Alejandro Peralta, Ande, por Dimas Arrieta


La vanguardia peruana y Alejandro Peralta

Dimas Arrieta Espinoza


Edición preliminar (*)



Los objetivos que nos hemos propuesto en este trabajo, es hacer un acercamiento hermenéutico a dos libros de uno de los poetas más destacados de la vanguardia peruana. Por eso, fiesta y celebración nos convoca la reedición facsimilar de Ande (1926) y El Kollao (1934) de Alejandro Peralta, los dos poemarios reunidos en un solo tomo: Ande, El Kollao, Pontificia Universidad Católica (2006) en la colección, “El Manantial Oculto”, que dirige Ricardo Silva-Santisteban, pero la presentación la hace Luís Fernando Chueca, reproduciendo también las xilografías de Domingo Pantigoso. Nos parece un acierto que, ochenta años después de haber sido publicado Ande (1926), uno de los libros más importantes de la vanguardia peruana, sobre todo, en su propuesta, veamos su vigencia en los presupuestos de esta lírica de poeta puneño. Aquí se ensamblan elementos de importación de las coordenadas vanguardistas planetarias, con la singular apuesta en la temática regional y autóctona (pero bajo un filtro) como símbolo de la revaloración de la cultura indoamericana. Por otro lado, tenemos un gran interés de revisar algunas ideas sobre la polémica suscitada en esta época de innovación de los recursos expresivos de nuestros poetas de esta generación. Además este trabajo integra una investigación mayor que estamos realizando en la Facultad de Humanidades de la UNFV, sobre la vanguardia peruana.

I. POLÉMICA SOBRE LA MODERNIDAD DE LA LÍRICA EN EL PERÚ

Con la distancia que solventa el mirar aquellos acontecimientos que entusiasmaron los recursos expresivos de los poetas de aquella década, no atizando el fogón ni para los que proponían el cambio radical ni para los que tuvieron ciertos reparos en esta asimilación de los postulados europeos. Nos toca observar y opinar sobre el ancho cuerpo de sus texturas poéticas, como danzan los versos en esa fusión de lo importado y lo autóctono. Teniendo en cuenta que, “Los vanguardistas predicaban la modernidad, pero nunca se preguntaron por el carácter importado de su estética, aunque hubo quien se los hizo notar. Con toda razón se sentían parte de un movimiento internacional de creación cuyo propósito era precisamente saltar por encima de las limitaciones de lo local. Nadie les dijo que estaban en el último eslabón de una larga cadena de importaciones culturales. Pues desde la pintura religiosa y la literatura documental de la temprana Colonia la importación es una fortísima tradición en la cultura local. Nada es natural, entonces, que asimilar novedades extranjeras de los años diez y veinte a la lista de lo que desde el siglo XVI es aclimatable en estos territorios sin demasiada conmoción para los inquilinos ya establecidos en los diversos círculos y estrategias del poder simbólico.” (Lauer: 2003, 142, 143)

Anterior a la explosión vanguardista se dieron dos acontecimientos poderosos como hitos que inauguraron la tan discutida modernidad de la lírica peruana, el primero tiene que ver con la publicación de Simbólicas (1911) y La canción de las figuras (1913) de José María Eguren y, el segundo acontecimiento, consideramos la inaugural propuesta de Trilce (1922) de César Vallejo. No podemos ubicar en ningún movimiento vanguardista la propuesta vallejeana, porque Trilce traspasó y fue más allá de las coordenadas que proponían las vanguardias europeas. Oh grandioso portento resulta, hoy en día, esta inauguración de la modernidad de la lírica peruana. Por eso, la autoridad y la docencia poética de César Vallejo lo llevó a reprimir los entusiasmos vanguardistas: “Así como en el romanticismo, América presta y adopta actualmente la camisa europea del llamado “espíritu nuevo”, movida de incurable descastamiento histórico. Hoy, como ayer, los escritores de América practican una literatura prestada que les va trágicamente mal. La estética -si se puede llamarse esa grotesca pesadilla simiesca de los escritores de América- carece allá, hoy tal vez más que nunca, de fisonomía propia. Un verso de Neruda, de Borges, de Maples Arce, no se diferencia en nada de uno de Tzara, de Ribemont o de Reverdy. En Chocano, por lo menos, hubo un barato americanismo de los temas y nombres. En los de ahora ni eso.” (2002, 421)

