Adolfo Vienrich: un indigenista, un tarmeño de Lima



Sumilla:
Esta comunicación presenta a uno de los héroe culturales andinos, propone un retrato de Adolfo Vienrich y su labor como indigenista y como luchador social. El texto que se presenta, corresponde a quinto capítulo de mi tesis doctoral Etnopoética quechua, de próxima sustentación en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Palabras claves:
Quechua – Cultura Andina – Radicales – Adolfo Vienrich - Perú


    Se ha escrito muy poco sobre la personalidad de nuestro héroe cultural (Puccinelli 1951, Ferrer 1957, 1959; Espino 1996, 2004). Pertenece a esa generación que “Para nosotros –decía la gente de la Aurora-, el señor Vienrich adolece de un defecto como todos los utopista que hacemos alarde de pertenecer á la escuela de Gonzales Prada, de no haber nacido para arrastrarnos á los pies del poderoso”.[1] Es la generación de intelectuales radicales que en Tarma se pusieron a la vanguardia de la defensa de un proyecto que piensa la región en términos modernos y cuyo ideario se inspira en la idea del progreso: asumen que tienen que superar el oscurantismo, la brutalidad y la ignominia que era incentivada por la iglesia, los conservadores y los terratenientes, todos ellos ajenos a los aguijones de la modernización burguesa. Por eso, no es raro que este núcleo, sea el que anime semanarios como La Unión y Aurora, primero; luego, La Aurora de Tarma, y quienes están al frente de éstas serán los más preciados e ilustres intelectuales tarmeños –y tarmeñistas-, me refiero, claro está a Adolfo Vienrich, a Enrique H. Díaz y a Enrique Hërr, escritores que a inicio del siglo xx se convierten en los animadores de la escena cultural y social de la pequeña aldea aristocrática llamada Tarma. En sus páginas se leen ideales asociados a lo más interesante de la intelectualidad internacional, Leopoldo Lugones, Vargas Vila, Joaquín Dicenta; en el ámbito local a Manuel González Prada; en el plano del discurso siguen con atención lo que sucede en el mundo y lo que ocurre en Lima. Estos discursos tienen un tono claro, dar luz, hacer efectiva la “pacha-huaray” nutridos como estaban del radicalismo, desarrollan una triple labor: 1) reivindicación social del indio y el obrero; 2) lucha contra el alcoholismo y programas higienistas; y, 3) la educación de las clases populares. Esto explica el carácter de denuncia y polémica en sus escritos y el carácter didáctico de sus textos.


    Pero, ¿cuál era la personalidad de Vienrich? En pocas palabras diré moderación en sus actos, serenidad e inteligencia en lo que dice y escribe. Desde sus inicios a Adolfo Vienrich lo vemos escribiendo en la Gaceta Científica, este aprendizaje no va a quedar atrás pues será lo que inspira, en adelante, su trajinar como intelectual, desde El Aliso Silvestre, sus sueltos y un conjunto de artículos, entre los que destacan los publicados por La Prensa. Su sensibilidad científica abriga dos elementos fundamentales, cómo aprovechar las riquezas nacionales y cómo servirse de estas en el tratamiento de enfermedades. Esta percepción se convierte en social cuando tiene que explorar nuevos campos y advertir la importancia de los indios en la constitución de nuestra nación, aparece como alegato y adhesión en su más importante libro Tarmap Pacha Huaray. Hay un regocijo estético al encontrar que los indígenas desarrollan diversas formas culturales, apoyado en su conocimiento y uso del quechua, en sus recopilaciones de canciones y relatos orales andinos; en sus reflexiones que vindica al indio como sujeto social y como sujeto productor de cultura.

