, Hawariyninchis, Nuestra poesía quechua contemporánea
es la antología que hemos preparado, viene claro está, con las notas pertinentes y en una publicación que la definimos como ñuqayku. Hawariyninchis circulará el 2019, esperamos que el libro nos llegué cuando esté en Malabrigo con las últimas olas del verano, ya no queda nada más que esperar, saldrá con el sello de Pakarina Ediciones. Comparto el estudio introductorio que he preparado para mi libro.
Hawariyninchis, nuestra poesía contemporánea
quechua
Introducción
Gonzalo
Espino Relucé
EILA-UNMSM[1]
A fines de diciembre del 2016 no había podido confirmar ni revisar Canas
i sus relámpagos (1947), una antología poética que en mis años de
estudiante habíamos leído, fue por esos días que llegó un grupo de amigos con
quienes fuimos a comprar a “Amazonas”. Aquella tarde, mis ojos se dirigieron a
un grupo de papeles viejos, entre un color amarillento, era el inconfundible
papel bulki. Me llamó la atención una ruma de impresos que, para mi sorpresa,
se trataba de un trabajo monográfico que yo había realizado en el marco del
Seminario de Literatura Peruana. Este hallazgo me permitió confirmar la existencia
del poeta Tupac Amaro (Juan de la Cruz Salas) y los poemas “Hatun Muttu” y
“Walishuk taki”. Esta vez, era mi propia versión, la de las aulas sanmarquinas.
Unos meses más tarde me reencontraría con el escurridizo Canas i sus
relámpagos gracias a las pesquisas que hicieran los integrantes de mi
equipo de investigación EILA[2]
en Cusco.
La anécdota, por cierto, parece banal, sin embargo, explica algunas
de las preocupaciones académicas que desarrolla nuestra Universidad,
especialmente, la Escuela de Literatura de San Marcos. En 1982 Eduardo
Ninamango Mallqui defiende un trabajo clave en el desarrollo de los estudios de
la poesía quechua, me refiero a Katatay y la poética quechua de José María
Arguedas. Julio Noriega presentaría parte de los resultados de su
investigación doctoral, la antología Poesía quechua escrita en el Perú
(1993). Tres años después, Isaac Huamán Manrique aportaría a la construcción
del corpus de la poesía quechua con su tesis La poesía quechua escrita
actual (1990-1995) (1996). Por nuestra parte, fuimos imaginando qué había
ocurrido con la tradición oral andina y con la palabra-letra en quechua; en ese
andar concebimos una propuesta de lectura para los textos andinos que se
tradujo en mi tesis doctoral Etnopoética quechua (2007); años después se
publicarían dos textos claves para la discusión sobre el tema: Las
provincias contratacan (2009) de Juan Zevallos y Caminan los apus
(2012) de Julio Noriega. Son parte del actual proceso, las tesis La
pervivencia de la identidad cultural como memoria del tiempo moderno en Sonqup
Jarawiinin, Umapa Jamutaynin, Runap Kutipakuynin de Kusi Paukar de Óscar
Huamán Águila y La poética chanka en tres poemarios de Edwin Chillcce
Canales, ambas del 2017.
Trayectorias
Cuando hablamos de literatura demandamos la existencia de un
corpus. ¿Existe un corpus de la literatura quechua contemporánea?, ¿es factible
hablar de un corpus de la poesía quechua escrita? La repuesta fue siempre
afirmativa, de esto dan cuenta las tres más importantes publicaciones del siglo
pasado: Literatura Quechua (1980) de
Edmundo Bendezú, Poesía aborigen y
tradicional popular (1984) de Alejandro Romualdo y Poesía
quechua escrita en el Perú (1993) de Julio Noriega Bernuy. Estas ofrecen un
repertorio que evidencia la existencia de una escritura quechua en progresión;
difieren en sus referencias espacio-temporales en el balance contemporáneo y la
lengua que utilizan. La primera ofrece una selección con apego diacrónico,
todos los poemas quechuas provienen del acervo oral, no incluye a ningún poeta
de tradición escrita y los textos vienen en español. El mérito de este volumen
de la Biblioteca Ayacucho fue que volvió a poner en circulación la poesía
quechua en el espacio Latinoamericano junto con la maya, náhuatl y guaraní. La
segunda, resulta singular al presentarnos un muestrario de las poéticas nativas
de los distintos pueblos del país, al hacerlo Romualdo incorpora una sección
que lo estructura de cara a la historia, incluye para el periodo de la
República diez autores a quienes denomina “Poetas quechuas contemporáneos”
(:301-384), los poemas vienen en quechua y castellano. Ambos trabajos llegan a
1980. La tercera, cubre hasta los inicios de los 80, abarca ocho décadas del
siglo XX y presenta, por vez primera, autores totalmente desconocidos y supuso
la puesta en valor de poetas de circulación local.
Es a mediados de la última década del siglo pasado que cobra un
impulso inusitado la poesía quechua. La lengua nativa se reivindica, se
publican revistas y libros, se desarrollan concursos y se percibir un circuito
propio que van propiciando comunidades letradas que se extienden a los quechuas
que viven en las principales ciudades del país. Los contextos de desarrollo los
asocio a un conjunto de hechos: (1) al fin de la guerra interna que creó un
clima favorable para el florecimiento de las letras quechuas que estaban
estancadas en las gavetas individuales; (2) la promoción institucional de la
literatura quechua desde varias esferas del gobierno (concursos -Premio
Nacional de Literatura Quechua- y publicaciones desde ministerios y gobiernos
regionales), que colaborarán en la consolidación de cuando menos dos polos de
desarrollo para la literatura quechua de estos tiempos, Huamanga y Cusco; y,
(3) una época propicia para las lenguas indígenas avalada por los convenios
internacionales y las divulgación de las literaturas y culturas indígenas en
América Latina. Esto terminaría por dar cuenta de nuevos e inusitados
derroteros para la literatura quechua en general. No está de más recordar la
extensa tradición oral de las prácticas poéticas andinas que coincide, a fin
del siglo XX, con la configuración de la canción andina moderna que viene de los
fueros estéticos de Ayacucho (Huamán López, 2015).
