No habíamos presenciado en los
últimos años felices coincidencias que afirman las culturas quechuas en nuestro
país. Este año se ha publicado la segunda edición de Literatura
Huancavelicana / La voz del trueno y el arco iris de Isaac
Huamán y la compilación Ayllukunamanta imaymana
willakuykuna/ Mitos y cuentos de pueblos originarios de María
Sumire. A la que se suma la que hoy comentaré.
Las antologías casi siempre
corresponden al cierra de un momento o la consolidación de un periodo. Estas a
su vez nos permiten intuir las preferencias y silencios. Lo que las convierte a Qosqo
qhechwasimipi akllasqa rimaykuna / Antología quechua del Cusco[1] en
un referente porque presenta una visión completa del astro del quechua a lo
largo de su historia colonial, republicana y contemporánea y, ciertamente, tiene
el mérito de inscribir textos que dan cuenta de añejas y recientes escrituras
quechuas del Cuzco. La compilación ha
sido realizada por César Itier, Luis Nieto Degregori y Jorge Alejandro Vargas
Prado.
Qosqo qhechwasimipi akllasqa
rimaykuna es
una antología que pone al día lo que en quechua se ha escrito y dicho, desde la
palabra que reflexiona sobre la vida, el idioma o la otra que dulzura y
hermosea, la palabra del corazón. La edición bilingüe se organiza tomando en
cuenta lo dice y canta la gente desde los tiempos de los abuelos. Si aparentemente
parece detenerse en la ortodoxia de los géneros, la imagen que nos llega es histórica
y plural: junto con la palabra hermosa que identificamos como poesía leemos
textos que responden a la necesidad de comunicar y convencer, esto sin
renunciar a una configuración básica: la relación entre el pensamiento popular
quechua y la densa memoria ilustrada, entre la extensa tradición oral y los
casi 500 años de escritura en la letra que aprendimos a partir de 1532.
El libro ha sido dividido en
siete secciones: Kawsaymanta willaynawan chaskisimiwan willakuykunawan/
Narración oral; Sirmunkunawan kunasqkunawan yachanapaq
qillqasqakunawan/ Sermones, discursos y ensayos; Waynukuna /
Lírica tradicional; Yusinchik yupaychay takikuna/ Lírica sagrada; Harawikuna /
El yaraví; Puymakuna / Poesía profana; y, Tiyatrukuna
/ Teatro. En cada una de las secciones se incluyen los más
representativos del período; no solo lo que más o menos se conoce si no
aquellos que definitivamente son de escaso acceso, o son referencias
especializadas o de coleccionistas. Una característica importante que
podemos resaltar es la utilización de un doble patrón, dos fuentes en la elección de esta
selección: las que provienen del universo ilustrado y las que vienen del mundo
popular y oral; pero al mismo tiempo, la selección ofrece una imagen histórica
de los ocurrido en cada uno de las secciones. Pienso en la acertada
mirada de los tejido de la tradición oral cuzqueña, como “Isicha puytu” a la
producción etnográfica-testimonial como los textos que vienen de Kay
pacha o Gregorio Condori Mamani. O en la exquisitez barroca de
“Hanaq pacha kusikuynin” al deslumbrante encanto de la palabra quechua Santiago
D. Astete (1872), en “Wakcha kaspachus ñuqaqa…” (¿Será porque soy pobre?); en
“La viuda” con la respectiva versión quechua; o, en el escurridizo Juan de
Figueredo de “Ñuqapcha ninkich kay qillqasqayta…” (Dirán que este escrito es
mío) a la más intensas de las poetas quechuas cuzqueñas, cuyos poemas se
conocen básicamente en el circuito virtual: Ch’aska Eugenia Nina Anka
Ninawaman. O en el amplio registro del gusto popular como “Valicha” o “Puka
pulliracha” (Pollerita Roja). Como ocurre, también, en la expresión del
virtuosismo barroco (Espinoza y Medrano, Centeno de Osma, Valdez) al gran
teatro cuzqueño de la identidad (Jara, Zuñiga, Ochoa) o el teatro popular
quechua como el fragmento de “El pongo Killkito” de Andrés Alencastre.
Todas las antologías y la Antología
quechua del Cusco, no podía ser la excepción, asumen un riesgo: la de
seleccionar y al mismo tiempo dejar fuera de la misma a otros textos. Pondré
tres ejemplos: 1) la ausencia de las formas rituales como parte del discurso
quechua, tal como en las representaciones de la muerte del Inca
producidas en el siglo XX; 2) el guión del Inti Raymi como invención
recreada de una ritual indígena; y, 3) la ausencia de nuestro escritor
renacentista, me refiero a los textos poético registrados por el Inca Garcilaso
de la Vega (Comentarios Reales (1609), Lib. II, cap. XXVI).
Una agenda que se deriva de Qosqo
qhechwasimipi akllasqa rimakuna corresponde a la lectura de los
textos seleccionados, que, de por sí, son el mejor indicador de la existencia
de una tradición escrita que se mueve entre el patrón discursivo de occidente
–quebrado mucha veces por el indígena- y el que proviene de las culturas
populares quechuas, como viene ocurriendo con la poesía contemporánea.
Por lo que resulta interesante preguntarse sobre las relaciones entre la
llamada “literatura peruana” y que aparece como sistema hegemónico y lo que,
desde la hegemonía quechua cuzqueña, se ha elaborado y al mismo tiempo la
significación del cuzqueño con relación a las otras variedades del quechua y su
desarrollo y, en el mismo sentido, en lo que significa la cultura quechua como
territorio -políticamente como región- de los quechuas Cuzco
Con todo, Qosqo qhechwasimipi
akllasqa rimaykuna resulta un apasionado itinerario por las diversas
formas del buen decir del quechua del Cuzco, lo que convierte a esta antología
en una propuesta de encuentro entre la letra y el lector anónimo, entre los
circuitos letrados y la modesta escuela donde se habla y escribe en quechua y
desde donde se aprende la lengua castellana, de allí también, la pertinencia de
una edición bilingüe. Un libro que habla de la vitalidad del quechua cuzqueño,
una invitación al reencuentro con nuestras culturas andina. Lectura, no solo apasionada,
sino necesaria.
[1]
Itier, César; Nieto
Degregori, Luis; y, Vargas Prado, Jorge Alejandro (comp.). Qosqo
qhechwasimipi akllasqa rimaykuna / Antología quechua del Cusco. Ed.
bilingüe. Cusco: Centro Guaman Poma de Ayala, Municipalidad Provincial del
Cusco, 2012.
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