Narrativa de vanguardia A. Varallanos por Eltono Honores

Coloquio Internacional Des-encuentros: las vanguardias, México y Perú:

La narrativa de vanguardia en Adalberto Varallanos
Análisis de “La muerte de los 21 años”

Elton Honores Vásquez
(UNMSM)
Edición preliminar (*)



La narrativa peruana de vanguardia se inserta en los años que transcurren entre mediados de la década de 10 y finales de los años 20 del siglo XX. Estuvo conformada en su mayoría por escritores provincianos que tuvieron una fuerte experiencia de lo urbano y cuyo contacto con la ciudad, produjo en ellos, un cambio en sus sensibilidades; a la vez que hubo una asimilación/ apropiación de las vanguardias provenientes de Europa. El contexto en el que surge esta vanguardia peruana –contradictoriamente- es el de un país con estructuras sociales arcaicas y un centralismo muy marcado. No es extraño pensar en el Perú de esos años como una “cierta periferia (en) donde el deseo ardiente de lo nuevo[1] (era) más fuerte que las condiciones objetivas de modernidad” (Bosi, 24), lo cual reafirma la posibilidad de la vanguardia en un espacio periférico con un desarrollo económico lento.


En estas primeras décadas del siglo XX, el movimiento literario hegemónico en el Perú -antecesor de las vanguardias- es el Modernismo, que si bien gozó en su momento de un prestigio y una presencia en las letras peruanas, hoy yace en el olvido, lo que nos lleva a repensar –además de las vanguardias- en el Modernismo, como antecedente de la “modernización artística, en nuestro continente mestizo” (Kishimoto, 10).


La vanguardia supuso una mayor autonomía del arte, producto de la división del trabajo, la especialización técnica de las sociedades industriales y por extensión una mayor libertad expresiva para “crear formas” o de combinarlas y ampliar el “territorio subjetivo”, es decir, una mayor conciencia crítica (Bosi, 24). La vanguardia supuso pues la irrupción de una nueva sensibilidad, un ser distinto, diferente; a la vez que se adoptan sus formas como un “nuevo lenguaje” para un “nuevo país”. En ese sentido es importante la figura insular de Adalberto Varallanos (Huanuco, 1903- Jauja, 1929).

Varallanos murió joven lo cual no es un demérito sino que supuso el corte abrupto de un proyecto narrativo propio (e incluso en la crítica literaria con su proyecto de la Neocrítica) en gestación y desarrollo; por ello su carácter abierto e inconcluso. Varallanos tuvo una actividad intelectual que va desde las colaboraciones con revistas extranjeras (Orientación, El mentor de Buenos Aires; Revista de Avance de La Habana) (Kishimoto, 93); correspondencia con autores como Güiraldes, Girondo en Argentina o Valery Larbeaud en Francia; traducciones de poetas como Apollinaire, Cocteau, Max Jacob, Reverdy, Tzara, etc ; o incluso leyó a Joyce antes que muchos otros (Narral, 4-5). Todo ello nos da cuenta de su cosmopolitismo y sus referentes estéticos.


Hemos elegido La muerte de los 21 años (en adelante LM) porque en este texto se concentra, desde nuestra perspectiva, toda la visión de mundo de Varallanos (que no solo remite a un indigenismo, como señala la crítica exclusivamente como rasgo principal), que se apropia de los códigos de la vanguardia para dar cuenta de su realidad; pudiéndose leer este texto en una clave política. LM fue publicado inicialmente en Jarana (1927) en su primer y único número de la revista que dirigiera el propio Varallanos. El texto se publicará luego en el número 18 de la revista Transitión (1929) en Paris, en el mes de noviembre, meses después de la muerte del poeta en julio de ese mismo año. Hemos trabajado con la edición póstuma incluida en Persistencia (1968) y publicada en Buenos Aires; sin embargo hay que destacar el descuido de esta edición con respecto a este texto: en Jarana las letras que aparecen en negrita se han reemplazado por mayúsculas, que cumplen así la misma función; en otros casos no se ha marcado en el texto las diferencias tipográficas que ponen énfasis en ciertas palabras; además de la omisión de los puntos suspensivos en algún párrafo respecto de la edición de 1927.