Vallejo, por supuesto, asume una posición radical en oponerse al calco y la copia de otras tradiciones líricas para instaurarlas no sólo en el Perú sino en América, Vallejo, ya radicado en París, miraba con un lente cosmopolita, pero a la vez con aprecios irrenunciables a una poética con presupuestos netamente indoamericanos, que no describa ni denuncie sino que exprese su alma indígena. “Al escribir estas líneas invoco otra actitud. Hay un timbre humano, un latido vital y sincero, al cual debe propender el artista, a través de no importar qué disciplinas, teorías o procesos creadores. Dése esa emoción seca, natural, pura, es decir, prepotente y eterna y no importan los menesteres de estilo, amanera y procedimiento, etc. Pues bien. En la actual generación de América nadie logra dar esa emoción. Y tacho a esos escritores de plagio grosero, porque creo que ese plagio les impide expresarse y realizarse humana y altamente. Y los tacho de falta de honradez espiritual, porque al remedar las estéticas extranjeras, están conscientes de este plagio y, sin embargo, lo practican, alardeando, con retórica lenguaraz, que obran por inspiración autóctona, por sincero y libre impulso vital. La autonomía no consiste en decir que se es autóctono, sino en serlo efectivamente, aun cuando no se diga.” (Vallejo: 2002, 423)

Transcurridas estas décadas donde sólo han quedado ríos textuales de estas poéticas, y ahí uno se baña sin inmiscuirse en las discusiones sólo en las propuestas como legado, vemos los aciertos, y también los desaciertos de algunos creadores. Sin embargo, la claridad que tenían los miembros del grupo Orkopata, en su propuesta, adquirió más consistencia que las que hicieron en otras partes del país. En el año 1966, se realizó un ciclo de conferencias en la Universidad Nacional Federico Villarreal, “Motivaciones del escritor” y ahí participaron entre otros: José María Arguedas, Ciro Alegría, Izquierdo Ríos y Gamaliel Churata, veamos lo que dijo éste último: “Todos estos hombres, -refiriéndose a los Orkopata- tenían una sola obsesión: no interpretar al indio, sino expresarlo. Eso quiere decir que nosotros hicimos una literatura porque vivíamos el complejo indigenista de nuestro pueblo. Al lado de los poetas que hemos nombrado, vivían generaciones de indios que yo, al retornar al país después de tres décadas de ausencia, he encontrado convertidos en periodistas, en industriales, en hombres de gran personalidad. No han tenido otra escuela que la escuela de Orkopata, que es el ayllu donde surgió este movimiento. De él dijo el profesor José Portugal, a quien ustedes seguramente conocen, en su libro famoso de antología de relatos: ´Orkopata no fue únicamente el ayllu de Gamaliel Churata, Orkopata fue la universidad de una generación. Allí, en Orkopata, vivíamos, pensábamos y escribíamos con los indios y en indio. De ahí el indigenismo que nosotros propugnábamos no ha sido comprendido.” (Morote Gamboa: 1989, 65, 66)

