"Las cartillas" contado por el Tío Lino en palabras de Mario Florián



YA les he contao, muchachos, el suceso extraordinario de mi viaje a Ascope, tirando por el suelo una soga incalculable. En esa ocasión, cuando volvía hecho unas pascuas, jinete en mi macho mohíno, trayendo un paquete de cartillas con letras del abecedario, de un color distinto cada letra, pa’ que aprendan a leer y escribir los muchachos de Contumazá, quienes, por falta de silabarios, se quedan brutos, me sucedió lo que nunca imaginé.

     Cuando llegué al caserío de Tayal, ubicao en el temple, compré una cabeza de plátanos maduros y la metí en mi alforja. Continué la marcha, luego. Y al dar alcance por la tarde, a un cerro puntiagudo, sentí ganas de comer. Descabalgué dadás y, sentándome en una piedra lisa, probé la fruta con bizcochos ascopanos. Detrás del banquete, se me ocurrió examinar los silabarios. Estaba tomando gusto a éstos y pensando, además, en su venta al contao entre mis amigos que tienen hijos pequeños, cuando, como caído del cielo, sopló, dando vueltas, un viento impetuoso, el cual, en un santiamén, se llevó las cartillas por el aire a distintos lugares, no sólo a los conocíos de Contumazá, sino a los más ocultos y apartaos del país. De yapa del percance, mi macho, enarcando el lomo como un junco, rompió a corcobear, pero, al poco rato, por suerte, se tranquilizó.

      Y desde aquel tiempo, veli, la población entera del Perú aprendió a leer y a escribir, gracia al ventarrón y a las cartillas diseminada por todas partes.


Tomado:Florián, Mario.
El tío Lino y sus relatos modélicos orales.
Trujillo: Papel de Viento, 2007 (Pequeña Biblioteca de Literatura Regional, vol. 8)

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