Rolando Álvarez (2017: 15-49) nos ha recordado la compleja y
heterogénea realidad de nuestra literatura, más aun lo urgente que resulta
imaginar, repensar y organizar un corpus literario, sobre todo si se trata de
focalizar lo nuevo o un proceso. La conformación de los corpus de nuestras
literaturas es una tarea pendiente por ser una producción textual que tiene
continuidad y calidad estética. El
primer repertorio, en efecto, lo identificamos con Canas i sus relámpagos (1947) que publica los poemas de Audaz del
Castillo, Killku Warakca, Tupak-Amaro y Jacinto Yana-Aucca,[3]
en esta “Antología poética” aparecen
tres tipos de textos, los poemas, que vienen en castellano; los textos quechuas
con sus transcripciones al español y las recopilaciones de canciones que se
inscriben en quechua, se traducen a la lengua de la ciudad y son identificadas
como folclore. Casi una década después, aparece Taki parwa (1955) de Kilko Warak’a, el poemario no solo tiene el
mérito de ser el primer libro orgánico de poesía quechua en los tiempos
modernos. Al año siguiente, 1956, Kusi Pawkar publica Jarawikuna enteramente en quechua chanka en la Revista Cultura de
Bolivia (Lara: 1992, Huamán Águila: 2017); en los poemas de Kusi Paukar se
advierte el impacto de la modernización en el mundo andino. Ambos proyectos
poéticos instalan en el escenario letrado una corriente, una opción: escribir y
publicar solo en quechua por lo que se difunden como poemas monolingües. De
hecho, no debe perderse de vista que hacia 1934 se convoca al Concurso de
Literatura Kechwa por “el IV Centenario
del Cusco”[4],
es decir al cuarto centenario de su fundación española; los resultados de esa
ocasión no tienen mayor trascendencia, salvo porque el regionalismo cusqueño se
abre a otras variantes, el poema ganador estaba escrito en “Runa - Simi de
Huamanga” (Indio Enelda 1942: 19) y en
1951 se realiza en Cochabamba el Primer Concurso Internacional de Literatura
Quechua, que ganará Andrés Alencastre por su poema “Intillimani” (Huamán
Manrique 1996: 51).
Afirmamos que la partida de nacimiento de la poesía quechua escrita
contemporánea se sitúa en la década de los 50 del siglo XX. La tradición
moderna, es decir, la poesía que se produce en el siglo XX cuyos textos
fundacionales corresponden a las publicaciones de Canas i sus relámpagos (1947), Taki
parwa (1955) y Harawikuna (1956),
que definitivamente abonan el camino e instalan dos orientaciones para la
poesía quechua ñuqayku y ñuqanchis, esto es escribir solo en
quechua o hacer el gesto intercultural, en quechua y castellano. De hecho hacen
suyo el idioma y lo prestigian en un momento en que el problema del indio no se
había resuelto, que el idioma y sus hablantes eran considerados opuestos al
progreso y a la civilización, por lo que no solo se le despreciaba y descalificaba.
[1] Esta antología forma parte
de los resultados del proyecto de investigación
Proceso de
la poesía quechua contemporánea (2017) y lo
comprometido en el Proceso de la poesía
quechua contemporánea II Educación y poesía (2018) que dirijo como coordinador de EILA, ambos proyectos
financiados por Vicerectorado de Investigacion y Posgrado UNMSM.
[2] Me refiero especialmente a
los jóvenes Óscar Huamán Águila, Gloria María Pajuelo, Sarita Emperatriz
Castro, Diana Conchacalle, Estafany Rodríguez. Edwin Chicce, Gabiel de la Crruz
y Roxana Quispe. En esta pesquisa me acompañaron los profesores Mauro Mamani,
Manuel Valladares, Carolina Ortiz y Carlos Garía Bedoya y participaron
también Carlos Huamán (UNAM, México),
Romulo Monte Alto (UFMG, Brasil), Claudiar Rodríguez (UAch, Chile) y Rolando
Álvarez (UG, México).
[3] Audaz Castillo corresponde al seudónimo del
“Poeta ermitaño i apasionado romántico del lago de Langui-Layu, don José Cirilo
del Castillo i Gutiérrez. [1895]” que publicó la revista Wikuña (1929); Kilko Warakca, corresponde a Andrés
Alencastre; Tupac-Amaro (Canas-Surimane, 1915-?) es seudónimo de “J. de la Cruz i S, autodidacta, tipógrafo i
chofer.”, y, Jacinto Yana-Aucca es
identificado como “poetas netamente INDIO don Jacinto Ccallo y Sumi [1923-?],
oriundo de Yanaoca.” (cf. Tupak Amaro
1947: s/n).
[4] La revista Waman Puma no.3 y 4 da cuenta del hecho;
publica el “Acjamccaray Ccosccoman, poema kechwa premiado
en 1934” (Indio Enelda 1942: 18-19).
(Continuará)