Por supuesto, la propuesta de los Orkopata tenía otras aristas literarias y culturales, la preocupación por interiorizarse en una cultura, sobre todo, la aymara, y por añadidura en la quechua, dio giros y hallazgos significativos que hoy en día resultan de gran contribución a la literatura peruana. La solidez y claridad en lo que buscaban y quería este grupo de poetas y escritores puneños, fue concebido desde la fundación de su movimiento, sobre todo al ensamblar en sus obras literarias una riqueza expresiva que va de la mano con el mensaje y el grito étnico de su cultura. Por supuesto, hasta en nuestros días, causan desconciertos por el entramado y los nudos idiomáticos con que están tejidos esos cuerpos textuales de sus obras. Pero, veamos lo que manifestaba Churata en aquel 29 de octubre de 1966 en el Paraninfo de la UNFV: “De mi libro me han dicho que es raro, porque no se lo entiende. ¡Cómo se lo va a entender! ¿Ustedes conciben que se pueda entender un libro cuyo idioma ustedes no conocen? No. Este es lo que ocurre con este libro. El idioma que utiliza este libro resulta desconocido por los americanos y es que América casi ya no existe. La obra que debe imponerse al régimen de la cultura americana es aquella que partiendo de las universidades enseñe a los hombres, que el hombre no tiene derecho a poseer una personalidad si niega sus raíces. Y ¿cuáles son las raíces del hombre? Las raíces de la tierra. Somos de América o no somos indios o no somos americanos. Esto no quiere decir un enfrentamiento ceñudo o sañudo contra el europeísmo; no quiere decir que debamos rechazar las expresiones de la cultura de Occidente. No. Lo que tratamos de hacer entender es que podemos ser muy modernos, pero siendo muy antiguos.” (Ibídem: 1989, 66)

En conclusión, los Orkopata pusieron los rieles de una propuesta poética que hasta el día de hoy, causa adhesión y conglomera puntos de discusión. Creemos que la orientación literaria debió seguir en esas exploraciones, en esas búsquedas, porque la grafía occidental no lograba expresar lo que se pensaba en la cultura indígena. Los recipientes gráficos occidentales, en muchos casos, tergiversaban los contenidos y los conceptos de las culturas autóctonas peruanas. Lamentablemente, en nuestras patrias, conviven solapadamente, en el territorio peruano, muchas culturas, muchas patrias y naciones, y ahí se han perdido, con gran facilidad, las lenguas aborígenes. Por lo tanto, también se perdió toda la información como potencial de conocimiento.

Por otro lado, tanto César Vallejo, en el norte del país, destruyó toda la normativa lingüística impuesta por la metrópoli española, para construir sobre la base de los presupuestos lingüísticos que entonaba el hablar norteño, una estupenda propuesta poética que significó Trilce (1922). Mientras que, en el Sur, del territorio peruano, los Orkopata, entendieron que la conservación del idioma no sólo los unía a su cultura sino protegían la sabiduría heredada de sus ancestros. Y eso creemos que fueron sus grandes logros y la vanguardia misma. Por cierto, esa es la modernidad bien concebida, poner el pasado, en su temática poética, al servicio del presente lírico de sus propuestas.


II. EL ESCENARIO Y EL FILTRO VANGUARDISTA

Cuando Alejandro Peralta publica Ande (1926) ya se habían dado otros acontecimientos editoriales de orientación vanguardista, pero en ese año, en que el poeta puneño decidió entregar a la imprenta su poemario, aparece en Lima, Amauta, con la dirección de José Carlos Mariátegui, revista de connotación indoamericana bajo las señales de nuevas rutas que exigía la lírica planetaria. La contribución de Amauta fue una de las tribunas importantes para el desarrollo de la vanguardia, sobre todo, el acceso a la imprenta hizo posible la publicación de libros y revistas vanguardistas.


