Haré
una cala en el poema 7 del primer cuaderno, Quipus,
que el poeta titula “huayno” (:22) y que aparece en Aguardiente, forever (2007). La
estructura del poema evoca una modo tradicional y popular, que se trasgrede
para ponerle en estilo propia, en su contemporaneidad. Así, el poema confronta
la instancia individual y de la historia colectiva, esta se ve afectada porque
el amor aparece como “imposible” dada las
condiciones en que se tendría que realizar. Todo en virtud de un campo
semántico que el poema instala y demanda una lectura del contexto.
El
sentido tradicional de “huayno” se amplía a otro que es social:
huayno
1 Manzanita señoritay
mañana nos fugaremos
mañana nos fugaremos
burlando la autoridad.
5
Mi pueblo será tu pueblo
tus ojos serán mi luz
tus ojos serán mi luz
como la lluvia de
enero.
Lunita señoritay
10
sólo los dos nos amaremos
solo los dos nos
queremos
como retamas ardiendo.
Ay, china, ay negra,
15 tu pueblo será mi pueblo
no de ningún gamonal
Hay en
“huayno” una historia que no se cuenta, pero se percibe en el poema. La amada es definida como “manzanita” y “lunita”, que califican aquella
pertenencia en “señoritay”, la que se desea, pero los objetos elegidos a su vez
hablan de por si de la sensualidad -el rojo de la manzana y la blancura de la
luna. Luego en los veros 14 y 16 hay un cambio, se utiliza un verso popular que
viene de los noqanchispa takikuna, “Ay, china, ay negra” y en castellano se ha
hecho explícito para decir lo mismo que se ha estado indicando: “señoritay”,
“mi señorita”. Instalado el objeto de
deseo: ella que aparece bajo la noción de tu (qan). El yo poético, ñuqa, se
pronuncia por ella. Pero, llegar a la amada, alcanzarla, no es posible, porque
el suyo sería un amor fragmentado, imposible, si se continúa “encerrada” en la
“hacienda”. De esta forma es posible reparar en dos lexemas espaciales “pueblo” y “hacienda” y la idea fuga que
estructuran los campos semánticos del poema.
¿Cómo
es que el poema lo deja ver? Hay una estructura polar. Así la
"autoridad" y "gamonal" nos advierte de la elisión de la
situación social consistente un espacio poco grato para la libertad, como
consecuencia de ello, para el amor. La
“hacienda” como lexema ausente aparece signado por el rastro de “autoridad” y
“gamonal” que es el poseedor de las tierras y que en los andes fue –lo sigue
siendo- la que despojo de sus tierras a los indígenas y los convirtió colonos,
peones y pongos. Lo que se contrapone a hacienda es pueblo. En el pueblo si es
posible la realización de ese amor. Por
eso, “ñuqa”, la voz poética imagina una solución, referida a un espacio
colectivo, esta vez nominado “pueblo”. Por eso, alude, indica el poema a una
suerte de intercambio, que no acepta la “autoridad” ni la presencia del
“gamonal”, solo así será posible el amor. Por eso la voz poética asume al “pueblo” de ella como suyo, v. 5: “Mi
pueblo será tu pueblo” y el suyo, pide que se asumido como propio por ella, v.
15: “tu pueblo será mi pueblo”. Pertenencia mutua y excluyente, en sentido
quechua de un colectivo que involucras solo a nosotros, pero no a otros,
ñuqayku y al mismo tiempo imaginado como un nuevo tiempo (v. 8: “lluvia de
enero”).
Lo que
junta no solo será el gesto amoroso sino la gesta del pueblo, como pertenencia, pero sin esa
autoridad, sin ese gamonal. Como estado deseado para la realización del amor, del
tierno romance. En esta línea la nominación
del sujeto masculino yo (ñuqa) se dirige al sujeto de deseo (qam), bajo
el patrón indígena ("manzanita" y “luna”). Luego, ya en el tópico
popular, el lugar de la memoria popular, por eso, tú, será “china” y “negra”
(v. 14), en términos populares, la mujer tiernamente amada. Pero en el juego poético
demanda reparar en algunos elementos: “fugar” y “luz”. Ambos, suponen, en
primer lugar, desde la perspectiva del amante, el rapto, pero al mismo tiempo,
desde el ámbito de la hacienda evoca a cárcel. Como representación nos recuerda
la metáfora de la paloma prisionera del yaraví tradicional, que HP la recupera
sutilmente, así entonces, podemos imaginar a la amada prisionera, por eso hay
que raptarla, en el sentido también de desobediencia a la autoridad. En segundo
lugar, a la inversa, la situación del amado, se inventa como sujeto que vive en
la “oscuridad” -nuevamente cercado por
la autoridad, por el gamonal-, que
necesita “luz” para mirar y cuyo artificio poética nos recuerda el concepto ñausa ya introducido por José María
Arguedas, ojos-luz para caminar, en la que se reitera la idea colectiva, la de
pueblo.
Si se
sigue mi lectura, se ha producido una alternancia
en la forma como se plantea los pares semánticos[1], por lo que se produce un cambio de los
términos, a querer le sucede amar, no se sigue la ampliación semántica
plantea en sucesión de munay > walluy como en quechua, se invertido la
fórmula: amar > querer. Asunto que
afecta el sentido, se habría acotado el campo semántico. Frente a este
problema, cuyas elección lexical está acompañada por la musicalidad, Pérez provee de una solución poética en la
que hace conjuran ambos sentidos en un nuevo campo semántico. Querer y amar, en su posición recíproca, con
conjunción ilativa, tiene realización de
una manera especial, lo que hace que el sentido se intensifique por el símil que las
emparenta, v. 12: “como retamas ardiendo”, de sensualidad innegable, que
erotiza el gesto poético. Si el deseo y ternura invade todo el poema, este no
puede exonerarse de la presión social. Por eso la fuga, los v.14-16, recuperan
un sentido más tradicional, pero al mismo tiempo el trazo épico, un amor solo
posible, sin la “autoridad”, en el pueblo sin “ningún gamonal”(v.16).
Así
entonces, el poema será un canto lírico pero al mismo tiempo una épica social y
en el artificio poético, los dístico semánticos, invertidos. Se invierte y se
resuelve en una imagen intensamente
apasionado como las flores amarillas de la retama y en el contexto de las
lecturas de inicio del siglo XXI se conciertan con la herencia de la guerra
interna en uno de los símbolos que tanto la rabia deshumanizadora de SL y la furia
odiosa de las fuerzas del orden (sinchis) convirtieron en un himno, me estoy
refiriendo a “Flor de Retama” de Ricardo Dolorier. Social, entonces, en sentido
de un pueblo es condición amorosa.
En la foto: Hildebrando Pérez Grande, con Dante González en el reconocimiento público que hizo el II Encuentro Intercultural de Literaturas: Palabras de los pueblos Amerindios (junio 2012)
[1] En la Celebración Poética, Aguardiente, forever de Hildebrando Pérez (Setiembre
2011) confluimos con otros trabajos, como la lectura que realizara Eduardo Lino <http://www.unmsm.edu.pe/archivos/eduardo_lino.pdf>.