Antes de ingresar a LM hay que señalar algunos elementos recurrentes en la narrativa de Adalberto Varallanos y que lo emparenta con el discurso de vanguardia. En primer lugar la propuesta de creación de nuevos géneros, manifestado a partir de los paratextos (que proponen al lector cómo debe de leer el texto, lo que le da una mayor participación en la construcción de su sentido): “En Chaulán no hay sagrado” subtitulado Film indio; “Terrible”, subtitulado cuento viejo; “Un silencio, un auto y usted” subtitulado semi-cuento-poema con intermedios; “Nacimiento, vida e itinerario del hombre veloz” subtitulado semi-cuento; “Prosa con dolor y a un lado” subtitulado prosa surrealista fuera de uso; o “Nocturno ciudadano”, subtitulado poema atmosférico. Vemos aquí que hay una intención de ruptura con los géneros tradicionales a su vez que se busca la apertura de éstos hacia otras formas, hacia nuevas formas, que puedan expresar mejor esta nueva sensibilidad; además, todos estos textos tienen una mayor carga lírica[2].


Vicky Unruh refiriéndose a la narrativa de vanguardia[3] -y en particular a la novela- señala que: "Los escritores vanguardistas construían obras que aunque fundamentalmente narrativas, socavaban el proceso narrativo convencional y recurrían a las estrategias retóricas de múltiples modos expresivos, tanto visuales y plásticos como verbales: la lírica (...), el cine (...), el periodismo y la publicidad (...), el teatro y el performance (...), el folclore (...), el ensayo (...), el retablo y el canto (...) y las memorias y el canto (...)” (249). Y concluye que “la novela no intentaba ser novela “(250). Lo mismo podríamos decir del cuento: el cuento no intentaba ser cuento. Es por ello que en la narrativa de Varallanos encontramos también algunos de estos elementos señalados por Unruh, básicamente: el componente lírico, la influencia del cine y la publicidad[4].


LM está narrado desde 2 perspectivas: el narrador omnisciente en 3ra persona que muestra al personaje y da paso a la voz en primera persona. Ambas voces se intercalan en el texto –en una suerte de contrapunto- pero será el narrador omnisciente quien tenga una mayor presencia en el texto pues inicia y concluye la narración. Ahora bien, la historia puede resumirse en los siguientes términos: un hombre joven llamado Lucho que ha llegado a la edad de 21 años, que representa al sujeto que ha alcanzado legalmente la mayoría de edad, hace un recuento de su pasado hasta el presente narrativo. Finalmente tras ese recuento de su pasado decide asesinar a “ese” pasado; por ello el narrador omnisciente refiere que se ha cometido un “crimen”.


La cronología del personaje principal de la narración se presenta esquemáticamente del siguiente modo:

a. 1-8 años: Espacio materno: que el personaje refiere como una “infancia tonta coloreada de descubrimientos prefijados en una minúscula pureza maternal” (53)

b. 9-17 años: Espacio escolar (social): en el que el sujeto se interrelaciona con los otros y se inserta en el mundo. Adaptación al sistema. Este espacio es opresivo, pues el “ponerse de pie” (53) implica lo rígido, lo vertical pero también la obediencia. Incluso los propios contenidos que asimila son rígidos y formales: “Las letras pasan por su cerebro, de pie” (54); o la mención a “(...) la horca de los profesores, de los directores, de los compañeros” (54). Ahí es cuando descubre inicialmente que “El mundo era redondo” (54) cuyo sentido refiere lo amplio, lo diverso, en suma el cosmopolitismo. En esta etapa los otros cuestionan su inserción en la escuela: “(...)los amigos, la sociedad, los vecinos, los tíos, las primas que siempre le preguntaban para qué iba a estudiar” (54); es decir que la educación es vista como poco práctica o sin valor.


