Arguedas, algunas ideas sobre su poesía: Ork’okunapi wayllar ischupas por Gonzalo Espino Relucé


La poesía de José María Arguedas (1)
Freddy Roncalla ha advertido que Los ríos profundos es uno de los poemas más bellos escritos en Latinoamérica, ciertamente, en ello no se equivoca. Toda la escritura arguediana está precedida de un intenso aliento poético que teje su palabra. Si, como he ya hemos indicado, su obra narrativa ha sido estudiada, no ocurre lo mismo con su poesía. Menos aún su poesía quechua.

Alternancias
El aliento poético que hemos anotado para la producción creadora de Arguedas tiene en su poesía su mejor realización. Acusa una doble procedencia: de un lado, su apego a la tradición popular, a los takikuna que Arguedas le pone una especial atención desde muy temprano. Para él es una de las manifestaciones culturales más importante del pueblo quechua. De allí su importancia. Tal producción a su vez lo encontraremos como entregas específicas, en la que nuestro autor propone traducciones (Canto Kechwa), o como manifestaciones que aparecen en estructura narrativas o en sus artículos etnográficos. Asunto sobre el que ha reparado Mauro Mamani, siguiendo la lectura del proyecto estético de Gamaliel Churata (tesis doctoral de pronta defensa). Por lo que en este conjunto podemos nosotros atenernos a la producción anónima quechua, a los compositores vernaculares y en general, a los arreglos que para el formato narrativo realiza (Zorros…).

La segunda viene de su propia cosecha, de su condición de poeta. José María Arguedas escribe desde muy temprano poesía. Las cartas a su primera esposa así revelan al poeta (Pinilla). Pero la mayor poesía vendrá el año 1962 cuando publica a Tupac Amaru kamaq taytaychisman Haylli-taki / A nuestro padre creador Tupac Amaru. Himno-canción. Todos los poemas quechuas de este período –los que conocemos- se publican en la década del 60. Su presencia en el circuito letrado de la poesía quechua letrado es entonces, a partir del 62. Es el período que concentra su mayor poesía.

Arguedas acompaña sus trabajos con la traducción de los mismos. Traducciones que están asociadas a la recopilación de los takikuna y su propia producción, pero al mismo tiempo, encontramos sus traducciones y versiones de la producción poética quechua colonial –incluido los poemas sacros. Asunto que debe merecer nuestra atención.

Fuentes
Cuando se publica Canto kechwa (1938), Arguedas cuestiona el logo que sobre el indio se tenía en la ciudad letrada. Lo hace para afirmar la condición creadora y lo despoja del tópico de la tristeza (“el indio es triste”), este mismo trabajo a su vez ponen en evidencia los cambios que la modernización está produciendo en el país. Se trata de 21 poemas quechuas del sur, van en la lengua y son traducidos por nuestro autor. Más tarde vendrá, como resultado de los trabajos con Jorge A. Lira y J.M. B. Farfán una nueva colección, en la que revisa dichas traducciones y precisa los textos. En Canciones y cuentos del pueblo quechua (1949) no aparecen los textos quechuas, las traducciones le pertenecen. Ambos publicaciones aparecieron Cantos y cuentos quechuas (1986) por la Municipalidad de Lima, una edición francamente descuidada.

Como ya está establecido el primer poema publicado por Arguedas es Túpac Amaru kamaq taytanchisman. Haylli-taki/ A nuestro padre creador Túpac Amaru. Himno-canción (1962), con este libro ingresa al circuito literario de la poesía (aunque, a decir, verdad, el impacto de su poesía vendrá después). Jetman, haylli/ Oda al Jet fue publicado primero en Caracas (1965), luego en La rama florida (1966). En 1965, por testimonio de Armando Rojas recogido de Leo Casas, en retazos, en breves entregas, fueron saliendo los poemas que se publican con Buenos Aires, Poesía quechua, el marco de referencia será lo que por entonces se llamaba prehispánica, colonial e incorpora a poetas quechua, todas las versiones aparecen en castellano suscritas por Arguedas. Katatay se publica en la revista que dirigió, Kaqkaniraqmi (1966). Y Huk doctorkunaman qaqay / Llamado a los doctores, aparecerá El Comercio, en julio de 1966, primero en la lengua del periódico, luego en quechua. Este sin duda es el poema que mayor impacto tuvo cuando apareció en el medio letrado limeño. Finalmente, Katatay / Temblar (1972) compilación que la debemos a Sybila Arredondo de Arguedas y en la que incluye textos que no tienen la grandeza de la poesía arguediana (“Qollana Vietnam llaqtaman”) pues no fueron imaginados como tales.

