Celebración por la poesía de Hildebrando Pérez Grande (1) por Gonzalo Espino


Este jueves 29 setiembre, la poesía está de fiesta. Celebramos Aguardiente de Hildebrando Pérez, en nuestra casa de estudios, en San Marcos. Voy a proponer primero algunas ideas para leer los poemas del libro que apareció por primera vez en 1978 y, luego, en la siguiente entrega, presentaré un breve testimonio.

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Algunas ideas para leer la poesía de Hildebrando Pérez Grande

Si hay que imaginar al poeta, imaginémoslo como ha propuesto que lo leamos. Desde su libro mayor: Aguardiente. Poeta silencioso, fue cubriendo todo el periodo, sin necesidad de la bulla ni los escándalos o piruetas tardías. Siempre fue un poeta cuyo reconocimiento se labra en su propia palabra. Es con el premio Casa de las Américas (1978) que la poesía de Hildebrando Pérez circula en un espacio mucho más amplio. Es ese tipo de palabra trasgrede el tiempo. Su poesía pasa a ser entendida y comprendida como una voz clave en la poesía latinoamericana. Planteo a continuación algunos enunciados que pueden servir para la leer y discutir la poesía de Hildebrando Pérez Grande.

1. La poesía de Hildebrando Pérez empieza a conocerse en los 60, con Piélago. La asociación con el núcleo del 60 no parece necesariamente ser el indicador para situar su poesía y seguramente sería más interesante si esa trayectoria poética se mira de cara con lo que ocurre en la poesía latinoamericana que se lee en los 70. Lo cierto es que se trata de una poesía que vuelve sobre un trazo sencillo, pero con brillo de artesano.

2. Esto nos invita a pensar su poesía en varias líneas que a su vez lo asocio a las tradiciones que el poeta deja entre leer en sus poemas. La presencia de la tradición poética en lengua española como uno de los componentes intertextuales que aflora en su poesía (Generación del 28). Pero al mismo tiempo las tradiciones de la poesía del siglo XX, en especial de la tradición francesa. La voz poética que se instala en Aguardiente está necesariamente asociada a la conciencia de la letra como escritura.

3. Al mismo tiempo se trata de un lector disciplinado de la poesía y cuyas preferencias y devociones, los inscribe como como paratextos e intertextos que aparecen pegados a las estructura del poema y denotan, a su vez, la capacidad de leer diversas tradiciones y, al mismo tiempo, darles un giro inusitado o parodiarlas con lucidez, aun si se trata de una simple alusión, como ocurre en las dicciones que invitan a recordar a Charles Baudelaire en "Lobo gris", Aguardiente, forever:
Arrastran sin piedad tu corazón
Por las calles y hospitales. Las flores
Del mal incendian tu piel, tus bagatelas literarias.
Te dicen que el láser es un rayo milagros. Y

4. Pero estas tradiciones y los juegos intertextuales le son insuficientes para la calidad formal de su poesía. De esta suerte la poética de Aguardiente, forever se asocia a la tradición oral andina en sus más vastas tendencias. De un lado, a la tradición quechua cuyas resonancias se aprecian en Libro Uno, al mismo tiempo las formas que lleva a la letra y que tienen arraigo ancestral como la huaylinas o la forma yaraví, que se entrecruza en su palabra. Entonces, cuando hablamos del sitio de la poesía de Pérez Grande, tenemos que pensarlo como un sujeto moderno, que se imagina en la aldea global pero sin renunciar a las tradiciones ancestrales ni abandonar aquellas que corresponden a la poesía contemporánea.

5. Pero la idea de aldea global –o como se dice en estos días, transmedias- no debe obliterar una condición básica de su poesía. Su apego inevitable -e intenso- a la realidad de su época y que aspira a imaginar poblada de ternura y justicia. Por lo que deviene en testigo de su época. No es extraño encontrar en toda su poesía la queja anhelante de justicia o el rastro de la denuncia sin que ello opaque el lirismo y musicalidad que caracteriza a su poesía.

6. Esto me lleva a pensar en la poesía de Hildebrando Pérez como trazo testimonial que puede asombrarnos por la ternura que emerge de ella, pero al mismo tiempo la destemplanza que aparece frente a los acto de injusticia y desamor, inevitablemente aparecen pegada a la voz poética.

7. Los referentes y espacios de su poesía resultan insuficientes como refracción del entorno poetizado. El poeta ha cuidado que su poesía sea la palabra que dice siempre. Si desde referentes localizables puede abrirnos a la universalidad de su palabra, esta misma no se disiente de marcas o referentes globalizados, cuya poesía registra. Otras maneras que nos invita a leer su poesía como evento sensitivo y sensorial. De suerte que estamos ante un poeta de su tiempo y de una voz poética que lo trasgrede.


8. La palabra poética de Hildebrando está asociado a un empeño estético de ser palabra sincera. Estoy pensando en la relación que se percibe en toda su obra, entre escritura y sociedad, entre poesía y realidad. Es un mago de la palabra. Pero no del panfleto, sino de la poesía. La escritura poética de Hildebrando Pérez es de la palabra llana y sencilla para decir las cosas, pero palabra capaz de cogernos en el cogollo de nuestra ánima.

9. Como en toda la gran poesía, la voz poética de Hildebrando Pérez Grande no podía inhibirse de hablar de la propia poesía, sobre todo en los últimos poemas de Aguardiente, forever :
Solo se sabe que está en París y que muy pronto un aguacero
inesperado la cubrirá de espasmos y abismos y puentes y souvenirs.
Poesía eres tú, balbucea una voz templada por el vino (copiando
sin vergüenza al sevillano a quien todos los amantes saquean sin piedad).

Para más adelantes volver con otro tono, como quien recuerda al viejo Martín Adán, aunque distante de los caballeros andantes, en "Cangrejo":
¿Para qué la escritura bien labrada?
Poesía no dice nada, Amadis.
¿No dice nada?

Y que condensa en la pregunta -ya lo sé, eran enunciados, solo enunciados, me disculpo por ello- que hace la voz poética en "Gallo ciego":
¿Y entonces, dónde está la poesía?

Un gallo ciego ilumina la noche,
con el cuchillo limpio de su canto.

10. Si como lo leímos cuando ganó el premio Casa de las América (1978), que celebramos con entusiasmo camarada, esta misma poesía es la que se resiste al tiempo, precisamente, porque en la poesía de Hildebrando Pérez tiene la grandeza de la palabra que dice a los humanos más allá del encanto musical y los bordes formales por ser simplemente poesía (con todo el rigor de la propia palabra de Hildebrando Pérez).


Solo he deseado enunciar estas ideas para discutir y desarrollarlas con ocasión de la Celebración Poética que ofrecerá este jueves el departamento de Literatura de la Universidad de San Marcos. La Hildebrando Pérez, una voz poética que libra la batalla de la palabra, que dice intensidades, una voz que, pasado los años, sigue cautivando por esa limpieza y transparencia luminosa llamada poesía, que no es la que está callada.

Pérez Grande, Hildebrando. Aguardiente, forever. Lima: Hipocampo editores, 2007. (Colección Katatay) ISBN: 978-9972-2915-5-5

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