Por otro lado, en este mismo año, 1926, aparece en Puno el Boletín Titikaka, al igual que Amauta tuvo el mismo ciclo de producción (1926–1930), publicación organizada por el grupo Orkopata, pero bajo la dirección de Arturo Peralta (Gamaliel Churata), hermano del poeta Alejandro Peralta. En este mismo año otro puneño publica su poemario, Emilio Armaza, sale con el libro: Falo. En este mismo espacio de creación el arequipeño Mario Chabes (Mario Chávez) publica en Buenos Aires, Argentina: Ccoca. Aquí, en la capital Argentina, Alberto Hidalgo, junto al chileno Vicente Huidobro y el anfitrión Jorge Luís Borges, se aventuran en proponer la primera antología de la poesía vanguardista hispanoamericana: Índice de la nueva poesía americana. Mientras que en París, César Vallejo codirigía a lado del español Juan Larrea la revista: París Favorables Poema.

Mientras en Lima, los entusiasmos y las movidas vanguardistas siguen convocando publicaciones, tanto de libros como revistas, una revista cambia de nombre en cada número: Trampolín-Hangar-Rascacielos-Timonel (1926–1927), dirigida por Magda Portal, Serafín Delmar y Julián Petrovich. Pero, también, aparece Poliedro que dirigía Armando Bazán. Los poetas tenían una movilidad, es cierto, no textual, porque no abandonaban las coordenadas vanguardistas, pero sí cambiaban sus escenarios geográficos de publicación. En Lima, Serafín Delmar publica su libro: Espejos Envenenados, pero en La Paz, Bolivia, junto a Magda Portal publica El derecho de Matar. Mientras tanto en Santiago de Chile, Julián Petrovich publica Cinema de Satán. Así se movían y se trasladaban los poetas publicando sus libros y con este escenario poético nació el libro Ande de Alejandro Peralta, hay que considerar que este libro se publicó un año antes que Cinco metros de poemas de Carlos Oquendo de Amat. Por lo tanto, los méritos de Alejandro Peralta son de primer nivel como la de su paisano el autor del famoso libro objeto.

[...]


III.
AGUAS DEL CORAZÓN EN LA POESÍA DE ALEJANDRO PERALTA

Después de más de cuatro décadas en (1969) se le reconoció los grandes aportes a la poesía peruana que hizo Alejandro Peralta, al concedérsele el Premio Nacional de Poesía (1969), poeta que había nacido en Puno en 1899, y murió en Lima en 1973. Pero, ya en 1968, reúne sus dos libros publicados anteriormente con otros aportes bajo el título de Poesía de entretiempo (1968), toda su producción poética reunida hasta ese entonces. Pero, hoy, nos ocuparemos de analizar y hacer un acercamiento hermenéutico solo a la integridad de los dos poemarios Ande (1926) y El Kollao (1934) sobre todo este acceso que tenemos en la edición facsimilar de tener la real naturaleza gráfica tal como nacieron. En este itinerario hermenéutico demostraremos nuestras discrepancias con James Higgins, que trata y maltrata la propuesta de Peralta sin revisar algunos argumentos que la sustentan, nos dice: “Son más frecuentes los poemas panfletarios que recurren a denuncias de la injusticia y profecías de la revolución venidera. Sin embargo, la mayoría de los textos son evocaciones del paisaje, los habitantes y la cultura campesina de la sierra. Su discurso poético involucra el uso liberal de nativismos, pero estos van combinados con elementos distintivos del repertorio vanguardista como el verso libre, la supresión de la puntuación, secuencias de imágenes inconexas, la onomatopeya y recursos gráficos que refuerzan el sentido del poema visualmente. Este intento de expresar y celebrar la cultura andina tradicional mediante un vehículo poético ultramoderno importado de Occidente no siempre funciona adecuadamente y a veces resulta incongruente. En algunos casos, sin embargo, Peralta logra armonizar temática y forma para crear poemas de alta calidad.” (Higgins: 2007, 166).