Wayno

Arguedas afirma que “Todos los huaynos de esta colección son indios” (1949) al referirse a la canciones que publica, tanto en Canto… como en Canciones…. Es preciso recordar que para el autor de Todas las sangres, indio se confunde con el mestizo. “La mayoría del pueblo racialmente mestizo se mantiene indio, en costumbres y por su condición social; su vida es indígena en todas sus manifestaciones; y a todos se les denomina indios.”. No hay perder de vista que estamos en la finales de la primera mitad del siglo XX. Allí mismo, Canto kechwa, nos recordará: “La producción artística de este pueblo es indígena a lo que llamaríamos su ‘contenido estético’” . Preocupación que lo lleva a preguntarse, en la misma época, 1938: “¿Por qué esa vergüenza? El wayno es arte, como música y como poesía. Solo falta que se haga ver bien esto. Lo indígena no es inferior”, escribe en Canto Kechwa (énfasis mío). No pone en cuestión, sino afirma, la condición poética de los takikuna que aquí es identificado como wayno. Y es que la palabra hecha canto, taki, el indio la “emplea con desconcertante acierto estético”, cierto, lo ha dicho para el giro en castellano, pero lo podemos extender al quechua. Se trata entonces de un cancionero indio, que adicionalmente está invadiendo la ciudad, la ciudad centro.

Ork’okunapi wayllar ischupas/ El ischu está llorando
La versión quechua aparece en el libro de 1938, en la edición del 48 JMA no pone el texto la lengua indígena. Para esta aproximación remito al texto que aparece: http://gonzaloespino.blogspot.com/2011/03/jose-maria-arguedas-orkokunapi-wayllar.html
El “acierto poético” está en la sencillez de la metafórica. En efecto es una metáfora de la naturaleza, una naturaleza en pleno movimiento, y en la pausa poética con características circulares. Hay desde la perspectiva del texto movimientos que afecta el espacio. Y la circularidad está dada por el paralelismo que establece el poema. Si la secuencia poética confluye a la relación runa-espacio, este mismo espacio adquiere otra significación en la traducción arguediana, pues no es fiel a lo que dice el texto quechua. JMA advierte que es insuficiente repetir literalmente el texto fijado, asunto que sorprende a los traductores profesionales que establecieron una pálida versión del mismo taki (Fernández-Huamán). Tiene que recrear el sentido del texto acaso porque el mismo lo vivió así, por ello, el matiz extensivo de la versión castellana remeda la metáfora circular que impone el wayno. Cuestión que el propio JMA aclaró “Las traducciones de la presente edición recogen con mayor pureza el contenido del texto quechua”, aunque en el caso del texto que estoy analizando se impuso lo que llama “esfuerzo interpretativo” solo posible si nos ubicamos en la riqueza del poema y su perfomance, por eso agregará: “En tal esfuerzo, el recuerdo del paisajes y la música de cada huayno auxiliaron con doble virtud: abriendo las puertas de la imaginación y conservándola dentro del más puro e incorruptible espíritu quechua.”. En efecto, el poema tiene dos estrofas, aunque no hay correlación entre una y otra, si por la intensidad o “acierto estético” indio:
runapa wasimpi rikuykukuspay
runapa llak’tampi k'awaykukuspay
Si se observa la versión quechua aparece en ambos segmentos del poema. Pero Arguedas no interpreta del mismo modo, el sentido ha variado y lo convierte en dístico semántico en la versión en castellano. No era la simple repetición sino la construcción que por cierto se puede imaginar desde la realización, o como parte o cercano a la cultura quechua:
¡Ay, cómo lloran los ojos en pueblo ajeno!
Lloran los ojos como llora el ischu
cuando pasa la lluvia y sopla el viento.
[…]
¡Ay, cómo se dobla el corazón en pueblo ajeno!
Como el ischu alto cuando sopla el viento.

Si en la fijación quechua uno puede leer del hombre que se ha ido, del hombre que se ha ido de su pueblo y que está lejos. En la versión arguediana, nuestro autor se remite a la metáfora de ischu, a lo que ha ocurrido en ese espacio. Ischu, lluvia, viento, pajonal, lomada, son elementos que van a correlacionar con el ñuqa o el hablante del poema, pero este hablante si bien puede identificar su tristeza en ella, lo hace más intensa cuando imagina al pueblo. El huayno es una suerte de instancia de limpieza un acto ritual de purificación, pero la soledad y la inclemencia del clima, recuerda al colectivo: que aparece en un verso paralelo: Si en el primer enunciado poético “¡Ay, cómo lloran los ojos en pueblo ajeno!” lo identificamos con la nostalgia y la lejanía, con una suerte de sujeto migante implícito, el segundo: “¡Ay, cómo se dobla el corazón en pueblo ajeno!”, nos lleva ya no al registro de la naturaleza que le ha precedido, ni a la tristeza sino a la condición de pueblo explotado, el doblar el corazón es casi estar derrotado.
Tal como se ha visto JMA da un especial valor a la canción vernácula. En ella considero que está también parte de lo que encontraremos en su poesía quechua, es ondular entre los ancestros y el tiempo del automóvil, donde la naturaleza y el mito se juntan, donde runa y comunidad dialoga en tiempo rápido de la modernización, en el tiempo actual. ¡Haylli, tayta Arguedas!
Pensado en Tulape, escrito en Lima.

Referencias:
Arguedas, José María. Canto y cuentos quechuas. Lima: Municipalidad de Lima Metropolitana, 1986, 2 vol.
-----. Poesía quechua. Buenos Aires: EUDEBA, 1965.
-----. Canciones y cuentos del pueblo quechua. Lima: Ed. Huascarán, 1949.
-----. Canto kechwa. Lima: Editorial Club del Libro peruano, 1938.
© Gonzalo Espino Relucé
Marzo 2011

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