Qichwapi qilqasqa willakuykunamanta qulqa, imaynas hayk’aktaqsi paqariran... por Niel Palomino


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Qichwapi qilqasqa willakuykunamanta qulqa, imaynas hayk’aktaqsi paqariran imaynataqsi kunan pacha kachkan chaykunamanta hamawt’a Gonzalo Espino k’uskisqanmanta

por 

Niel Agripino Palomino Gonzales 

Como una suma de su sesuda labor de científico de la literatura, el tayta de la crítica literaria peruana, don Antonio Cornejo Polar, publicó en 1994 Escribir en el aire, ensayo sobre la heterogeneidad sociocultural en las literaturas andinas. En el sin par libro, de manera directa o indirecta, Cornejo advierte que no hay literatura peruana, sino literaturas peruanas. Y no podía ser de otra manera siendo el Perú un país de todas las lenguas y todas las culturas. Con ello, Cornejo Polar rompe con la visión hegemónica de la literatura peruana, como kawsaq qhunchu del colonialismo. Rompe con la miope crítica literaria peruana que cometía “calco y copia” de las teorías literarias como intento de modernización. Asimismo, Cornejo instituye una poderosa teoría literaria más acorde la diversa realidad peruana. 
Desde aquel entonces, tuvieron que pasar algunos años para que aparecieran como praxis de aquella heterogeneidad, asedios a la literatura quechua escrita. El primero fue el enjundioso y laureado ensayo Buscando una tradición poética quechua en el Perú (1995) de Julio Noriega y las monumentales antologías Poesía quechua en el Perú y Poesía quechua en Bolivia del mismo Noriega Bernuy. Después de este significativo acontecimiento para la literatura quechua, el año 2019, el maestro sanmarquino y poeta moche Gonzalo Espino elabora un corpus, un qulqa, un taqi de la narrativa quechua escrita, bajo el título Narrativa quechua contemporánea.Corpus y proceso (1974-2017). Los libros mencionados son pues tres trabajos de compilación y estudio de años, sin precedentes el país y en los estudios de la literatura quechua. Lo de Bendezú, su Literatura quechua es casi una estafa, porque el título es literatura quechua, pero todos los “textos quechuas” están exclusivamente en castellano.
Como a Julio Noriega, la literatura quechua le debe mucho a Gonzalo Espino Relucé no solo por este libro sino por su entrega a la comprensión y promoción de la literatura quechua, por haber sido, en su condición de asesor, el motor de la primera tesis de posgrado escrita y sustentada en quechua por la cusqueña Roxana Quispe.
Narrativa quechua contemporánea.Corpus y proceso (1974-2017), al margen de la introducción, el epílogo, y los anexos, está estructurado en seis capítulos breves. En el primer capítulo, Espino Relucé asevera: “Esta literatura, por cierto, tiene larga data si se considera su tramo histórico, pues corresponde a la anterioridad hispánica. Y llega cuando los quechuas raptan la escritura…”. En efecto, la escritura quechua es una apropiación que hace el artista quechua de la escritura castellana para con letras del castellano graficar términos quechuas. Espino dice que el contexto que favoreció al eclosión de la escritura quechua o literatura quechua escrita fue la Revolución de Velasco, específicamente la oficialización del quechua como idioma del país. “En la década de 1970, el quechua se puso de moda y perturbó el orden literario nacional”, dice Espino, aunque líneas arriba menciona que esa eclosión se patentiza en la década de los 80. El estudioso dice también que esa literatura quechua es mestiza, y ya no es indigenista, sino andina incluso, advierte que la mayoría de los escritores quechuas se iniciaron en la literatura escribiendo primero en castellano. En la parte final, Espino precisa que la literatura quechua contemporánea abarca desde la década de los 50 del siglo XX hasta la actualidad.
En el segundo capítulo, Gonzalo Espino señala que la crítica sobre la narrativa quechua es casi nula. Apenas las de Manuel J. Baquerizo y César Itier. Menciona y glosa las interesantes reflexiones sobre literatura quechua de los estudiosos mencionados. Con la oración interrogativa como título, Espino sostiene que la narrativa quechua tuvo antecedentes en Tarma pacha huaray de Adolfo Vienrich (1905), Huámbar poetastro acacau tinaja de J. J. Flores (1933), Cuentos quechuas de Ayacucho de Teodoro Meneses (1954), Pongoq Mosqoyñin de José María Arguedas (1965) y Tutupaka Llakkta del cura Arístides Lira (1974).
En el tercer capítulo, Espino expresa algunas características de la narrativa quechua. Según él, la narrativa quechua alterna con la hegemonía y sus cultures asumen como referente a la ciudad letrada. Así los rasgos principales de la narrativa quechua, serían: a) Las obras se escriben desde la variedad quechua en el cual es competente el autor. b) Las variedades del quechua más empleadas son, en orden de cantidad de textos: Chanka, Cusco Collao y Ancash. c) Los relatos expresan la cultura andina (sus mitos y leyendas). d) La escritura es bicultural o bilingüe (quechua y su respectiva tradición al castellano) o monocultural o monolingüe (solo en quechua y sin traducción), resistencia activa, según él. e) las técnicas empleadas en la configuración de la historia son modernas o están redefinidas por el autor, porque se deja al clásico narrador omnisciente y se apuesta por un protagonista o testigo. Asimismo, dejan la clásica entrada del relato quechua Uk watas kasta, Chhaynas kasqa, Unay watas..., entradas propias de la oralidad quechua. f) Explora un mundo andino moderno, como por ejemplo la migración o aspectos cotidianos. Otro aspecto que nota Espino, son las traducciones de los cuentos clásicos de la narrativa peruana al quechua, hechas acertadamente por Washington Córdova y Gloria Cáceres.