Creemos que Higgins no repara en el proceso que se dio en el sur del país, el aporte de los Orkopata recién se está tomando en cuenta, lo que parecía un mundo de contradicciones hoy reposan sobre el entramado de lineamiento de conveniencias a nuestro proceso histórico y literario. En el Perú, sobre todo, se acondicionó una propuesta, hubo un filtro, y no un calco ni copia de la modernidad europea, muy diferente de toda el área americana. “El caso peruano fue más complejo. De una parte, la ideología nativista no sólo rompió lanzas con la modernidad Occidental, sino también con lo que parecía ser su enclave nacional, la literatura traducida en Lima, e insistió en delimitar agresivamente el espíritu andino, asumido como el propiamente nacional, en contra del costeño, representativo del cosmopolitismo más artificioso y descastado. De otra parte, sin embargo, un sector importante de la poesía militante indigenista hizo suyos algunos principios y ciertas formas de vanguardismo europeo, en un esfuerzo no siempre logrado por acabar con un dilema que empobrecía sus dos polos. Los vanguardistas originarios fueron mucho menos permeables a los requerimientos nativistas, y en otros campos –como en las artes plásticas- no hubo prácticamente ningún intento serio de conciliación.” (Cornejo: 1989, 110, 111).

Pues iniciaremos nuestro análisis libro por libro, sobre todo trataremos de demostrar cuáles fueron los objetivos previstos por esta poética del vate puneño, y afirmar que estamos en desacuerdo con los juicios emitidos por James Higgins, por ejemplo, en su reciente libro: Historia de la literatura peruana (Lima, 2007).

a) Ande, un peñón poético en la pampa de la lírica vanguardista peruana.

Comenzaremos por el primer libro de Alejandro Peralta, Ande (1926), por supuesto, si de empezar se trata, sobre todo porque esta poética es un “peñón sobre la pampa” en esa gran planicie cultural del mundo andino altiplánico. Libro que asienta y que sienta sus recursos expresivos en una temática netamente regional, cuyo corazón abre sus compuertas a la solidaridad con el hermano, con aquel indio y la india que mira con los ojos de la poesía sus propias interioridades. “Los ojos golondrinos de la Antuca/ se van a brincos sobre las quinuas”. (p. 33) Esta poesía suda, respira, habla, grita, se sube a los escenarios históricos, religiosos, sociales y culturales para abrirse en mil rostros y encantamientos poéticos, pero siempre apelando a una concienciación: “Hacia las basílicas rojas/ sube el sol a rezar el novenario/ sale el lago a mirar las sementeras/ el croar de las ranas se punza en las espigas” (p. 33) Sin embargo, el golpe certero se oficializa casi al terminar cada poema: “Ha guturado la campana/ el asma tatarabuela del pueblo” (p. 33) Claras evidencias que se comienzan a escenificar los sortilegios de las nuevas formas de mirar o mirarse a sí mismo, hacia adentro tocando todo la interioridad de su cultura.

Cada poema busca su espacio textual, sus silencios, sus pausas y hasta sus vacíos. Diagramación construida de acuerdo a los presupuestos temáticos de cada poema. En muchos casos, se rompen estas unidades en la temática del poema, con claras intencionalidades, por supuesto, es parte de texto, los espacios en blanco, ante la grafía que hormiguea con las letras una planicie ajena a la cultura del poeta. Pero, bajo esas situaciones, se acomodan y se reacomodan los enunciados poéticos, las palabras que se juntan y se amarran como moños de enunciados: “El pañuelo / de la mañana / limpia los ojos / de los viajeros” (p. 35) Movimiento de imágenes, persecución de ideas, enunciados aportas de cristalizarse en cada uno de los textos, es decir, en cada texto funcionan dos o tres poemas si es que queremos hacer esa cirugía. Todo esto se nota en el poema “Cristales del ande” (p. 35). Cada fragmento pues, en el poema, muerde y pregona sin quererlo su propia autonomía. Se realizan y se deslizan bajo, es cierto, la estética vanguardista, pero son muestrarios temáticos de una realidad que alcanza y avanza sobre el conjunto del poema y los poemas.