c. 18-20 años: Espacio de la experiencia erótica: se señala: “Los senos que no fueron conocidos sino luego, cuando hubo concluido el último mes de sus dieciocho años” (53); o “Vinculó una mujer a su persona, habiendo surgido un amor a los 18 años” (54). También hay una conciencia de su igualdad con los demás: “Abrió los cuatro costados de su juventud y era como todos(...)” (55).
En este tercer momento el sujeto, además, hace una revisión del pasado histórico del Perú: desde el antiguo Perú, pasando por la Colonia, la Independencia y la República y concluye: “Todos son unos sinvergüenzas, todos. El Perú es un país rico, como dijo Humboldt. Somos un pueblo ocioso. Hechos no palabras. Tenemos un brillante provenir (...) Ya viene el progreso” (56); revisión de la mujer peruana; revisión sobre la condición del indio: “Los indios, la raza vencida. No han entrado a la civilización. El problema indígena (...) Civilicemos a los indios. La rebeldía de la raza. El peligro de las mezclas. Hay que instruir a los indios. Escuelas, escuelas, escuelas, escuelas. Hechos no palabras (...)” (56); referencia a una reivindicación de lo nacional.

d. 21 años: Espacio de madurez: el sujeto llega a la conciencia plena de su condición: “Pero no había hecho nada, no había sido sino un anónimo, un pobrecito joven estudiante que ganaba unas libras en la oficina y se levantaba a las 7 a.m. Era como aquél, como tantos otros, preso en el Perú (...)” (58).
A esta conciencia se agrega una actitud cosmopolita de apertura. El rito del suicidio, la destrucción creadora (“matar”, concluir, cerrar, negar su pasado pues se opta por el progreso).


La forma que utiliza el narrador para referir esta historia es de vanguardia. Veamos.

En primer lugar a nivel formal es evidente el uso constante de la repetición, lo cual nos sumerge en las siguientes posibilidades: emoción ligada al paroxismo y la vehemencia, nerviosismo o negación afectiva. Todas ellas remarcan la insistencia (Ramírez, 259-260). Así en LM al referirse a la escuela señala el narrador en 3ra persona refiriéndose al personaje: “ESCUELA: los recuerdos se ponen de pie. Aprender, aprender, aprender” (53-54); o en las digresiones directas del propio personaje: “Los incas están en la historia, estuvieron en el Perú. Ideo, ideó, ideo...” (55); “Hay que instruir a los indios. Escuelas, escuelas, escuelas, escuelas (...)” (56); o en la resolución de la narración por parte de este narrador en tercera persona: “ESQUINA. Ángulo de lo ciudadano. Por ahí quedan 21 años muertos. Crimen, crimen, crimen...” (59).


Otro recurso es el inciso o paréntesis, es decir un elemento anexo que rompe con la línea central del texto: “Las letras le decían las cosas que le circundaban y más allá: GEOGRAFÍA, CIENCIAS NATURALES, COMERCIO, PIROTECNIA (Vivía cerca de una fábrica de cohetes...)” (54); o “Romántico, porque desnudando su emoción disparó a una mujer este corcho: ‘Te adoro’ (La tarde fumaba su cigarrillo hecho de minutos)” (57); el uso de la metonimia: “Cuando cayó con su mirada sobre el Omega apresado en su muñeca (...)” (57) Omega -la marca registrada del objeto reloj- por reloj; el uso del diminutivo: “LUCHO, LUCHITO, NO SEAS MALO” (55); y la anulación pura y simple, que se marca mediante una inflexión que se representa por puntos suspensivos –que abren el sentido de la frase pues no se concluye lo que se quiere decir; o que remarca la repetición- y que está en todo el texto. [...]


***

Adalberto Varallanos representa un caso de narrativa de vanguardia en el Perú, ligado al cubismo (y al futurismo, por su culto al avance tecnológico percibido como parte del progreso), que se inserta en un proceso de apropiación y de reelaboración de los códigos de la vanguardia, para dar cuenta de nuestra realidad peruana. El sentido de la obra de Varallanos y de la vanguardia peruana y latinoamericana no se agota en una sola lectura, pues el conocimiento es siempre dialógico; por ello, finalmente, estoy plenamente de acuerdo con el propio Varallanos, quien, en Valor de un libro (“Juguetería”) señala: “Para mí los libros valen por aquello que no dicen, por lo que el autor no escribió e hizo bien en no escribirlo. Un libro vale por la cantidad de silencios que contiene” (193).



