte

A tu amigo Leo, que te amó con y sin espinas. Apenas

Quedó de ella un pendiente de oro, sus guantes gastados,

Retazos de aquel vestido con el que desafiaba el invierno de Berlín

Y la chispa inoxidable de sus mejores sueños. Dijiste

Que todo había que debatirlo, incluso tus cartas

En donde brillaba la poesía, la música y el runrún popular.

Los viajes no le eran ajenos. Mucho menos la prédica inagotable,

Sin importar las tormentas ni el hambre ni los intolerantes.

Lo tuyo era el rigor y la frescura de la espontaneidad y pensar

De manera diferente. Su gramática tenía un aroma más exquisito,

A ratos ingobernable. Ah, Rosa tú,  melancólica rosa de mis recuerdos:

Tu nombre es una llamarada, un perfume que aún seduce

Como lo hubiese dicho un poeta de las Antillas

Que también Caribe llaman. Rosa tú,

Nuevos Soldados de Cuerpos Libres orquestan

Como hienas hambrientas

Su muerte. La calumnian y acribillan en las redes y con memes.

Ahora que el tren me ha dejado

En Luxemburgo, no sé en qué lengua hablarle.

Quiero ser parte de esta historia: déjame ser tu escolta.


                                                          ( De: Soledades de Solange)

En la foto Sandro Chiri, yo e Hildebrando Pérez (Feria del Libro, Trujillo 2019).












                                   
                                                         

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