Existen textos cuya facilidad para mostrar los espacios en blanco no tematizan nada, pero si enuncian tensión verbal, como es en el caso del poema “Amanecer” (p. 37), los enunciados verbales son trabajados con ese poder de síntesis que siempre se acoge en la poesía. Cada poema apuesta por reclamar su propio espacio textual, en muchos casos, son columnas verbales donde “El sol se enrosca como una serpiente” (p. 38) Sin embargo, el frío altiplánico no azota tanto como: “La soledad hiela mis venas” (p. 38). Nos dice el poeta desde todos sus adentros.

También es necesario acotar que aquí, en este poemario Ande, sobresalen personajes que encarnan y son portadores de los presupuestos temáticos, como la Antuca, la Cecilia, la Juana, la Santusa, y el indio balsero Martín. Pero existen personajes que se humanizan y que marchan y trotan en cada conjunto de palabras, de fragmentos y en cada poema, como el sol, las estrellas, y las mismas cordilleras junto al Lago Titikaka. Mientras con los escenarios virtuales y locales se construye una poética llena de hermosas imágenes: “Desde la conchaperla nítida de una nube / se desgrana un racimo de gaviotas” (p. 41) En cambio, el sol, la mañana, los relámpagos, las lluvias, son referentes que tienen incidencia y continuidad en cada poema, se vuelven a estos elementos no como a los generadores de la vida, sino como a los acompañantes en esta larga carretera que es la existencia humana. “Se ha ido la mañana prendida de las velas” (p. 42) La vida se prologa en los pastizales, las brisas riegan y no la lluvia, las quinuas proponen llantos, y las gaviotas “Comulgan con hostias de agua” (p. 44) La naturaleza no son los simples montículos de tierra y peñascos, ella tiene vida, recobra un alma que solo puede comunicarse con el hombre andino, en quien reposa esos idiomas sin habla, esa comunicación sin palabras. Lo que se encuentra en esta propuesta de Alejandro Peralta es una biopoética, es decir, una poesía de la vida, que eleva y vuelve a los elementos inanimados en animados.

De tras de toda la poética de Peralta, propuesta en Ande, existe una enunciado implícito que se reorganiza en cada texto, el llamado a la claridad, a la luz del entendimiento: “El sol picapedrero rompe las moles fantasmas / La tierra ha dado a luz veinte tablones de papales / a todo viento el lago embarca i desembarca cargamentos de olas / ¡A la faena! / Los vientos bajan a saltos de los cerros / bajan como tropeles de vicuñas” (p. 46) pero, también, el sol del conocimiento y del entendimiento, sufre tropezones, se detiene muchas veces en sólidas paredes de rechazo e incomprensión: “Sobre una pared trunca / el sol se ha roto un ala/ Siento un vaho de sangre que me quema / Estar sólo i al borde de este charco de sangre / i no tener quien grite por mi boca” (p. 49)

Se padece, se entristece y se conmociona por el que sufre en carne viva, a quien le cae todo tipo de granizadas de soledad y explotación: “Se han ido 25 auroras / V U E L O S/ R E L Á M P A G O S/ F U E G O/ Lucha de bestiario en el circo borracho de muchedumbre/ Las alas tensas al mediodía / El hacha del pensamiento descuajando árboles” (p. 51) Sin embargo, se siente que se está yendo, que el tiempo nunca es un viento estacionario, que en muchos casos, si es que no se hace nada, camina a trancos largos. En el poema “Caminos”, se expone y se recita estas preocupaciones, veamos: “En todas las mañanas / no hemos hecho más que irnos”, y al finalizar el poema son más categóricos los enunciados poéticos: “LA LEJANÍA SE HA HECHO DE PIEDRA / i mis pasos se van a las estrellas” (p. 53)

Quizá uno de los poemas más bellos y contundentes con la propuesta vanguardista, pero cuyos referentes temáticos es el dolor y la solidaridad con el indio humilde, es sin duda “El indio Antonio”, donde se sintetizan la impotencias por las injusticias, y la violencia contenida. La rebeldía y el revelar una situación de algún hecho quedan empozados en este poema de angustia, donde no nos dice pero nos quiere decir y enunciar una proclama de impotencia: “Ha venido el indio Antonio/ con el habla triturada i los ojos como candelas/ EN LA PUERTA HA MANCHADO LAS CORTINAS DEL SOL/ las palabras le queman los oídos/ i en la crepitación de sus dientes / brincan los besos de la muerta” La pérdida de ser querido convoca este canto solidario y a la vez fúnebre.


