Mitos, leyendas y cuentos peruanos (Arguedas y/o Izquierdo) por Gonzalo Espino Relucé

Cuando se publica Mitos, leyendas y cuentos peruanos (1947) se concluía un ciclo importante de la memoria cultural del país. Eran años en que el folclor entraba a la escuela y se convertía en una materia obligada en la formación de maestros y maestras peruanas (Espino 1999). Fue, si se quiere, la primera vez en que la escuela, hizo el intento de acercarse a la comunidad. Y es que la coyuntura socio-cultural estaba acompañada por la presencia de un gobierno que pensaba en el país y que alentó la participación de importantes intelectuales, me refiero al gobierno de José Bustamante y Rivero (1945-1948). Piénsese en Luis E. Valcárcel al frente del Ministerio de Educación Pública, a Amadeo Delgado Pastor al frente de la Dirección de Educación Artística y Extensión Cultural, a Francisco Izquierdo Ríos al frente de la Sección Folklore y a José María Arguedas como Conservador General.


Maestros(as) comparten La Sección de Folklore elaboró “minucioso cuestionario” (Arguedas-Izquierdo 1970) que permitiería recoger el folklore del país: “Cuestionario para la recopilación del folklore literario -mitos, leyendas, cuentos, tradiciones, poesías, canciones, adivinanzas, refranes, dichos”. (Izquierdo 1975). El cuestionario se enmarcaba dentro de una propuesta que apostaba a catalogar la memoria tradicional coetánea del país. En el pasado remoto lo había realizado el estado español con toda la cultura amerindia durante los siglos XVI-XVII. Esta vez se hacía en un momento particular del Perú, que comenzaba a vivir impacto de la modernización en todos los lugares del país y atravesaba por un proceso fuerte de migración. Lo que estaba tras el cuestionario era identificar los elementos de la identidad nacional y reconocía al folclor como fuente depositaria de la memoria y cultura del pueblo peruano.


Era la primera vez que el estado peruano lanzaba una iniciativa como la que estamos comentamos y que tendría visos de un trabajo compartido. Antes había sido empeños más o menos individuales, puede recordarse Literatura incaica (1938) que compila Jorge Basadre para la Biblioteca de la Cultura Peruana. La idea del folklore había florecido en el Perú y alcanzaba su mejor momento, se incluía como parte de las preocupaciones de la intelectualidad peruana y se convertía en materia obligatoria en la formación de los maestros.


En efecto, los maestros y maestras atendieron al llamado que se les hiciera a través de los Inspectores de Educación. “Las repuestas al cuestionario propuesto fueron llegando en forma abundante y continua; y por el volumen que ellas tenía comprendimos que el cuestionario fue demasiado exigente y demasiado amplio. Y como era necesario divulgar algo” (Arguedas-Izquierdo). Con la participación de los maestros (as) se levantó un corpus antes imaginado, pero no realizado. Izquierdo ha recordado que “se prestaba, por su índole, a la primera experiencia de colaboración de los maestros” y que “el éxito fue rotundo” (Ibíd), que se traduce en los legajos y legajos fueron llegando a la Sección de Folklore. De ese conjunto solo quedó una selección, pero lo más valiosos está en la presentación que se hace de los tres mundos y las tradición oral ribereña.


Tres mundos

El impacto del cuestionario tuvo frutos inmediatos. Este material desbordaba las expectativas de la iniciativa, por ello, se definió como libro escolar –por lo que es posible imaginar que algunos temas no serían incluidos por el carácter modélico que admite la escuela. Lo interesante aquí será que se presenta por primera vez los tres mundos del país que confluyen en un libro, metafóricamente se trata de un Perú integrado en sus fabulaciones. Se incorporaba por primera vez a la Selva -o Montaña- tal como se la signaba a la Amazonía por entonces. El libro se estructura siguiendo la división especial que se hacía del Perú de entonces.


Era la primera vez que aparecía en un formato que lo integraba como parte del imaginario nacional. Mucho antes, Adolfo Vienrich había emprendido la comprensión de los relatos y poemas quechuas en Tarma pacha huaray (1905), no había incursionado en la Amazonía, en Nuestra comunidad (1924) de Hildebrando Castro Pozo recorre la memoria narrativa de la sierra central y incidentalmente ingresa con un relato fronterizo de la selva y Arturo Jiménez Borja, en Cuentos peruanos (1937) había atendido los relatos andinos de la sierra de Ancash y del centro del Perú. Pero la Selva aparecía más bien en los relatos ficcionales y la memoria ribereña. En cierto modo tanto los primeros relatos de José María Arguedas y Francisco Izquierdo Ríos se pueden leer como narrativas con un fuerte componente oral y popular, son relatos que tienen de etnotexto y el texto ficcional, me refiero a Agua (1935) y a Ande y Selva (1939) respectivamente.