    Lo reconoce tempranamente Ricardo Palma, “Aconsejo á U. que prosiga con ahínco en ese género de estudios lingüísticos, pues reconozco en U. dotes sobresaliente, para cultivarlo con mucho éxito. […] Por si en algo pudiera servirle le acompaño un ejemplar del librito Papeletas lexicográficas, que dí a la publicidad ha dos meses. Con lo poquísimo, casi nada que del quechua conozco, no pude sacar todo el partido que á U. le es fácil obtener sobre muchos peruanismos”.[2] Este reconocimiento no viene sólo del tradicionalista sino de Abelardo Gamarra, El Tunante, que testimonia: “Cuando este periódico lanzó la idea de formar nuestro folklor, el primero que respondió à ese llamamiento fue Vienrich, publicando su hermoso libro sobre riqueza de la literatura quechua: es un monumento levantado á la grandeza intelectual de nuestros antepasados; i que ha debido demandar á su autor paciente recopilación de datos, con lo que testificó además su erudición, poco común.” (Gamarra 1908: 30) [3] y, por cierto, del aprecio que gozaba de intelectuales como Max Uhle (1906) quien reconocía como “Mui meritorio […] los trabajos que en ese sentido se vienen haciendo [Vienrich] en Tarma”, pues, representa la oportuna tarea de “recoger i recopilar los restos de la literatura antigua que andan diversos en libros de diversas índoles, ó que se conservan por tradición oral entre los mismo indios, trasmitidos de generación en generación”.[4] Años más tarde, el historiador Jorge Basadre elabora el siguiente carné biográfico:

Adolfo Vienrich nació en Lima en 1867 y falleció en Tarma en 1908. Estudió en la Facultad de Ciencias de la Universidad de San Marcos y formó parte del Círculo Literario y de la Unión Nacional, como secuaz de González Prada. En 1895 se radicó definitivamente en Tarma, en donde ejerció la docencia y el periodismo y desempeñó cargos públicos. Editó en 1902 La voz de Tarma [?] y tuvo acaso relación también con La Unión, La Nueva Simiente, El Municipal. Fue alcalde de la ciudad por votación popular. Regentó además la farmacia El Progreso y se ocupó de recopilar el folklore regional.

Vienrich fue un hombre de ideas avanzadas que pudo atacar a muchas personas, cosas e instituciones, quejarse de su país o sumergirse en la apatía. Prefirió hacer lo que no hacía nadie: sacar del alma popular un tesoro no extraído. Parece que hubiera hecho suyo aquel proverbio chino según el cual es mejor encender una luz que maldecir las tinieblas. Y es así como en el banquete de los literatos profesionales cultos, u oficiales, hizo entrar a un convidado de piedra: el pueblo. (Basadre 1939/2005: t. 16, 238).

    Personalidad que en la acción social se vio también tamizada por la modestia y la apuesta del bien común. Lo dicho aquí tiene que ver con ese colectivo en tanto hombres que aportan al desarrollo de Tarma, emprenden el proyecto de mejorar la salubridad de la región que suponía políticas de prevención (amenaza de la peste bubónica, v.g.). Lo propio en relación a las ideas progresista como las carreteras, la conquista del Oriente Peruano y el trato equitativo en el trabajo. Cuando se estaba haciendo la carretera Oroya-Tarma, Vienrich pone primero los intereses colectivos; por eso, puede suscribir, lo que le decía A. E. Bedoya en su carta del 3 octubre 1903: “Yo soi muy práctico, amigo mío, yo lo que quiero i anhelo es, que haya carretera, aunque la obra se la atribuya al celador de la esquina”.[5] La misma moderación con que acepta las iniciativas de otros colegas suyos es la que tiene cuando se trata de organizar un discurso. Y esto es lo que vale en su propio quehacer como intelectual.

    Adolfo Vienrich suscribe el Programa de la Unión Nacional, el acta fundacional fechada 16 de mayo de 1891 y publicada en La Integridad (nº 95), aparece como miembro del Comité y como “(alumno de Ciencias)”.[6] Su formación está vinculada a los aportes de positivismo y su sentimiento social moldeada por las voces que pronuncia Manuel González Prada. Su tesis de bachiller en ciencias El Aliso Silvestre (1888) tiene esa inspiración. Las dificultades por las que atraviesa su familia y, por cierto, la necesidad de proselitismo, lo llevan, a una estadía sin retorno en Tarma. Y esto porque, Vienrich se había inscrito para estudiar Medicina. Regentará la famosa farmacia Progreso desde 1895, nombre que simbólicamente orienta su quehacer. Esta farmacia proveía a la población tarmeña los fármacos más actuales del mercado de inicios del siglo xx; amén de su vocación de médico rural, allí con las que con mucha amabilidad atendía a los indios que llegaban a su dependencia y su entusiasmo científico lo llevaría al conocimiento y uso de las plantas medicinales. Positivismo y sensibilidad social que lo llevan a nuclear a uno de los más importantes movimientos locales, me refiero a los radicales de Tarma.