Este es uno de los mejores poemarios vanguardistas, quizá más intenso y rico en recursos expresivos que Cinco metros de poemas (1927) de Carlos Oquendo de Amat. Pensamos que aquí se encuentra la madriguera de la poética no sólo andina peruana sino de la vanguardia indoamericana. La estructura del libro Ande (1926) la conforman 22 poemas, acompañados con cinco xilografías del artista Domingo Pantigoso. Todos los textos muy bien logrados, redondos, trabajados, por supuesto, dentro de la estética de los postulados vanguardistas, pero con claras características andinas que ya hemos señalado anteriormente.

b) El Kollao, cantos del peñascal en un rincón del nevado [...].


Bibliografía:


CORNEJO, Antonio. (1989): La formación de la tradición literaria en el Perú. Lima: Centro de Estudios y Publicaciones (CEP)
CHÁVEZ Aliaga, Nazario (1928) 1960: Parábolas del Ande. Lima: Ediciones Norma. Segunda Edición.
DE TORRE, Guillermo (1965): Historia de las Literaturas de vanguardia. Madrid: Ediciones Guadarrama.
GONZÁLEZ VIGIL, R. Poesía Peruana vanguardista. Lima: Fondo Editorial Cultura Peruana. Colección: Perú Lee.
HIGGINS, James (2007): Historia de la Literatura peruana. Lima: Editorial Universitaria. Universidad Particular Ricardo Palma.
LAUER, Mirko (2003): Musa Mecánica (Máquinas y poesía en la vanguardia peruana) Lima: Instituto de Estudios Peruanos.
LÓPEZ Lenci, Yazmín (1999): El laboratorio de la vanguardia literaria en el Perú. Lima: Editorial Horizonte.
MOROTE, Godofredo (1988): Motivaciones del escritor: Arguedas, Alegría, Izquierdo Ríos, Churata. Lima: Universidad Nacional Federico Villarreal.
PERALTA, Alejandro (1926, 1934) 2007: Ande/ El Kollao. Pontifica Universidad Católica del Perú. Colección El Manantial Oculto, presentación de Luís Fernando Chueca, Xilografías de Domingo Pantigoso.
SCHWARTZ, Jorge (2002): Las vanguardias Latinoamericanas. Textos programáticos y críticos. México: Fondo de Cultura Económica. Tierra Firme.
VALLEJO, César (2002): Artículos y crónicas completos I. Recopilación, prólogo, notas y documentación por Jorge Puccinelli. Lima: Pontifica Universidad Católica del Perú.
ZEVALLOS A. Ulises J. (2002): Indigenismo y nación. Los retos a la representación de la subalternidad aymara y quechua en el Boletín Titikaka (1926- 1930) Lima: IFEA Instituto Francés de Estudios Andinos, Banco Central de Reserva del Perú.



(*)
Al cautivo lector o la cautiva lectora:

Como anuncié,
http://www.vanguardiasdesencuentros.blogspot.com/
,
será discontinuado. En adelante, todos los registros de Coloquio Internacional Des-Encuentros:las vanguardias, México y Perú, realizado en Lima el 4 y 5 de julio 2007, se publicarán en mi portal. El ensayo no se publica completo, tiene la condición de edición preliminar, es decir, está proceso de corrección final.


Publicado por Gonzalo Espino Relucé


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