De manera que cuando sabiamente Izquierdo y Arguedas deciden hacer esta inserción de los tres mundo, inciden en una memoria inclusiva. Considerada como justa por los autores, es a su vez una representación de diversidad aunque sin la evidencia del conflicto. Así lo expresan los autores:

“La división del país en Costa, Sierra y Selva corresponde no sólo a la realidad geográfica, sino a la particular realidad cultural del país, la cual ha sido en gran parte condicionada por la geografía. Hasta la apertura de las grandes carreteras y su intenso tráfico actual, la geografía física determino férreamente, como un factor principal, el proceso de la cultural, la asimilación de los caracteres de la cultura occidental por los diferentes grupos humanos. El proceso era diferente en ritmo y naturaleza en la Costa, en la Sierra y en la Selva.” (Arguedas-Izquierdo)

El mismo texto evidencia, de otro lado la importancia de la literatura oral de la Costa, que aparece con mejores contornos en esta edición. Va acompañado por otro que tiene que ver con la situación actual de la costa que aparece empobrecida en su memoria oral. Este libro apunta de manera certera y cubre en parte la ausencia de los relatos orales de la Costa.


Montaña

Si este es el primero logro, la Amazonía será el segundo logro. Aparece aquí uno de los recuentos más completos. Hay eso sí que indicar que los relatos que se presentan corresponde a colonos y ribereños, no es todavía la voz indígena, esta vendrá más tarde. Aquí nos encontramos con migrantes y con gente vinculada a los Andes o la costa, la mayoría de relataos tiene esas expresión una expresión viva de los andes, en los giros y mitos, aunque apareen ya con nitidez los espíritus de la selva, los madres, padres de la selva, y por cierto, aquello que se identifica con los demonios. Izquierdo Ríos considera que el libro del 1947 “patentiza, por primera vez, una expresión integral del alma de nuestro pueblo, a la par que un encomiable esfuerzo colectivo.” (Izquierdo) Y aclara “la presencia de la Selva también por primera vez en un libro” y que la presentación que hace Mitos… alcanza a “casi todas las narraciones populares de nuestra Amazonía.” (Ibid). La nota de 1947: constata lo siguiente que “La conquista de la selva fue empresa moderna, todavía inconclusa. Sin embargo el folklore de la Selva es muy vasto, especialmente maravilloso y de toda originalidad, a pesar de que su material es abundantemente venido de fuera. A través de las leyendas y cuentos de la selva y de los valles transandinos que publicamos en este volumen es posible identificar la composición humana de la actual población de nuestra Selva y su originalísima formación y estado cultural.” (Arguedas-Izquierdo) Y se identifica los proceso que se ha vivido en la Amazonía, la presencia de colonos, de migrantes y ribereños: por eso los relatos que vienen el libro “son expresión de la imagen y la concepción de los nuevos colonizadores tienen de la Selva, de esa prodigiosa y realmente salvaje región que retiene con extraña tenacidad a los inmigrantes.” (Ibíd).


Metodología

Mitos, leyendas y cuentos peruanos ofrece a su vez un esquema para trabajar los relatos orales del país. La primera consideración tiene que ver con la fuente, es decir este tiene que ser el narrador hablante de una comunidad, aunque acepta que los jóvenes (hombres y mujeres) puede a su vez expresar a su propia cultura, aun así se prefiere ir más lejos, salir más allá del pueblo. De ello se desprende que hay que respetar y comprender al texto, la implicancia será que lo que dice el que narra -y su estilo- deben respectarse, por eso, la revisión de la recopilación que realizan el 1947 “se ha[n] hecho con el más estricto respeto del estilo de cada alumna”, a cada informante y la presentación obliga –sin abandonar el estilo de narrador- a realizar algunas corrección ortográfica, por ello indican haber introducido correcciones gramaticales: “han sufrido las necesarias correcciones gramaticales”.


Coda

Un trabajo peretenece a la memoria de la tradición oral. Una manera de recoger y divuldir los relatos de tradición oral. No nos hemos detenido en los textos, si lo hemos presentado en términos de contexto. Ya habrá ocasión para hablar de los relato. Seguiremos conversando.



Referencias:


Arguedas, José María (y) Izquierdo Ríos, Francisco (ed.)Mitos, leyendas y cuentos peruanos. Lima: Ediciones de la Dirección de Educación Artística y Extensión Cultura, Ministerio de Educación Pública, 1947. 2ª ed. Selección y notas de José María Arguedas y Francisco Izquierdo Ríos Lima: Casa de la Cultura del Perú, 1970.


Espino Relucé, Gonzalo. "Emergencia y trayectoria de un paradigma" en Kachkaniraqmi, II Etapa, nº 8. Lima, marzo 1993; pp. 50-53.


Izquierdo Ríos, Francisco. Pueblo y bosque. Folklore amazónico. Lima: P L. Villanueva, 1975.


Imagen:


Tomada de la ed. La agonía de Rasu Ñiti, J. M. Arguedas. Populibros Peruanos. Por favor citar así: Espino, Gonzalo (2011). “Mitos, leyendas y cuentos peruanos (Arguedas y/o Izquierdo)”. En: La Alforja de Chuque (gonzaloespino.blogspot.com) Avances de Investigación. 9 abril 2011

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