Bibliografía

Bances, Miguel. Adalberto Varallanos: un caso de narrativa de vanguardia en el Perú. Tesis para optar el título de licenciado en Literatura. Lima: UNMSM, 2000. 166 pp.
Bosi, Alfredo. “La parábola de las vanguardias latinoamericanas”. En: Las vanguardias latinoamericanas. pp. 19-31.
Narral, Pablo. “Adalberto Varallanos, el ignorado”. En: El jabalí. Revista ilustrada de poesía. Buenos Aires, Año III, N- 4, 1995. pp. 3-5. (Contiene una breve antología del autor, pp. 6-22).
Kishimoto Yoshimura, Jorge. “Narrativa peruana de vanguardia”. En: Documentos de literatura 2/3. Lima: Masideas, 1994. pp. 7-18.
Ramírez, Luis Hernán. Estructura y funcionamiento del lenguaje. Lima: Derrama magisterial, 1998.
Schwartz, Jorge (ed.) Las vanguardias latinoamericanas. México: FCE, 2002.
---. “Introducción”. En: Las vanguardias latinoamericanas. pp. 33-94.
Unruh, Vicky. “¿De quién es esta historia? La narrativa de vanguardias en Latinoamérica”. En: Naciendo el hombre nuevo. Wentzlaff-Eggebert (ed.). Frankfurt: Vervuert, 1999. pp 249-265.
Varallanos, Adalberto. Permanencia. Buenos Aires: Andimar, 1968.
---.“La muerte de los 21 años”. En: Permanencia. pp. 53- 59.
---. “Datos para la crítica de mañana”. pp. 133-137


Notas:
[1] La cursiva es nuestra.
[2] Miguel Bances recapitula sobre este punto señalando que los géneros son construcciones arbitrarias que merecen ser abolidos. Ver bibliografía.
[3] Bances señala 8 características del discurso vanguardista:“1. Liberación de la imaginación y el apego a lo nuevo/ 2. Ruptura con las fronteras genéricas. /3. Escritura digresiva y metanarrativa que anula el concepto de obra orgánica y el carácter documental del relato tradicional, con el fin de acentuar la índole ficticia de lo literario./ 4. Desarrollo de tramas argumentales que transgreden lo anecdótico./ 5. Naturaleza ficticia e inventiva de la escritura, deconstrucción de la capacidad mimética del lenguaje para representar la realidad. El fundamento es la invención./6. Voluntad de subrayar los mecanismos productivos de sentido./ 7. Fragmentación y disolución de la identidad: proceso de disolución del estatuto del personaje. /8. La utopía en tanto búsqueda de un horizonte alternativo al mundo moderno”. En: Adalberto Varallanos: un caso de narrativa de vanguardia en el Perú. pp. 49-50.

[4] Gustavo Pérez Firmat habla de un tipología llamada “prosa neumática” cuyas características son: 1. nebulosidad o falta de sustancia; 2. ausencia o fragilidad de trama; 3. personajes descaracterizados o carentes de solidez; 4. falta de contacto con el lastre de la realidad inmediata; 5. elementos metanarrativos que desafían la categoría de novela; y 6. mayor libertad para los lectores (Aesthetics, 1982: 40-63) cit. por Unruh pp. 250-251.



(*) Al cautivo lector o la cautiva lectora:
Como anuncié,


será discontinuado.

En adelante, todos los registros de Coloquio Internacional Des-Encuentros:las vanguardias, México y Perú, realizado en Lima el 4 y 5 de julio 2007, se publicarán en mi portal. El ensayo no se publica completo, tiene la condición de edición preliminar, es decir, está proceso de corrección final.


Publicado por Gonzalo Espino Relucé

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