El capítulo cuatro titula Las primeras tramas de narrativa quechua. En este menciona obras como Achikyay willakuykuna de Porfirio Meneses, Maqt’illu de José Tapia Aza y Asikunapaq willakuykuna. De los tres, según el estudioso, Meneses emplea técnicas modernas en sus relatos.
El capítulo quinto lleva por título Los quechuas de los ochenta… Aunque en el título se nombra a los escritores Sócrates Zuzunaga y Macedonio Villafán, talentosos narradores quechuas, en el interior del texto, el autor menciona al texto Pukupukumantawan k’ankamantawan de Rufino Chuquimamani, Wiñay suyasqayki, huk willaykunapas de Gloria Cáceres y Kutimanco y otros cuentos de José Oregón Morales. De Pukupukumantawan k’ankamantawan, además de advertir que no es creación del autor, Espino dixit: “Su quechua es vivaz, sabe de los giros que imitan los guiños del Puku puku y el gallo. Es en realidad uno de los cuentos más notables producidos en los 80”. Palmas entonces para el tayta Chuquimamani, hoy y, desde hace por lo menos 50 años, experto en la escritura quechua. De Wiñay suyasqayki, huk willaykunapas, declara: “Los relatos están asociados entre la ciudad y el lar de origen, el retorno; los seres queridos la soledad, la amistad, el amor perturbador, la ansiedad y la burla en una suerte de reinvención que intensifica y abarca momentos significativos en la estancia andina”. El comentario continúa con José Oregón Morales, autor de Kutimanco y otros cuentos y de Loro qulluchi. Afirma que Oregón es un narrador oral, un talentoso contacuentos y ese rasgo lo muestra en sus cuentos escritos. De Sócrates Zuzunaga, expone la trama argumental del cuento Akatanqahina runacha. De este dice: “Y con ello asistimos a uno de los relatos más intensos, desbordantes y en una estructura cuyos rastros quechuas se descubren en la letra que camina a su inevitable universalización”. La última parte de este capítulo está destinado al talentoso narrador Macedonio Villafán y su libro Apu Kolkijirka. Refiere que el libro es como novela corta y que es un relato de una población andina, Cutacancha, asentada alrededor de la mina y la presencia del forastero que está allí solo por motivos de lucro. El relato está hecho desde la voz del mítico apu Kolkijirca.
Los autores y sus mencionadas obras, son pues, los que dan vigor a la narrativa quechua, los que dan apertura también a lo que luego se viene.
El sexto capítulo lleva como título Penúltimos narradores. Entre ellos menciona Valentín Ccasa con Maman Uywaq Ukumaricha, Ugo Carrillo con Kiwintu qhipi, Óscar Chávez con Taqaqa runa y Domingo Dávila Taytay apu pachakamaqsi. De ellos destaca su versatilidad y dominio narrativo, su capacidad de vincular las leyendas ancentrales y la creación de historias desde la experiencia cotidiana y contemporánea, la apuesta por mostrar la picardía andina (como para limpiar la mácula de creer que el hombre andino es un ser atribulado y gemebundo). Entre los mencionados, Pablo Andrés Landeo Muñoz, el primer novelista quechua, ocupa un lugar destacado. De su novela enuncia: “Con la publicación de Aqupampa la novela quechua toma cuerpo y deja de ser un tópico indigenista”. Lo dicho por Espino es muy cierto. Su novela es historia de migración, es la vida del migrante en la gran ciudad y específicamente en el arenal de Villa el Salvador, narrada íntegramente en quechua. Líneas abajo dice Espino: “Lo nuevo de Aqupampa será cómo el relato nos teje una historia que en el ahora, la de una mujer cuya memoria lleva a desencadenar una fluidez sucesiva de eventos y transgresiones temporales (cuatro referencias espacio-temporales, pacha) que hacen de esta novela un artefacto ágil”.
Con bastante agudeza, Gonzalo Espino ha logrado sumergirse en las sinuosidades de la narrativa quechua y con mucho acierto nos ha dado luces sobre este referente de las literaturas peruanas. El detalle de las obras con precisión temporal, el tránsito de la narrativa andina del castellano al quechua desde Huámbar hasta Aqupampa, las técnicas modernas en la narrativa quechua, sus momentos gloriosos, el breve pero contundente argumento de las obras mencionadas, la contextualización de las historias y sus interesantes conclusiones, son logros muy significativos de Gonzalo Espino en su aproximación académica a la narrativa quechua. Demuestran su alto nivel de conocimiento de la narrativa quechua y hacen de él, el primer estudioso de la narrativa quechua y lo sitúan al nivel de Julio Noriega, en cuanto estudio integral de la literatura quechua se refiere. Esperemos ahora, el boom de la narrativa quechua moderna, eso que deja la simple compilación de relatos andinos ambientados en cerros y ch’uqllas y, apuesta por la creación de historias en las grandes ciudades del mundo contadas en quechua, historias que relaten en quechua el drama del hombre contemporáneo y de la misma actual sociedad presa del neoliberalismo. Eso será posible en cuanto los actuales y nuevos narradores quechuas entiendan que su misión es modernizar la narrativa quechua, sacar de las ch'uqllas bajar de los cerros hasta las grandes avenidas de las ciudades del mundo. Otro asunto que tenemos por superar es la cantidad de los lectores. Hasta ahora, la producción literaria quechua es leída por estudiosos y académicos, pero no por la gran masa de quechua-hablantes. Para ello, es también fundamental la unificación o normalización de la escritura quechua. Será un inkarri, el Pachakuti anhelado! Chaykamaqa qilqallasum!
Napayukuyki, chaninchakuykitaq, tayta Gonzalo Kiska!

Tomado de su fb:
(12.02.2020)