    Si hay que calificar la obra educativa de Adolfo Vienrich diremos que la suya es una permanente propuesta de innovación, pensada en lo que contemporáneamente llamamos interculturalidad. Dos ideas presiden los trabajos educativos de nuestro autor: (1) la necesidad de adecuar cualquier material de enseñanza al educando; y, (2) que este material esté en consonancia con el contexto socio-cultural del estudiante.[7] Esta se puede apreciar en su Metodología de la Lectura y Metodología del Cálculo (1903) en las que Vienrich ilustra a los maestros la necesidad de manejar un método que promueva una relación exitosa con los estudiantes. Sin duda, el mayor proyecto educativo se cifra en ese texto que trabaja para los alumnos rurales y que, el pensamiento educativo peruano, simplemente ha olvidado, me refiero a Silabario Tarmeño (1904). Se sabe que publicó también un libro de lecturas que no ha llegado a nuestras manos. Sí en cambio se tiene noticias del original de Cartografía que llegó a revisar Joaquín Ferrer Broncano.[8]

    Este cuadro se completa con las notas del autor sobre diversos temas que van de una reflexión sobre la actividad política, pasando por asuntos lingüísticos, hasta llegar al tópico de la peste (1904). La compilación y la bibliografía completa aún se haya en ciernes (Espino 2004, Morales 2005). Uno de los problemas para el acceso a los textos del tarmeño de Lima es la dispersión y la existencia de colecciones incompletas de periódicos de la época, como La Integridad o de La Aurora de Tarma, estas últimas en los repositorios a los que hemos accedido son exactamente incompletas o están mutilados.[9]

    ¿Cómo entonces definir la vida de Vienrich? Creo que es un del hombre trágico, de aquel que creía que es posible soñar con un mundo armonioso y con todos los beneficios de la ciencia. Un hombre trágico que supo sopesar su ingenio con el tiempo de tormenta, la persona que sintió en la piel el llamado sublevante del mestizo que estaba en él y que nos legó la lección más sincera de la cultura y el ejemplo de lo que intelectuales de este siglo debemos confrontar modernamente. Sinceridad en la palabra, consecuencia con la ideas, solidaridad a prueba de todo. Integridad y legitimidad como era su propuesta de pacha huaray, aurora para los hombres y mujeres que llegan: “En lo alto de su magnifico carro, conducido por corceles de roja piel, viene á regenerar la naturaleza, viene á difundir la luz de la verdad é iluminar con su vivos resplandores á todos los que vivimos entre sombras i tinieblas. Levantaos de vuestra postración!”,[10] mejor aún, la afirmación “Aurora!/ Simbolizas redención”[11] que para los radicales será la conquista de “libertad y justicia”.


Bibliografía:

Basadre, Jorge. 1939: Historia de la República del Perú (1822-1933). Lima, Empresa Editora El Comercio, 2005; 18 t.
Ferrer Broncano, Joaquín. 1959: La labor educativa de Don Adolfo Vienrich en la Provincia de Tarma. Tarma, Lib. Imp. La Aurora, 1959; 77 pp.
------. 1957: Labor educativa de Don Adolfo Vienrich en la Provincia de Tarma. Lima, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1957 (Tesis para Título de Profesor). Tarma. Lib. Imp. La Aurora, 1959.
Espino Relucé, Gonzalo. 2004: Adolfo Vienrich, la inclusión andina y la literatura quechua. Lima, Universidad Ricardo Palma, 2004.
-----. 1996: Adolfo Vienrich: La tentativa de otra literatura peruana. Lima, Universidad Nacional Mayor de San Marcos - Escuela de Postgrado (Tesis de Magíster en Literatura Peruana y Latinoamericana).
Morales de la Cruz, Teodoro. “Registro bibliográfico de Adolfo D. Vienrich” en Manantial, año I, nº 3. Tarma, julio-setiembre 2005; pp.5-7.
Puccinelli, Jorge. 1951: "Adolfo Vienrich, Precursor de los estudios folklóricos" en Fanal IV, nº 29. Lima, setiembre - octubre 1951; pp. 23‑24 [Trae fotografía de Vienrich].
Palma, Ricardo. 1903: “Carta a Adolfo Vienrich del 17 de noviembre 1903” en Aurora, nº5, Tarma, 6 de diciembre 1903; p.[2] (Bajo el epígrafe “Actualidad”).
Vienrich, Adolfo. 1906/1989: Tarmapap Pachahuarainin / Fábulas Quechuas. Tarma, Tip. La Aurora de Tarma, MDCCCCVI; 65 pp. [Seudónimo: Pumacahua y Cahuide]. 2ª ed. Lima, Ed. Lux, 1961; 79 pp. (Serie Difusión del Libro del Centro, 1). 3a. ed. prol. Víctor Soracel. Lima, Instituto de Apoyo Agrario / Eds. Rikchay Perú, 1989; 84 pp. (Cultura Andina, nº 1).
------. 1905/1999: Tarmap Pacha-Huaray/ Azucenas Quechuas (Nuna-shimi chihuanhaui). Bilingüe. Tarma, Imp. La Aurora de Tarma, 1905; CXXIV, 131 pp. [Seudónimo: Unos Parias; antes del título: Tarmap Pacha-Huaray; al final del prólogo: Pumacahua / Tarma, 27 de Octubre de 1905]. 2a. ed., nota preliminar de Pedro Díaz Ortiz. Tarma, 99Concejo Provincial de Tarma, 1956; 109 pp. 3a. ed., nota preliminar de Pedro Díaz Ortiz. Huancayo, Casa de la Cultura de Junín (Biblioteca Huanca 2), s/a, 109 pp. 4ta. ed. Azucenas y fábulas quechuas. Edición de Pedro Díaz Ortiz. Lima, Universidad Ricardo Palma, 1999.
-----. 1904/2004: Aurora/ Pacha huarai. Publicación Eventual (Escrito en dialecto tarmeño). Tarma, enero y febrero 1904. Ed. facsimilar por Gonzalo Espino en guaca nº 1, Lima, diciembre 2004; pp. 92-108.


Notas:

[1] “Actualidad” en Aurora i-6. Tarma, 6 diciembre 1903; p. [5]. Esta sección desagravia a Adolfo Vienrich que ha sido insultado, hostigado por los conservadores de El Orden a propósito de la defensa del indio.
[2] Cf. Carta de Ricardo Palma a Adolfo Vienrich, fecha en Lima, 17 de noviembre 1903 en Aurora i-5, Tarma, 6 de diciembre 1903; p. [2, bajo el epígrafe “Actualidad”].
[3] Gamarra Abelardo, “Adolfo Vienrich” en Corona Fúnebre (1908: 30-31).
[4] Cf. “Notas bibliográficas” in Revista Histórica, t. I, nº 1; órgano del Instituto Histórico del Perú, Lima marzo 1906; pp. 393-294.
[5] Carta de A.E. Bedoya a Adolfo Vienrich fechado en Lima, 3 octubre 1903(Aurora nº6).
[6] Véase “Programa de la Unión Nacional” Figuras y figurones.de Manuel G. Prada (1969:109-116)
[7] Aún los trabajos sobre la labor educativa se circunscribe básicamente al aporte de Joaquín Ferrer Broncano. La labor educativa de Adolfo Vienrich. Hay relativo interés por la obra de nuestro autor, remito a “El Silabario Tarmeño y otros métodos de lectura” (2005), de Silvia Apaza Espinoza (véase: http://www.unmsm.edu.pe/coloquio).
[8] Teodoro Morales, que ha investigado con acuciosidad el suicidio de Adolfo Vienrich, del que esperamos ya la publicación de sus hallazgo, me comentó que este original fue entregado autografiado a don Remigio Aguirre y que a muerte de este, le entregó a su hijo Bécquer Aguirre, quien finalmente, lo habría cedido a Demetrio Astete.
[9] Debo expresar mi gratitud a Pedro Díaz Ortiz, Joaquín Ferrer Broncano y a Teodoro Morales que me permitieron el acceso a publicaciones y periódicos de la época.
[10] Un indio. “A Aurora” in Aurora, Semanario radical, año i, nº 8. Tarma, domingo 27 de diciembre 1903; p.[1]. (“Aurora”, editorial).
[11] Cf. Aurora nº 2. Tarma, 13 de noviembre 1903, p. [3].


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